15 de julio de 2019
La persuasión, el mejor método de la élite para seguir en la cima de Colombia
Por: Marco Andrés Prada Hernandez
Para la buena gobernación […] se requiere no solo una sólida conciencia jurídica, un conocimiento experto probado, destreza técnica y manejo directivo. Se exige sobre todo cultivar la costumbre republicana y democrática de comunicar al público, con evidencias y argumentos convincentes, las razones de por qué una determinada política prefiere ciertos fines, instrumentos y regulaciones; por qué una demanda social específica ha sido incluida o excluida de la agenda de gobierno; por qué un programa incorpora ciertos procedimientos y tiempos; por qué una organización pública se comporta de cierta manera y no de otra con los ciudadanos.
Majone, 1997 p. 9
Las dinastías del poder en Colombia, como las nombró Saldarriaga en un artículo para el periódico The New York Times, han logrado mantenerse en la cima del poder político durante casi doscientos años y, según Racero, “nos han gobernado cuarenta familias, y hoy somos un país con unos siete millones de familias”; por medio de relaciones políticas seculares, forjaron las bases de su status organizativo a inicios de la república. Apellidos como López, Santos, Ospina, Pastrana, Lleras y Mosquera, son los más repetidos en la lista de mandatarios de Colombia, que, de facto, provienen de las mismas raíces ¿Cómo llegaron estas familias al poder? “Pues con el voto de todos” afirma Gutiérrez.
Entonces, ¿Cómo consiguieron que todos los eligiéramos?
Una campaña política apremia un gasto millonario. En la última campaña presidencial, Iván Duque Márquez, actual presidente de la república, que en ese momento era un candidato por el partido Centro Democrático, encabezó la lista de aspirantes a la presidencia, según datos del Consejo Nacional Electoral, en cuanto a los gastos. El mandatario reportó aproximadamente 20’007.963.664 pesos en sus gastos totales, de los que el 70,4% fueron invertidos en propaganda electoral. Del mismo modo, Gustavo Petro, candidato que logró pasar a la segunda vuelta junto con Duque, registró 4’077.924.786 pesos; de esos, el 74,2% lo invirtió en propaganda. El principal objetivo de la campaña política es dar a conocer una imagen; pero, ¿cómo crear la imagen? ¿el nuevo ascendente de la dinastía política la va construyendo? o mejor aún, ¿la adquiere al nacer? Forjar una imagen requiere tiempo y un mayor gasto, pero obtenerla al venir al mundo es una ventaja significativa para cualquiera que tenga dentro de sus objetivos continuar en el poder.
Esto atenta contra la democracia, como menciona Calvino, “cuando los hombres llegan a ser reyes por herencia, esto no parece consistente con la realidad”. Constatar una imagen dejará marcado en el pueblo una conciencia colectiva que permita, durante un periodo determinado de tiempo, mantener la convicción en ciertos ideales; sin embargo, aunque en el pueblo estas ideas perduren, “si el poder es heredado, entonces la capacidad del príncipe para juzgar de acuerdo a los juicios […] es limitada” (Gatis), como pasó con los Lleras, que han perdido aforo en las votaciones, según afirmó la gran encuesta hecha principalmente por RCN radio, y ni hablar de los Ospina que llevaron a ser jefe de estado a un integrante de su familia por última vez en 1950.
¿Cómo algunas familias han convertido la confianza del pueblo en un aspecto secular?
Expresar y dar poder al discurso se han vuelto las vías más efectivas para el dominio de las urbes y las zonas rurales del país. Noam Chomsky (s.f) explica, al elaborar la lista de las estrategias de la manipulación, que “hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un corto circuito en el análisis racional”; Por lo tanto, esta acción de otorgar poder al discurso, ha permitido a las dinastías del poder en Colombia, en lo fundamental, mantener una imagen, por poco, vitalicia; así lo han demostrado muchos delfines políticos, como Andrés Pastrana, expresidente de la República, quien cerca de dejar el cargo presidencial, manifestó:
Cuarenta millones de colombianos de bien que estamos del lado de la democracia, de las instituciones, que queremos vivir y progresar en paz, vamos a demostrar que estamos unidos, por encima de las diferencias políticas, ideológicas o de cualquier clase, y que nada, ¡NADA!, puede vencer la fuerza moral de un pueblo que tiene la determinación de rechazar la violencia y trabajar por alcanzar la paz.
Si bien la élite ha conducido al pueblo a un arquetipo de sus intereses, en la actualidad han surgido líderes sociales y políticos que han debilitado los cimientos elitistas, como el fenómeno Álvaro Uribe Vélez, el primer candidato objeto de una reelección presidencial en la historia del país, ejerciendo como mandatario desde el 2002, hasta el 2010, para luego pasar a ser el senador más reconocido e influyente de Colombia en la cotidianidad. Por consiguiente, ¿pueden los nuevos líderes políticos conminar tácitamente a la élite? O aún más a fondo, ¿es posible menoscabar su injerencia en la sociedad?
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Gatis, G- La Teoría Política de Juan Calvino.
Gutiérrez, E – ¿Cuáles son las familias que gobiernan a Colombia?
Pastrana, A – Discurso presidencial
RCN Radio – La Gran Encuesta: Duque sigue favorito y Fajardo ‘acorta’ distancia en segunda vuelta
El Tiempo – ¿Cuanto gastaron los candidatos presidenciales en sus campañas?
The New York Times – Las dinastías del poder en Colombia de cara al 2018