15 de marzo de 2016
¿Estamos condenados a seguir el destino trazado por las potencias?
Por: Andrés Ocampo Velandia
Con el paso del siglo XX y la primera década del siglo XXI, hemos visto como el liderazgo y la hegemonía de las distintas potencias se ha expandido en el mundo. El escritor y periodista colombiano William Ospina propone la tesis de que la Historia del mundo ha sido escrita por estas, en detrimento de otras naciones que siguen siendo ignoradas a pesar de sus valiosos aportes a la Humanidad. En el presente artículo analizaremos esta tesis.
William Ospina recoge una tradición de pensamiento según la cual el hombre blanco ha dominado el mundo y, desde su etnocentrismo histórico, se ha mostrado como superior respecto a todos los otros hombres. La mayor prueba de esto es el sistema de la esclavitud que perduró durante siglos, y que convirtió a los africanos en una verdadera propiedad del hombre blanco.
La historia escrita por los poderosos
Existen teorías históricas según las cuales fueron los pueblos escandinavos, y no los españoles ni los británicos, quienes navegaron por primera vez a lo largo de los océanos del mundo. Estas se basan en observaciones históricas que muestran que la falta de recursos naturales en sus territorios, aunada a un crecimiento demográfico rápido, los llevaron a abandonarlos para explorar nuevos horizontes. En este sentido, se sabe que fueron los vikingos los primeros en recorrer el planeta sin fundar imperios, y quienes llegaron por primera vez a América. Sin embargo, este descubrimiento se atribuye de forma general a los españoles, quienes se presentan como los grandes navegantes y colonizadores de la Historia de la Humanidad.
Por otro lado, hay vestigios que indican que fueron los pueblos nórdicos quienes inventaron el género de la novela. Nuevamente, este invento se les atribuye muy poco en la historia de la literatura, a favor nuevamente de la literatura española, logrando de este modo que nadie los ignorara en la materia.
Entonces, son los poderosos aquellos que escriben la Historia, dando a conocer lo que a ellos les beneficia e interesa, para proyectar temporalmente y a largo plazo una imagen de poder, que despierte la admiración de las otras naciones del mundo. En particular, durante los períodos de guerras mundiales que se dan a lo largo del siglo XX, se puede observar una verdadera manipulación de la historia por parte de las naciones poderosas, para acomodar los hechos a su beneficio. El ejemplo clásico son las fotos de Lenin y Trotski, manipuladas por Stalin una vez fallecido el primero, y éste último a la cabeza del Partido Comunista de la Unión Soviética.
De este modo, las naciones poderosas han trazado el destino de la Humanidad. Ya el sociólogo francés Francois Simiand (1873-1935) advertía sobre los célebres ídolos de la historia tradicional, o formas de pensar la historia que borran de un solo trazo el papel que los pueblos han efectivamente jugado en esta. Estos ídolos corresponden al ídolo político o creer que la Historia solo la escriben los poderosos; el ídolo individual o creer que solo una persona puede escribirla; y el ídolo cronológico, según el cual la historia se reduce al encadenamiento una serie de acontecimientos. Después de Simiand, se hablará de una historia social o una socio-historia.
Los destinos de las naciones en cuestión
Ospina comenta que el siglo XV fue un siglo italiano, el XVI un siglo español, el XVII un siglo francés, el XIX un siglo inglés, el XX un siglo alemán, y que muy probablemente el XXI será un siglo chino. Desde el punto de vista económico, ya China es la primera potencia mundial. El F.M.I. asegura que el P.I.B. chino tendrá un incremento significativo este año, superando los pronósticos de crecimiento del P.I.B. estadounidense. Por otro lado, cuentan con el sexto mayor pie de fuerza del mundo y unos 3,9 millones de efectivos, además de ser el segundo país con mayor gasto militar. A nivel político, empiezan a darse briznas de democratización. Sin embargo, el llamado milagro chino tiene sus límites: el país no se ha desarrollado a nivel agrario, tiene una de las tasas de suicidio más altas del mundo, y su modelo de difusión cultural (soft power) es aún incipiente, si lo comparamos con el de Estados Unidos.
