4 de diciembre de 2017
“El arte no está hecho para otra cosa que para mover la insensibilidad humana…” (Reportaje, tercera parte)
Por: Gabriela Moreno Rúa
“Si, cómo no, eso de que el mundo está hecho de átomos, sí sí, el mundo no está hecho de átomos, el mundo está hecho de historias, porque son las historias las que uno cuenta o las que uno escucha, que uno recrea, que uno multiplica, son las historias las que permiten convertir el pasado en presente y las que también permiten convertir lo distante en cercano, lo que está lejano en algo próximo y posible” Eduardo Galeano.
Pero, ¿cómo se teje una historia que ha dejado una sociedad resquebrajada y un sin fin de víctimas? ¿Cómo se teje entonces la paz en Colombia? ¿Es posible que aquello del pasado que se sigue reflejando en el presente, nos permita seguir adelante? ¿Hay iniciativas de la sociedad civil para ello? Sabemos que el conflicto colombiano tiene una vigencia de más de 50 años, una vigencia lo suficientemente prolongada para poner en enfrentamiento al Gobierno con diversos grupos al margen de la ley, alzados en armas o simples civiles. El porqué del conflicto no es fácil de definir. Se remonta a la inconformidad de un grupo de campesinos con el gobierno bipartidista de turno. Pero hoy en día la idea misma de lucha se ha tergiversado tanto, que el conflicto es la causa de un choque de intereses. La necesidad de controlar el territorio, la necesidad de tomar posesión de recursos naturales para financiar la causa armamentista, y el narcotráfico han desbordado hasta tal punto en donde hay masacres, secuestros, extorsiones y violaciones.
Y entre todas estas, nos preguntamos qué pasa con la sociedad civil, qué ha hecho y qué ha dejado de hacer para ayudar a la reconstrucción del tejido social, que cada vez se deteriora más. Dentro de esta cuestión no cabe duda que la sociedad civil se manifiesta de diferentes maneras, y entre la que nos interesa destacamos al arte, “el arte como expresión de los más profundos sentimientos por el camino más sencillo”, decía alguna vez Einstein. El arte que hoy en día se posiciona como uno de los recursos más valiosos y significativos que tenemos entre manos para darle voz a la memoria del conflicto y generar consciencia y empatía con las víctimas.
Sentimientos encontrados
Además de sentir una fuerte culpa, una culpa de qué he hecho yo para parar todo aquello y qué hago ahora con eso que me pica el alma. Se quiso ampliar el estudio sobre la sociedad civil y sus iniciativas no desde lo artístico, sino desde lo académico y social como tal. Por eso también se decidió entrevistar a Juan Andrés Castro, docente de la facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado. Castro trabaja en programas de planeación territorial y su trabajo está centrado en construir procesos de planeación en la región y con la región. Es decir, no una visión impuesta sino una visión del territorio en conjunto. La población con la que trabaja el profesor y su equipo es de todo tipo. No hay una delimitación en cuanto a ello y si hay que trabajar con el industrial o con el campesino, el trabajo es el mismo.
Como nuestro entrevistado en cuestión es además psicólogo quisimos preguntarle si había forma de explicar el comportamiento violento en la sociedad colombiana y esto fue lo que nos respondió:
Juan Andrés Casto: esa pregunta es muy difícil. A ver, lo primero es que yo no creo que eso está en nuestro ADN y que por ende no es una pauta biológica o que tenemos eso en la sangre, yo lo que creo es que hay una pauta histórica que nos ha hecho reaccionar de esta forma. Yo creo que la violencia no es la causa, yo creo que la violencia es una respuesta y es una manifestación de muchas otras cosas que pasaron en el pasado y han estado pasando de forma histórica y tradicional en el país.
Digamos los temas de exclusión de muchos sectores de la sociedad, los temas de inequidad en el acceso de recursos, el tema del aislamiento de muchas zonas en las que nunca ha llegado el Estado, entonces yo creo que esas son las respuestas, pero puede tener muchas más explicaciones dependiendo del enfoque. La mía en particular no es la única ni tampoco pretendo agotar toda la explicación, pero creo que eso es una explicación que le doy y es una respuesta si se quiere decir natural de los actores que han estado excluidos en nuestra sociedad.
G.M.R.: ¿Ha tenido usted un acercamiento con aquellas poblaciones afectadas?
