7 de julio de 2016
Del amarillismo mediático al riesgo de la islamofobia
Por: Daniel Del Castillo R & Juan Diego Niño Aragón.
¿Es el Islam objeto de un proceso de estigmatización por parte de la prensa internacional? En el presente artículo estudiaremos este proceso, así como exploraremos las herramientas claves que pueden favorecer un posible cambio en la imagen negativa del Islam, ya sea de orden mediático y/o socio-político.
Actualmente, se presenta la necesidad de entender de una forma más sencilla el Islam, cómo se desarrolla, y por qué es pertinente cambiar su mala imagen internacional. Para buscar mayor tolerancia, y colaborar en el establecimiento de un diálogo más asertivo entre las religiones, más allá de las fronteras en donde se estableció, en otras palabras: como objeto de estudio mundial.
¿Por qué hay tan mala prensa sobre el Islam?
No es desconocido para nadie que existe una gran tendencia por parte de algunos medios de comunicación hacía el amarillismo, y en el caso del Islam no es la excepción, al contrario, en algunas ocasiones, resulta aún más visible. Pero en general este no es el problema, la situación que más preocupa es el hecho de que esto se haya convertido en una tendencia de todos los medios de comunicación internacionales occidentales.
Hay que tener en cuenta que las generalizaciones constituyen un problema que nos afecta a todos. En el caso de los musulmanes, para nadie es ajeno el hecho de que existan islamistas radicales que cometieron actos terroristas a nombre del Islam; pero no significa que todos los cometan. Sin embargo, esta explicación se queda corta frente a este tema. Por lo que necesitamos entender la incapacidad de distinción por parte de la sociedad civil occidental, entre la minoría que mal interpreta las enseñanzas del Islam y la gran mayoría que respeta las leyes musulmanes, civilizadas y morales.
Por lo que, a partir de la afirmación anterior, entramos a debatir el hecho de que exista una percepción basada en dos formas del Islam: pues es común escuchar a través de los medios de comunicación, que existe una forma moderada, y una extremista de practicar esta religión.
Lo cual es una interpretación equívoca, pues los musulmanes entienden el Islam como un modelo religioso que se encuentra basado en “El camino del medio”, en términos del Corán lo entendemos como “wasatan wmmatan”, lo que traduce o significa “La comunidad del camino del medio”: el medio entre dos extremos. Un camino recto, el cual se les da a los musulmanes a través del Corán para viajar, para guíar su vida[1].
Los dos extremos se reducen a: uno de negligencia hacía los deberes islámicos, que se basa en el hecho de no recordar a Dios cuando se llevan a cabo las tareas de uno mismo, de su familia y de la demás humanidad. El otro extremo, por el contrario, se entiende como un camino de violación a los principios del Islam, los cuales implican entre ellos el uso excesivo de la fuerza, la falta de compasión, la dureza, y por último, una mala y perversa interpretación de las leyes islámicas.
Los medios de comunicación en muchas ocasiones presentan al Islam como un modelo de religión opresivo: por lo tanto, las mujeres usan el hijab. Asímismo, que este está fuera de los derechos humanos; de ahí la horca, la decapitación y la lapidación hasta la muerte. También se le acusa de estar en contra de la intelectualidad: por lo tanto, la quema de libros; y de ser demasiado restrictiva en cuanto a la prohibición de los asuntos extra matrimoniales, el alcohol y el juego. E incluso, la acusan de ser una religión extremista, lo cual degrada la situación en Argelia, en el Líbano y, por supuesto, en Egipto. Religión que mira hacia atrás en Pakistán, en Arabia Saudita y en Afganistán; que es conflictiva en Palestina, en Cachemira y en Indonesia; y decididamente peligrosa, como es el caso en Irán. Sin embargo, esto no implica que es su totalidad, todo esto sea cierto, pues en muchos casos son verdades a medias y olvidan contar la otra cara de la moneda.
El riesgo de la estigmatización islamista
Nunca como antes se había dado visibilidad mediática al hecho de que los alcances del terrorismo podían peligrosamente desviarse hacia un proceso de estigmatización del Islam. Nunca como antes se ha hecho un llamado, desde la reflexión crítica, a realizar sobre todo un esfuerzo para no caer en este proceso, cuyos riesgos derivarían en una puesta al margen en Occidente de esta comunidad religiosa, que cuenta actualmente con 1.5oo millones de adeptos alrededor del mundo; cuando más que nunca – en la actual coyuntura – resulta necesario establecer los lazos con los musulmanes de occidente, para contrarrestar el peso del terrorismo islámico.
Forjado por el sociólogo alemán Erwing Goffman (1922-1982), el concepto de estigmatización consiste en definir un objeto haciendo sobresalir sus características y marcas más negativas; y cuyo resultado termina siendo el desprestigio del mismo. El estigma como tal marca la diferencia y la anomalía, frente a los estándares socio-políticos de comportamiento, que son considerados justamente como normales, de uso frecuente y como la regla de las instituciones políticas y las sociedades. Los medios han caído entonces en una estigmatización del Islam, mostrando incomprensión hacia esta otra cultura, radicalmente distinta e incivilizada.
Las investigaciones periodísticas consultadas, dan fe de los siguientes problemas, en cuanto a la estigmatización islamista:
Hay poca atención a los aspectos positivos del mundo musulmán. Los medios de comunicación tienden a preferir lo extraño y lo bizarro. Gran parte de lo que es positivo es también a menudo común y aburrido, y no tiende a encontrar su camino en los medios de comunicación internacionales.