Hoy en día, podemos ver cómo las grandes potencias siguen escribiendo la Historia del mundo. Por ejemplo, en la actual guerra en Siria las principales potencias juegan un rol importante gracias a su intervencionismo. Estados Unidos y Rusia se unieron para luchar contra ése enemigo común que es el Estado Islámico. No obstante, en las recientes reuniones alrededor de un acuerdo de cese al fuego para Siria, llama la atención que no participó el propio gobierno sirio. En el Grupo Internacional de Apoyo a Siria (GIAS) participan Alemania, la Unión Europea, Egipto, Jordania, Irak, Irán, Italia, Qatar, China, el Líbano, la Liga Árabe, los Emiratos Árabes Unidos, Omán, la Organización de Naciones Unidas, Rusia, Arabia Saudita, el Reino Unido, los Estados Unidos, Turquía y Francia.
Desde otra mirada, en Canadá está sucediendo algo interesante. El nuevo primer ministro Justin Trudeau, de tan solo 44 años, puso fin a diez años de gobierno conservador, y esta creando una nueva era. En efecto, Trudeau se comprometió políticamente con una serie de mejoras sociales como crear empleos para los jóvenes – quienes en la actual coyuntura son aquellos que sufren de las mayores tasas de desempleo – ajustar los derechos de los trabajadores, reconocer y apoyar a las minorías afrodescendientes y LGBTI – quienes reivindican ahora sus derechos – y acoger a más de 25000 refugiados sirios, lo cual es una verdadera necesidad mundial. Pero, ¿quién habla de esto en los medios? Nadie. Pareciera que la relevancia histórica de las medidas adoptadas por Trudeau en Canadá pasan inadvertidas frente al gran papel que se atribuyen las grandes potencias en la Historia de la Humanidad.
¿Qué destino para la nación colombiana?
A partir de lo planteado, resulta interesante preguntarse entonces ¿cual es el destino de Colombia? Este es un país tristemente célebre por el narcotráfico, la violencia, los grupos guerrilleros y la corrupción que han afectado nuestra imagen internacional; pero estas posturas ignoran lo que Colombia le ha brindado y le brinda al mundo.
Primero, nuestros aportes a la literatura universal y a la creación de identidad latinoamericana son innegables. También somos famosos por la riqueza de nuestra cultura, en particular nuestra música y nuestros artistas. Segundo, se trata del segundo país con mayor biodiversidad a nivel mundial, y el buen uso de los recursos naturales permitirían que el país fuera un ejemplo mundial de desarrollo sostenible y una potencia mundial en biotecnología para el 2032. Tristemente, las políticas neoliberales actuales de explotación de los recursos naturales no se orientan hacia un desarrollo sostenible. El país también puede llegar a ser una potencia agrícola, ya que podría cuadruplicar su producción con un mejor uso de la tierra. En lo económico estamos galopando, pero los niveles de desigualdad son alarmantes. Entonces, queda mucho por hacer para fortalecer nuestro destino como nación.
A corto plazo, el destino de la nación colombiana es el pos conflicto y la paz. ¿Seremos un ejemplo de paz para el mundo? No solo Colombia, sino el resto de los países latinoamericanos pueden romper con que sean los poderosos aquellos que escriben la Historia de la Humanidad. Estas naciones deben dejar de vivir en su sombra, y empezar a pensar en un mejor futuro no solo como nación, si no como todo un pueblo latinoamericano.
Referencias El Libre Pensador:
BBC Mundo – Las potencias mundiales alcanzan un acuerdo de cese el fuego para Siria
Youtube – Histórico: Acuerdan cese el fuego en Siria
Portafolio – China sería primera potencia económica mundial en 2016