Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

20 de noviembre de 2017

La paz de Santos de 1997: guerra fría contra Samper

Por: Lucía Fillippo

Ad portas de terminar su presidencia, Juan Manuel Santos ha sido tildado de ser el mejor presidente de la historia colombiana. El acuerdo de la Habana con la guerrilla más antigua de Latinoamérica, fruto de su gobierno, es un ejemplo a seguir según instituciones como la Unión Europea, la OEA y países como Estados Unidos, Chile y Uruguay. Sin embargo, esta no sería la primera vez que Santos intentara realizar un proceso de paz con uno de los grupos guerrilleros más trascendentales en la historia colombiana.

Al día de hoy, ningún analista niega el pragmatismo y la realpolitik como el modus operandi de Santos en el escenario político. Jorge Andrés Hernández, autor del libro “Santos, el Jugador”, compara al Presidente con Maurice de Talleyrand, político francés del siglo XIX. Mientras que el último logró ser miembro del gobierno de Luis XVI,  hacer parte de la Revolución Francesa, del Imperio Napoleónico y finalmente, de la restauración monárquica, Santos logró desempeñarse sin problemas en cargos de alto gobierno, durante la presidencia de Gaviria, como Ministro de Comercio, de Pastrana como Ministro de Hacienda y finalmente, en la de Uribe, como Ministro de Defensa. Sin embargo, en 1994, durante la presidencia de Ernesto Samper, y a causa del inolvidable proceso 8000, Santos decidió distanciarse del Partido Liberal, dejar el gobierno y así, fundar su propio think tank -laboratorio de ideas o centro de pensamiento – la Fundación Buen Gobierno, utilizándola como herramienta para hacerle oposición a Samper y así, garantizar su propia permanencia en la esfera política de Colombia. Con la publicación de sus frecuentes columnas de opinión en El Tiempo y desde su think tank, Santos le pediría a Samper múltiples veces su renuncia a la Presidencia de la República por el ingreso de narcodineros en la campaña presidencial, estableciendo desafiantes declaraciones y auto nominándose como enemigo profundo de su accionar político.

El complot de la paz

Luego del excelente desempeño como ministro de comercio de Gaviria y de ser elegido designado presidencial, Santos decidiría en 1994 lanzarse al ruedo de la presidencia. Para dicha época, sus asesores políticos aseguraban que el tema central para las elecciones de 1998 sería la paz, proyecto en el cual Horacio Serpa lideraría gracias a su destacado desempeño como Ministro del Interior de Samper.  Sin embargo, Serpa no sería el único con ambiciones presidenciales dentro del Partido Liberal, Alfonso Valdivieso, Carlos Lleras de la Fuente y por supuesto, Juan Manuel Santos, tendrían como objetivo común la presidencia de la República. Alfonso Valdivieso presentó al país un plan de paz estructurado y bien argumento que, sin motivo alguno, la opinión pública ignoró; luego, se encuentra el plan de Carlos Lleras de la Fuente, quien visitó a guerrilleros del ELN en la cárcel de Itagüí, empero, detrás de eso no habría ninguna propuesta. Asumiendo todos los fracasos de sus oponentes, Santos no pensaba en la producción de papers académicos o visitas a las cárceles transmitidas por televisión, esta vez se la jugaría toda por sus aspiraciones políticas. Con la realización de distintos foros referentes a la paz, el futuro presidente lograría llamar la atención del secretariado de las FARC, reuniéndose en Costa Rica con Raúl Reyes y su compañera Olga Marín. A partir de ese momento, Santos, comprendió que la única forma de vencer a Serpa sería mediante un plan de paz que fuera noticia nacional. Para esto, decide contactar a Álvaro Leyva, una de las personalidades políticas en Colombia con mayor experiencia en procesos de paz y quien empezaría a mover sus redes de contactos logrando entusiasmar a las FARC; sin embargo, para lograr un plan de paz completo, faltaría la otra cara de la moneda: los paramilitares, para lo cual contactó al ‘zar de las esmeraldas’, Víctor Carranza, quien se codeaba sin problema con las Autodefensas Unidas de Colombia. Carranza le consiguió a Santos una cita con Carlos Castaño, quien le manifestó que, si la guerrilla hacía las cosas de una manera correcta y transparente, ellos estarían de acuerdo en participar en su plan de paz. Mientras tanto, Leyva, en representación de Santos, se reunió con las FARC y juntos empezaron a delinear la propuesta, el secretariado de la guerrilla estableció que sería necesaria una Asamblea Nacional Constituyente y, adicionalmente, aseguró que la paz con el gobierno de Samper no sería posible.

