20 de marzo de 2021
Los alcances del poder del narcotráfico
Por: Tatiana Ramirez Camargo
Aproximarse a las implicaciones políticas, económicas y sociales del narcotráfico sugiere adentrarse en un entramado mucho más complejo de lo que a simple vista se podría ver como un negocio de venta y compra de drogas. Es en realidad la historia de una práctica que genera un fuerte impacto, no solo en quienes participan en toda la cadena de producción y consumo, sino en aquellos que son ajenos a dicha actividad. Ese impacto, para sorpresa de muchos, no siempre se percibe desde el punto de vista negativo, en especial para...
Aproximarse a las implicaciones políticas, económicas y sociales del narcotráfico sugiere adentrarse en un entramado mucho más complejo de lo que a simple vista se podría ver como un negocio de venta y compra de drogas. Es en realidad la historia de una práctica que genera un fuerte impacto, no solo en quienes participan en toda la cadena de producción y consumo, sino en aquellos que son ajenos a dicha actividad.
Ese impacto, para sorpresa de muchos, no siempre se percibe desde el punto de vista negativo, en especial para aquellas personas que viven de la economía ilegal. Este hecho conduce a preguntarse ¿genera el narcotráfico desarrollo económico y social para las regiones? Por un lado, se encuentran aquellos sectores subordinados que han encontrado en el narcotráfico la oportunidad de ser incluidos en la dinámica económica nacional, pero además, de satisfacer sus propias demandas; sin embargo, resulta imposible desconocer que elementos como la violencia, la corrupción y hasta el clientelismo están atados de manera intrínseca con el tráfico de estupefacientes.
Tráfico de drogas: ¿la puerta hacia una vida mejor?
Reportes de la Oficina contra la Drogas y el Delito de Naciones Unidas dan cuenta de que las ganancias que genera el narcotráfico son de alrededor de 650.000 millones de dólares anuales. Esta cifra sugiere la presencia de un negocio sumamente rentable y atractivo, lo que permite vislumbrar el gran peso que tiene la actividad ilegal y la cantidad de recursos que van a parar a las manos de los grandes capos, pero también, de cientos de familias que encuentran en él su único sustento; no es de extrañar entonces que muchas economías que se han dinamizado a partir del negocio de las drogas ilícitas. .
Ilustrar una situación en la que el narcotráfico brinde beneficios a los menos favorecidos podría parecer utópico, pero el Putumayo es prueba de que sí es posible. Este departamento se encuentra en la periferia del país y hay una fuerte presencia de cultivos de coca, según el Ministerio de Justicia, “el 52% del territorio esta categorizado como territorio afectado permanentemente, siendo uno de los departamentos con mayor área en esta categoría”. Gustavo Duncan (2014), en su libro Más que plata o plomo, expone que, gracias a los cultivos de coca, “el total de captaciones per capita en Putumayo creció considerablemente: pasó de 179 a 1049 pesos colombianos entre 1995 y 2005. En tan solo una década las captaciones per capita aumentaron un 486%” y afirma que, como consecuencia de ello, hay un aumento de la oferta y demanda de bienes y servicios, que a su vez, genera mayores niveles de empleo. “Se levantó un centenar de casas, comercios, cantinas, hospedajes […] En suma, los excedentes producidos por el negocio de la coca desarrollaron considerablemente el comercio”.
¿Qué pasa con la legitimidad del Estado?
Sin embargo, detrás de los efectos económicos del narcotráfico hay toda una serie de implicaciones de carácter político y social que han venido cambiando las dinámicas sobre la legitimidad del Estado frente a las poblaciones. Para clarificarlo, se toma como base el caso de Putumayo, nuevamente, que termina siendo la realidad de otras regiones del país. Se dijo que el 52% del territorio se encuentra afectado por la actividad ilegal, esto quiere decir que cultivar coca en la zona resulta factible, lo que a su vez puede significar que hay una baja presencia de instituciones estatales en la zona o que no hay control sobre dicha actividad. Ahora, con la dinamización de la actividad económica en la región, la población logró atender sus propias demandas de comida, salud, manutención, etc. Por otro lado, resultaría imposible desconocer las expresiones de violencia que se han desatado a raíz de las confrontaciones que inevitablemente trae esta actividad ilegal. Sin embargo, según un informe presentado por la Fiscalía General de la Nación (2016) “en la actualidad los municipios cultivadores no son los más violentos […] algunas organizaciones criminales, al comportarse como empresas racionales, han aprendido que pueden ser más rentables y generar menos violencia a la vez”
El narcotráfico ha logrado satisfacer demandas básicas para vivir, incluir a las sociedades periféricas en la economía y se ha convertido en una actividad que, a pesar de ser profundamente criminalizada, se ha constituido en una empresa mucho menos violenta. A todo ello, debe sumarse el hecho de que muchas personas han perdido la confianza en las instituciones estatales y sobre todo en quienes las lideran. En ese sentido, una de las conclusiones a las que se puede llegar es que, al cumplir con parte importante del rol del Estado, el narcotráfico cuenta con un grado tal de legitimidad ante la población, que es capaz de influir en las dinámicas políticas y sociales sin que la población se oponga. Como resultado, prefiere el camino que le proporciona el narcotráfico y que le da de comer y no el de un Estado que la abandonó.
Recomendados Libre Pensador
Merino, 2019. Drogas: ¿Sabes cuánto dinero mueve el narcotráfico en el mundo?