28 de mayo de 2020
Cooperación verde: una medida excepcional en tiempos excepcionales
Por: Jorge Eduardo García
Con el surgimiento del Covid-19 y su posterior expansión, el mundo se ha detenido. Como pocas veces en la historia de la humanidad, hemos tenido que estar aislados unos de los otros y olvidarnos de nuestras actividades cotidianas. Sin embargo, esta parada obligada ha sido una oportunidad para vernos a nosotros mismos y reflexionar.
Con el surgimiento del Covid-19 y su posterior expansión, el mundo se ha detenido. Como pocas veces en la historia de la humanidad, hemos tenido que estar aislados unos de los otros y olvidarnos de nuestras actividades cotidianas. Sin embargo, esta parada obligada ha sido una oportunidad para vernos a nosotros mismos y reflexionar.
Esto no es menos importante, pues en sociedades que venían convulsionadas y con ansias de cambios radicales, como América Latina, esta coyuntura ha permitido tanto a gobernantes como a la sociedad en general, repensar sus postulados y tener una comprensión de lo fundamental.
Más allá de la transitoria contradicción entre libertad y vida, los grandes debates están enfocados en los posibles cambios posteriores a la crisis. Evidentemente, la pandemia ha desenmascarado sin consideración los problemas estructurales de los Estados menos desarrollados: sistemas de salud débiles, una alta informalidad, problemas de repartición de competencias entre niveles de gobierno y una corrupción sin escrúpulos, por solo nombrar algunos. Pero pensando la sociedad como unidad global, la crisis ha dado relevancia a una cuestión fundamental: las afectaciones de la especie humana al entorno que habita.
Economía y medio ambiente
Desde hace varios siglos, el mundo ha interiorizado su sistema económico como un sistema donde la producción se organiza en función de la obtención de beneficios. Así, el aumento de los beneficios es objetivo primordial para lograr el bienestar en la sociedad, en la medida que los beneficios sean reinvertidos en la producción. Esto plantea dos actores fundamentales: quien invierte y quien trabaja. No obstante, con el pasar de los años y la aparición de las energías fósiles, ha tomado importancia un nuevo jugador dentro del sistema: el medio ambiente.
Este nuevo actor toma trascendencia cuando se ve en números: el 95% de los daños ecológicos son causados por la actividad humana, de acuerdo con Naciones Unidas. En este sentido, la senda hacia el progreso ha traído una disyuntiva entre crecimiento y medio ambiente, y esto se ha sido ignorado. A finales de los 80’s los Estados reconocieron los daños ambientales ocasionados por la actividad humana, especialmente por las industrias. Fue así como surgió el concepto de desarrollo sostenible. Pero la aplicación del mismo se convirtió en algo romántico, dados los incentivos perversos que se crearon como los bonos de carbono, por ejemplo. Es lógico, si lo primordial es el crecimiento económico, no hay ética dentro del sistema para lograrlo, pues solo así se obtendrá el progreso.
Los grupos ambientalistas día a día crecen y ejercen presión sobre los gobiernos, pero aparte de algunas iniciativas, el mundo parece no inmutarse en la carrera por crecer para reducir la pobreza a cualquier costo, así implique acabar con ecosistemas, desplazamiento de poblaciones, erosión de los suelos o sequías.
Cambio de paradigma
A pesar del comportamiento egoísta de los Estados dentro del sistema internacional y la incapacidad de los organismos multilaterales durante la pandemia, esta es una oportunidad para dar soluciones en conjunto a temas globales fundamentales como el cambio climático.
Los gobiernos tienen a su disposición las mejores armas que ofrece la ciencia y la tecnología para dar paso al cambio de paradigma energético basado en energías fósiles y explorar otras alternativas. No se puede seguir ignorando las afectaciones de la acción humana al planeta, sino más bien propiciar instrumentos que permitan cooperar para dar respuestas eficaces. Así, profundizar la cooperación verde es una estrategia, en estos tiempos donde los Estados tienden a aislarse y los nacionalismos aumentan, para unir al mundo en pro de la vida y seguir creciendo, pero con costes distintos.