En este momento, Santos contempló la opción de buscar la destitución de Samper y así lograr el ascenso del vicepresidente Carlos Lemus. Sin embargo, el proyecto carecía de fuerza, es entonces, cuando decide incorporar en la propuesta al ELN y al EPL. Para esto, se reunió con los líderes del ELN en la cárcel de Itagüí, Francisco Galán y Felipe Torres y además, con Francisco Caballero del EPL, quienes aceptarían su proyecto de paz si el cura Manuel Pérez también lo hacía.

Adicionalmente, Santos buscó a los líderes de gremios y miembros del empresariado Colombiano: Luis Carlos Villegas de la ANDI; Jorge Visbal de Fedegan; Nicanor Restrepo y J. Mario Aristizabal; a representantes de la iglesia como Monseñor Rubiano y sindicalistas como Luis Eduardo Garzón y Jorge Carrillo. Finalmente, en busca de la aprobación internacional, Santos hablaría con Gabriel García Márquez en un almuerzo en la casa de Julio Sánchez Cristo. El premio Nobel de literatura, fiel creyente de la paz, aceptó la propuesta santista y le prometió rendirle cuentas acerca de cómo va el posicionamiento internacional del proyecto. Posteriormente, Santos se reunió con el asesor del presidente Clinton, Thomas McLarty, a quien entrego su propuesta. Hasta ese momento, todo iba bien, sin embargo, el proyecto dio un giro de 180 grados cuando Gaviria se enteró.  Santos le planteó a Gaviria todo el escenario de paz que había construido en dos años, a lo que el segundo respondió que era imposible realizar un plan de paz sin el gobierno y que eso era una conspiración contra Samper. Finalmente, el gobierno se enteró y todo el asunto desembocó la denuncia de Serpa de la conspiración contra el Presidente Ernesto Samper, maniobrada y pensada por Juan Manuel Santos.

El heredero de la victoria

En un principio, Santos habría pensado en pasar desapercibido y negarlo todo, sin embargo, con el desarrollo mediático de la situación, decidió asumir la responsabilidad. Con un intento acertado de capitalizar la crisis política a su favor, daría múltiples entrevistas a todos los medios de comunicación, monopolizando la prensa y convirtiéndose en el personaje político más conocido del país. Además, volaría a España a reunirse con Gabriel García Márquez para que éste le ayudó a simpatizar con la prensa internacional. El pragmatismo mediático de Santos se presentaría por medio de dos argumentos primordiales para la justificación de su plan de paz: el primero, que contaba con todos los actores políticos del sistema colombiano, incluyendo a todos los grupos alzados en armas. El segundo, que nunca se había pensado un plan de paz sin el gobierno, sin embargo, el último fue desmentido gracias a CM&, noticiero que publicó una cinta de grabación donde se oía afirmar a Santos: “Entonces es claro que una de las condiciones para iniciar este proceso es que de ninguna manera se podría hacer con el actual gobierno”. La publicación de esta cinta y las afirmaciones de Santos lo único que lograron fue confundir a la opinión pública y restarle más y más legitimidad al gobierno de Samper.

Al final, el victorioso fue Santos, logró poner entre la espada y la pared al gobierno de Samper y su inhabilidad para hacer realidad la paz,  además, consiguió  medir su capital político sin ocupar ningún puesto en el gobierno. Igualmente, solo alguien con el directorio de Santos, heredado de sus años de trabajo en El Tiempo y su desempeño como Ministro, podría contactar al Nobel de Literatura, llegar hasta el personal del presidente de Estados Unidos y simpatizar con el secretariado de las FARC, el ELN y EPL. Fueron estas acciones las que cultivaron los activos políticos de Juan Manuel Santos, que, en últimas, lo llevarían a ser el Presidente de la República que realizaría el proceso de paz más importante en la historia colombiana.

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