10 de marzo de 2020
Minería artesanal en Colombia II: una oportunidad para el desarrollo territorial
Por: Alejandro Mojica
En Minería artesanal en Colombia I: el laberinto de la vulnerabilidad, se evidencia cómo ha estado en manos de actores ilegales, profundizando la vulnerabilidad de las comunidades que la trabajan. Aunado a una falla estructural de política pública a la hora de abordar el problema. Ahora, pensar la minería artesanal desde un enfoque de desarrollo puede generar beneficios debido a que, por sus características intrínsecas, puede ser generadora de procesos de desarrollo económico en los territorios de manera endógena.
En América Latina se han identificado tres tipos de economía territorial: las áreas metropolitanas, las áreas exportadoras de recursos naturales y un “vasto contingente de zonas marginadas” (Moncayo, 2003, p. 264). Es decir, que la división urbano-rural ya está altamente desdibujada, debido a que las economías primarias con vocación exportadora han generado procesos diferenciados de desarrollo en distintas regiones. Particularmente en Colombia, el café y el petróleo han originado condiciones, así sea mínimas, de desarrollo en determinados territorios. A diferencia de las zonas marginadas que presuntamente no tienen potencial endógeno o que al menos no ha sido explotado.
Los gobiernos latinoamericanos han tratado de mitigar estas asimetrías y problemáticas regionales a través de la reforma del Estado hacia abajo: descentralización política, fiscal y administrativa. No obstante, los territorios siguen siendo altamente dependientes a la transferencia de recursos de las entidades centrales de gobierno, en Colombia vía Sistema General de Participaciones y Sistema General de Regalías. Las grandes recetas centralistas para el desarrollo económico territorial fallan al desconocer las particularidades del territorio, y reconocer que, a largo plazo, el objetivo es que los niveles subnacionales puedan gobernar y ser agentes de su propio desarrollo (Chapple, K. & Montero, S. 2018).
Formalización: aprovechar las potencialidades del territorio
La minería artesanal o en pequeña escala se presenta como una oportunidad para la promoción de desarrollo endógeno; es decir, la potencialización de las capacidades internas de los territorios para gobernar y alcanzar sus objetivos comunes. La minería artesanal se puede convertir en esa actividad que movilice los procesos económicos: impulsar el acceso de insumos dentro de mercados legales, la retribución al factor trabajo plenamente, con prestaciones, y explotación orientada al mercado internacional y a la generación de valor agregado.
Al analizar la minería artesanal se suele emplear indistintamente las etiquetas “ilegal” y “informal”. El enfoque de seguridad derivado de la postura de la minería pequeña como una actividad ilegal ha profundizado el ciclo de la ilegalidad y vulnerabilidad de los actores intervinientes. Al analizar el fenómeno, resulta más apropiado categorizarlo como informalidad, que de acuerdo con Rothenberg et al. (2016) son todas las actividades productivas que, al no estar registradas ante las autoridades, no tienen reconocimiento legal por lo que no poseen protección estatal, regulación y reconocimiento legal.
El proceso de formalización de la minería requiere un arduo trabajo estatal en compañía del sector privado y de las comunidades. La formalización debe reconocer que la minería artesanal puede ser el punto de partida para catalizar y generar nuevas actividades productivas que estén encadenadas al proceso de extracción, cadenas productivas complementarias y alternativas.
Vía formalización de la minería artesanal, los gobiernos subnacionales pueden mitigar una sus grandes problemáticas: la relación entre la poca flexibilidad en la generación de rentas propias y alta dependencia a los recursos del gobierno nacional. En la actualidad, la provisión de bienes públicos, aquellos que puedan satisfacer las necesidades de la población y aumentar la competitividad y productividad de las economías, es un proceso pensado y planeado de desde el centro y, que generalmente, “no responde a las preferencias y prioridades de la comunidad” (Moncayo, 2003, p. 287). Con la explotación del potencial endógeno de territorios generando crecimiento económico, los gobiernos subnacionales, ya con ingresos, tienen la tarea de transformar los recursos monetarios en bienes públicos que aumenten el bienestar de la población y la productividad y competitividad de los circuitos económicos locales.
Adicionalmente, la formalización supone la eliminación de los vicios de los ilegales en el proceso de gobernanza; así, se debe hacer especial énfasis en la capacidad de que la comunicad se organice y tome decisiones sobre sus recursos, a través del proceso de gobernanza; aunado a cómo la comunidad, mediante los gobiernos subnacionales decide qué bienes públicos son necesarios para su desarrollo.
El gran reto de la formalización de la minería artesanal y en pequeña escala es el de convertir una actividad económica de subsistencia en una actividad generadora de desarrollo económico territorial que tenga en cuenta las potencialidades del territorio sin descuidar las necesidades e intereses de la comunidad. Una comunidad que históricamente ha trabajo en minas artesanales, puede convertir una actividad maldita en su ruta al desarrollo.
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ANM (2018). Informe de Gestión Tercer Trimestre 2018.