Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

4 de abril de 2015

Estudiante asesinado: Otro caso de intolerancia sumado al montón  

Por: Natalia Granados Segura

¿Qué pasa con la aceptación de diferencias? Es usual y se ha vuelto costumbre que cada fin de semana se anuncie la muerte de un joven más por intolerancia entre las tribus urbanas en las calles de la ciudad. Atrocidades y muertes sin sentido que cobran la vida de jóvenes por sencillamente ir caminando por la calle y tener la desgracia de toparse con uno de estos grupos. Desde los bien conocidos punkeros hasta los metaleros son tribus que transitan los fines de semana por la calles de Bogotá acechando a grupos de jóvenes, buscando problema sin ser incitados a ello, cometiendo crímenes sin sentido alguno llegando acabar con la vida de otros por querer “marcar territorio”.

El viernes pasado (27 de Marzo) otra historia más se dio a conocer, el estudiante de filosofía de la Universidad Externado de Colombia, Daniel Ramírez Hernández de tan solo 23 años de edad fue brutalmente asesinado por un grupo de punkeros en Bogotá. Daniel, salía de una noche de rumba en Chapinero con sus amigos, casualmente caminado por las calles y sin causar problema alguno fueron enfrentados y agredidos. Entre tanto, la policía que pasaba “milagrosamente” por el lugar de los hechos los desairó y pasó de largo. La noche terminó con una apuñalada certera en el cuerpo de Daniel que le quitó la vida horas después y dejó a su hija de dos años sin padre.

Pero, ¿Por qué esos policías que pasaban justo al lado de ellos no hicieron nada? Es una pregunta interesante. Qué pasó con el lema de defender a cada persona a capa y espada, de obrar como un policía ejemplar o sencillamente cumplir con su deber de mantener la paz y la seguridad en la ciudad. Pasar de largo y desconocer el caso, como muchos otros ciudadanos lo hacen cada día, pero en calidad de policía es profundamente desesperanzador. La falta de conciencia mezclado con ese tinte de intolerancia entre ciudadanos nos hunde cada vez más profundo en la desesperación y el atraso. Si no hay esa tolerancia por aceptar al otro, por más diferente que sea, ¿Cuándo será el día que logremos la unión y la anhelada paz?

Es una atrocidad y un acto repulsivo que estas tribus sin fundamento alguno, asesinen a personas por las calles; que decidan canalizar su rabia o sus enfermizas creencias a través de un arma y arrebatando la vida de los demás. Son miles los casos semejantes a este. Tanto mujeres como hombres han sido asesinados a manos de grupos urbanos que andan libres por la ciudad; porque claro, como no es extraño ahora son un número más de esos casos que quedarán impunes en el país. Aquellas personas que asesinan a sangre fría, como en este caso, que deciden huir luego de haber asesinado al otro por la sencilla razón de no soportar las diferencias ideológicas o sentir un poder superior frente a los demás al pertenecer a un “grupo selecto diferente”.

Una pérdida para otra familia más, un estudiante más que no logra acabar su carrera universitaria, un niño más que queda sin padre y un crimen más que queda en el olvido. Espero que no se continúen acumulando casos y casos como este sin respuesta alguna, para que haya un cambio, para que de una vez por todas reaccionen aquellos que no toleran al otro, que no han aprendido a ver las diferencias de los demás como enriquecedoras y para que no se mate en nombre de una causa. Sencillamente para que no se mate. Si la anhelada paz y los principios básicos de un buen ciudadano no se ven reflejados en sus acciones, estaremos condenados de por vida al atraso y a aceptar actos repulsivos que se basan en la característica más asombrosa de los seres humanos: las diferencias entre uno y el otro.