22 de mayo de 2018
Reestructuración por la paz: por una Colombia Federal
Por: Ángela María Alfaro Castillo
El proceso de paz en Colombia con la exguerrilla FARC, liderado por el presidente Juan Manuel Santos, ha llevado a considerar la posibilidad de volver a Colombia un sistema federalista, pues el centralismo que dirige al país ha demostrado ser una dificultad más para lograr la culminación del conflicto.
El conflicto colombiano se ha dado bajo un sistema esencialmente centralista, que evidentemente no ha sido eficaz a la hora de erradicar los problemas que han azotado al país y que, entre otras, han sido la causa de la violencia, como la pobreza y el narcotráfico. La evidencia de que bajo el centralismo se ha desarrollado el conflicto ha llevado a considerar al federalismo como una forma de construir una Colombia nueva, fundamentada en la paz.
La Constitución Política Colombiana afirma que este es un país en forma de república descentralizada, unitaria y con autonomía de sus entidades territoriales, sin embargo, esa clasificación, de tener principios de autonomía, no se ve evidenciada en la realidad político administrativa nacional.
Crecimiento en medio de las diferencias
Históricamente el proceso de poblamiento español promovió una Colombia dividida, pues los gobernantes de las provincias coloniales de la Nueva Granada generaban rivalidad entre las comunidades que regían, ya que eran originarios de regiones diversas de España así que no compartían culturas ni pensamientos; durante la colonización del territorio colombiano, los ocupantes vivían en competencia por presentar buenos resultados al virrey sin pensar en el país como una comunidad en desarrollo.
Un poco más de dos siglos después, Colombia afronta problemas causados por la falta de solidaridad y el desconocimiento entre sus gentes, ejemplo de ello es que aún el mercado colombiano no está unificado, pues de una región a otra cambia cultura, ropa, medios de transporte y comida. Toda esa diversidad dificulta que haya conocimiento e interés recíproco.
La descentralización en Colombia ha estado determinada por los principios más duros del centralismo, pues este subordina la autonomía que la Constitución provee a las regiones. Hoy en día, los municipios son figuras que solo sirven de agentes delegados para ejecutar los recursos que envían desde Bogotá con objetivos definidos y que los gobernantes de los departamentos y municipios no pueden cambiar.
Los problemas regionales solo se pueden tratar con ayuda del Estado, y esa es una problemáticas más duras que vive Colombia, pues los sucesivos gobiernos han olvidando aspectos económicos y humanitarios de regiones como el Putumayo, el Chocó y la Guajira en las que, como en todas las demás, la autonomía que la Constitución proclama no va más allá del papel.
La limitación de la autonomía regional dificulta el actuar de forma regional y por cuenta del abandono del gobierno, estas regiones están envueltas en conflicto, narcotráfico y pobreza. Ejemplo de ello fue el paro cívico realizado en el Chocó en el año 2016 por la crisis humanitaria; el gobierno después de enfrentar la situación volvió a desaparecer sin plantear soluciones sostenibles para esta región que vive desnutrición crónica de más del 18% y elevados índices de pobreza multidimensional.
Dios provee, pero Bogotá despacha
Al ser Colombia un país altamente heterogéneo, se ve necesaria la implementación del sistema federalista ya que cada región tiene diferentes recursos y problemas por resolver que el Estado, lejano y ajeno a muchas problemáticas, ha demostrado no poder solucionar.
Jaime Vidal Perdomo expone que Colombia debe adaptar un federalismo contemporáneo, el cual se fundamenta en unir la diversidad mediante bases equitativas que hagan posible la conciliación y coordinación de intereses locales y regionales.
Colombia está fracturada desde hace más de 200 años y el sistema de federalismo contemporáneo parece ser una buena opción para el nuevo país en construcción, ya que permite que, en medio de las diferencias, haya un trabajo colaborativo que promueva el desarrollo.
Así las cosas, para un país con conflicto y narcotráfico como Colombia, un modelo de Estado de federalismo contemporáneo fundado en la tolerancia y respeto por las diferencias resulta perentorio en el proceso del posconflicto Colombiano, en el que las regiones, a partir de sus diferencias, podrán trabajar de manera coordinada para lograr un país unido en la paz, manejando el conflicto, la pobreza y el narcotráfico de forma autónoma y seguramente más eficiente.
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