Hay pocos informes sobre la situación de los musulmanes. Los musulmanes están más a menudo presentados como agresores en lugar de víctimas.
Hay poco sobre cómo los musulmanes también se ven afectados por las transgresiones de su propio pueblo.
Hay pocos informes sobre el proceso de satanización del Islam, que es el nuevo enemigo mundial no. 1 de todos.
También hay poca cobertura sobre los encuentros entre las religiones por la paz, aunque el Papa Francisco recientemente se reunió con el patriarca ortodoxo Bartolomeo I.
Los medios de comunicación también tiende a adoptar la terminología occidental que prevalece cuando se habla sobre el Islam, los problemas del extremismo y el terrorismo. Muy a menudo, estos son términos que los musulmanes no sólo no utilizan, sino que también consideran ofensivos.
Los medios de comunicación tienden a ser selectivos en sus informes sobre el fundamentalismo religioso.
¿Por qué cambiar la perspectiva?
Para poder explicar el porqué debemos cambiar de perspectiva, vale la pena mencionar la importancia de encontrar un equilibrio en los debates sobre el Islam, evitando toda estigmatización, en especial en las nuevas sociedades europeas.
Aunado a lo anterior, las minorías musulmanas hacen parte fundamental de la realidad mundial del momento. Pues sin importar gustos, la realidad es que al día de hoy existen al menos 13 millones de personas en Europa, y alrededor de 7 millones en América, que son practicantes del Islam y que sencillamente no pueden ser ignorados. Si estas personas respetan los deberes de la sociedad occidental, pueden disfrutar de los mismos derechos que cualquier otra. En este sentido, como cualquier otro grupo subnacional, tienen derecho a ser protegidos de la discriminación, por el simple hecho de practicar su religión, de tener otra procedencia y otra nacionalidad[2].
Por último, hoy podemos evocar la deontología del periodismo, y el deber moral que tienen los periodistas, de mantener su propia neutralidad y profesionalismo, respecto a los hechos que reportan. Verdaderos proveedores de la información en las sociedades de la información actuales, poseen en sus manos el poder de influenciar a la sociedad civil como líderes de opinión, ya bien sea hacia el orden basado en la tolerancia, o hacia la destrucción de su tejido social, al maltratar a los musulmanes de tal manera.
¿Cómo cambiar la verdad establecida?
Para cambiar la verdad establecida, el camino debe estar dirigido hacia el entendimiento mutuo, y el abrir las ideas de las personas. A lo mejor, este debe ser el fin último de una sociedad pluralista, que entienda que las minorías tienen un valor fundamental en su desarrollo, y que impida la discriminación entre sus ciudadanos. Esta es la visión que comparten las élites musulmanas, que viven en Occidente, que han adquirido la nacionalidad, cuyos hijos han nacido en estos países, pero que siguen conservando un vínculo emocional con sus antepasados, en términos de religión, identidad y cultura. Pero es también la visión que moralmente debería inundar a los países receptores de los refugiados sirios, los cuales al contrario tratan con desdén estas poblaciones víctimas del actual escenario global.
Pero la pregunta es cómo dejar de soñar, y acercarnos más a este fin último, o por lo menos como lograrlo con el Islam. Alatas Syed Farid (2005) nos plantea estas soluciones, que desde nuestro punto de vista favorecen el respeto por la diferencia, sin importar la nacionalidad, la religión, la forma de vestir ni de pensar. En primera medida, propone canalizar el conflicto cultural, en términos de Huntington, hacia arenas relativamente más amigables como lo intelectual y la competencia económica, como en algún momento sucedió en la Guerra Fría (1945-1989). Por otro lado, los estadounidenses necesitan saber que la mayoría de los musulmanes no son desaliñados “yihadistas” (otro término mal utilizado), y los musulmanes tienen que saber que la mayoría de los estadounidenses no son los “red neck” (tipos duros). Además, el esfuerzo en la educación, para enseñar a los jóvenes sobre los orígenes multiculturales de la civilización, y sobre las contribuciones del Islam a la civilización occidental moderna, resulta una piedra angular de esta nueva visión de las cosas. En efecto, el Islam también son valores, y el Islam comparte los mismos problemas que otras religiones, de frente al desencantamiento del mundo, y la crisis de la fe en las nuevas generaciones.
Finalmente, los periodistas europeos ya no deberían estar obsesionados con la idea de una única identidad, menos aún con la búsqueda de un fuerte sentimiento de civilización europea. Deben avanzar hacia una sociedad flexible y abierta, de corte multicultural. Entonces se convertirán en un modelo vanguardista, en la cual el periodismo no se centre en la raza, la cultura, la religión y el color, sino en la pertenencia a la humanidad y los valores universales.
[1] Alatas Syed Farid , The Centre for Research on Islamic and Malay Affairs (RIMA), Singapore & Konrad Adenauer Foundation (KAF), Singapore Covering Islam: Challenges & Opportunities for Media in the Global Village, Chapter: Is Objective Reporting on Islam Possible?, Contextualizing the Demon.
[2] Quraishy, Bashy, Mugak, Islam en los Medios de Comunicación Occidentales, rescatado de: http://www.mugak.eu/revista-mugak/no-18/el-islam-en-los-medios-de-comunicacion-occidentales
Referencias El Libre Pensador:
Quraishy, Bashy, Mugak – Islam en los Medios de Comunicación Occidentales.
El Universal – Papa Francisco se reúne en Roma con líderes religiosos.
Youtube – Islam y Ciencia, Islam y los Medios de Comunicación, 4:03 – 7:15