J.A.C.: Sí, pues directamente por el conflicto hemos estado todos, claro hay unos donde les toca más en su cotidianidad que a otros, pero sí hemos estado en territorios en el Meta o en Montes de María que son dos zonas tradicionalmente golpeadas por el conflicto armado y que tienen una sociedad civil que a mí me sorprende porque – sobre todo digamos en Montes de María- son sociedades que tienen una capacidad de resiliencia muy fuerte. Que se reponen y que mantienen la alegría y la identidad y la idiosincrasia de los costeños que por naturaleza son alegres. Entonces si sí he estado con ellos muy de cerca.
G.M.R.: ¿Qué piensan estas poblaciones al respecto, ¿cuál es su actitud hacia este tipo de preguntas cuando se les habla del tema?
J.A.C.: Claro yo te voy a responder esto con dos o tres cosas particulares de lo que hemos visto. En los procesos que hemos acompañado hay una respuesta ante la pregunta del conflicto y la respuesta es el silencio. Es una respuesta válida que cuando uno a veces quiere tocarla con ellos la respuesta es dejémoslo ahí porque pues no podemos seguir generando victimización y queremos salir de lo mismo porque no somos solamente eso entonces no nos sigan estigmatizando. Y eso a mí me parece maravilloso. Eso está bien hasta un punto porque uno tampoco puede negar un proceso histórico; entonces, por ejemplo, cuando nosotros tratábamos de hacer procesos de planeación con esa población, sentimos que teníamos que transformar algo de esa realidad, así como ellos lo querían para seguir adelante.
Nos dimos cuenta a raíz de esto, que ellos como sociedad civil han sido activos en generar voces que reivindiquen nuestro papel como sociedad en la transformación del conflicto. Digamos Carmen de Bolívar es uno de los territorios con más ingobernabilidad en el país, pero también es uno de los municipios con mayores fortalezas de su sociedad civil, que además tienen unas experiencias bellísimas que hay que mostrar y que hay que hacerlo con un gran mensaje.
G.M.R.: ¿En cuanto al mensaje que mencionas, crees que las manifestaciones de arte juegan un rol importante en la reconstrucción de ese tejido social?
J.A.C.: por supuesto o sea por donde lo quieras ver porque, a ver, el arte desde mi perspectiva desde mi forma particular de ver, el arte no está hecho para otra cosa que para mover la insensibilidad humana y cuando tú llegues con un mensaje, un mensaje que toca a las personas, pues las cosas se mueven mucho más fácil.
Digamos, las cosas que se logran con el folclor tú te puedes demorar 10 años con una sola cátedra. Porque el folclor permea a la sociedad de una forma mucho más rápida, y es porque llegan a eso, a lo íntimo, a lo sensible, a lo trascendental de los seres humanos y en ese sentido yo creo que los artistas sí tienen un gran compromiso o responsabilidad en generar esos lazos y esos vínculos de transformación. Yo creo que los artistas y el arte son fundamentales para esa reconstrucción de la que hablas.
G.M.R.: ¿En estas veredas o poblaciones existen manifestaciones de arte en medio del conflicto?
J.A.C.: sí todo el tiempo. Existe todo lo que tú quieras imaginar; existe desde la poesía básica hasta cosas más elaboradas, entre comillas, como agrupaciones musicales que se organizan y dinamizan la cultura. En Montes de María como en el departamento del Meta hay una cosa que es muy particular y es que acuden a una manifestación popular, es decir a lo más cercano, a lo que los define en términos culturales.
G.M.R.: ¿Cree usted entonces que sería posible efectivamente llegar a la paz en Colombia visto desde el aporte que tiene la sociedad?
J.A.C.: sí y no. Porque mira, entender el meollo de la sociedad no puede estar al margen de lo que ocurre en uno y otro lado. Claro la sociedad civil juega un papel fundamental pero el Estado también, y entonces tú puedes lograr incidencia en un sector, pero si el otro sector no se moviliza entonces no logras nada. Tiene que haber una confluencia entre distintos actores. Nosotros ya hemos tenido muchas lecciones aprendidas en donde trabajábamos en un tiempo solo con sociedad civil y no lo logramos creyendo que eso es lo que permanece en los territorios. Y sí en efecto la sociedad civil es lo que permanece en esos territorios, pero siempre hay algo más que es el Estado. Ahora los gobiernos son pasajeros y algunas veces el que fue alcalde en el próximo mandato es concejal o luego secretario o luego se retira, y desde esta perspectiva pues hay gente que circula entre estado y sociedad civil. No sé yo creo que hay que hacer un trabajo de todos y hay que llegarles con el mismo mensaje y con la misma idea. Ahora, estamos lejos de ese momento de paz porque lo que hay que lograr son otras condiciones que son más estructuras y que toman tiempo pero que no por ello hay que perder la esperanza de que si se va a lograr. Yo si sueño y espero un país en paz más sé que no es en lo inmediato y que quizás eso a mí no me va tocar, pero espero que a mis nietos sí les toque digamos en su momento.
G.M.R.: ¿Qué faltaría de la sociedad civil entonces para contribuir a la paz? ¿Es un tema de tolerancia, de respecto, de perder el miedo…?
J.A.C.: Todas las que has tocado. Yo creo que es un tema de asumir un papel activo y yo creo que en eso si todos tenemos capacidad de incidencia de una u otra forma. No podemos dejar en manos del otro o que sea el otro el que dé el primer paso y se mueva. Porque cuando yo asumo que tengo un papel activo en la transformación de esto yo también me movilizo porque estamos dejando en manos de los otros un proceso de paz que es de todos. Y si ya no es una persona sino 10 que piensan que no deberían hacer nada, entonces esto permea a la sociedad y nos quedamos quietos porque nuestro funcionamiento en red es de esa forma. Entonces yo creo que hay que asumir un papel más activo y no tan pasivo. Ahora en lo individual yo creo que hay que empezar por lo más cotidiano o sea por la relación con nuestra familia, con la relación con nuestros vecinos o con nuestros estudiantes, en nuestro caso.
G.M.R.: ¿Qué tan dispuesto estaría usted o sus compañeros de trabajo en trabajar con un reinsertado?
J.A.C.: Total, así haya cometido el crimen que haya cometido porque nuestro papel no es enjuiciar, nuestro papel es generar transformaciones y digamos que eso que tú acabas de decir de lo que podríamos entender como los grandes delitos, yo a veces entiendo que hay otros delitos que sí son peores como la traición. Eso depende también del contexto en donde tú estés.
G.M.R.: ¿Qué le genera el conflicto armado, qué sentimientos encontrados le vienen?
J.A.C.: Dos cosas, la primera es profunda tristeza de ver alrededor de dos o tres generaciones del país que se han echado al lastre. Una sociedad que terminó de diferentes formas, no solo con el conflicto, pero también con la idea del narcotráfico y la idea de la plata fácil. Y ese tipo de cosas permeó las bases de la sociedad entonces por eso siento una profunda tristeza. Pero, por otro lado, siento una vergüenza infinita y si tú me lo planteas, así como si yo se lo fuera a contar a algún extranjero, yo siento una vergüenza infinita de lo que se ha hecho en términos de la injusticia, de la inequidad, de las causas reales del conflicto armado.
G.M.R.: Finalmente, en esta facultad de ciencias sociales, ¿siente que hay un interés por el tema de la paz?
J.A.C.: en esta facultad hay un interés total de contribuir en lo que viene de la construcción de paz, en lo que viene en el futuro, y aquí se toca cotidianamente el tema porque es de nuestro interés y sé que es del interés de la universidad, por supuesto pues con diferentes visiones de diferentes facultades, pero sí se toca el tema. Digamos en esta facultad tenemos proyectos con las comunidades étnicas, de reivindicar su identidad sobretodo.
Después de la entrevista con el profesor Castro, algo quedó muy claro y es que la sociedad civil juega un rol fundamental para la reconstrucción de la esfera social colombiana. Del arte nos llevamos un profundo dolor, y una profunda inquietud en el alma. El arte cumple dentro de la sociedad colombiana con la tarea de sensibilizar al público a través de diferentes manifestaciones, en este caso el teatro. Pero la docencia y la voluntad de un grupo de profesores como el de Juan Andrés Castro y su grupo de trabajo, también aporta un granito de arena en la concientización y a la transformación de la realidad de muchas veredas, municipios o territorios que quieren seguir adelante y no quedarse con el estigma de que son víctimas y allí se van a quedar.
Cabe decir que, si bien solo se tocaron dos formas de manifestación social, estas fusionadas con otras podrían crear lo impensable. Es decir, una paz duradera y estable. Una paz que integre a los ex combatientes, a los políticos (que muchas veces también se les rechaza), a las comunidades étnicas, al campesino, al financiero, al doctor, al abogado, en fin, a todas las personas que se la quieran jugar por el futuro de Colombia.
Como bien lo dijo el maestro Santiago García, ni perdono, ni olvido. Tal vez el perdón sí sea necesario, pero hay que ver este perdón a través de la memoria y no del olvido como vimos en Soma. Reivindicar la voz de todos los secuestrados, asesinados y torturados que se perdieron en el río, en el campo, en las ciudades o en el monte.