16 de mayo de 2016
Trump o el declive estadounidense
Por: Daniel Del Castillo R & Lorena Monllor Montañana.
Diez meses después de que Donald Trump anunciara su candidatura a las primarias presidenciales de los Estados Unidos, hoy en día es la mayor amenaza para sus contrincantes del ala republicana, y un verdadero dolor de cabeza para Hillary Clinton. Su incremento en poder, asentado en una amplia base electoral, preocupa en efecto a muchos analistas de la política internacional quienes se preguntan si su popularidad simboliza la ignorancia del electorado gringo; o si aún incluso, su posible victoria final, aunque su visible falta de conocimiento y de un sólido programa en política exterior, podría representar una verdadera amenaza nada menos que para la paz mundial.
El self-made man, el outsider político y el experto en medios de comunicación.
Bien conocido por su fortuna, así como por sus excentricidades, excesos y mal gusto, se jacta constantemente en los medios – y en franca muestra de falta de educación – de ser el candidato más rico que se ha presentado a las elecciones presidenciales a lo largo de la historia de los Estados Unidos. Dueño de un gran imperio inmobiliario construido a partir de la herencia familiar, sabe aprovechar las buenas oportunidades y se diversifica en los medios masivos de información y la industria del entretenimiento. Su fortuna personal asciende hoy en día a $10.000 millones de dólares según la Revista Forbes, lo que le ha permitido financiar su campaña política. Encarna el self-made man por excelencia.
Usualmente definido como un outsider en política, es decir, un personaje que rompe con la clase política dirigente tradicional, ya que nunca anteriormente había estado involucrado en la vida pública del país, nunca ha ocupado un cargo público y nunca ha sido elegido por nadie con anterioridad. Razonablemente estas dudosas credenciales lo inhabilitarían para ejercer el cargo del “hombre más poderoso del mundo”, pero en los Estados Unidos es al contrario. Donald Trump se inscribe en la línea de personajes políticos como Ronald Reagan (1981-1989) o Arnold Schwarzenegger (2003-2011) quienes eran actores, y esto no fue impedimento para que lograran ejercer los más altos cargos públicos del Estado. Es la idea que cualquiera puede ejercer el poder, mientras que haya sido elegido por el pueblo y sea capaz de tomar decisiones, que se basa en una visión típicamente estadounidense y bastante amplia de la democracia, y de cómo se ejerce el poder en ella.
Su ascenso es fulgurante. Su carisma es cuestionado, pero está presente en la controversia que levantan sus declaraciones, las cuales capitaliza al máximo. Se muestra entonces como un experto en el manejo de los medios ya que es capaz de crear efecto. Aunque es un pésimo y desagradable orador, de gestos y muecas toscas, emplea un tono sencillo y franco, también hace un esfuerzo por ser chistoso (“funny”), y lo logra. Representa tanto la maquinaria industrial como la economía pujante, y es el abanderado de la consolidación de la supremacía económica estadounidense a nivel mundial (“Make America Great Again”, great over the world). Es un aguerrido ultraliberal que economiza toda visión del mundo, calcula intereses personales de forma inmediata y se atreve a negar el cambio climático, con lo cual raya en lo ridículo. Sobre este punto, se agarró con el Papa Francisco.
Personaliza el poder, muchos de sus adeptos se encuentran cegados por el personaje pero desconocen sus lagunas programáticas, su desconocimiento de la función pública, su falta de propuestas, ensordecidos por su voz rota que idiotiza a los electores cual si su campaña fuera un reality más de los muchos que ha producido para la industria del entretenimiento.
La profunda laguna en sus propuestas
El candidato provocó que amplios sectores nacionales y políticos – como los inmigrantes latinos y musulmanes, las mujeres y los intelectuales – se opusieran a su campaña tras conocer sus propuestas. Pero a pesar de este gran rechazo, siguió liderando en las encuestas.
En primer lugar, con la simple anti-propuesta de construir un muro en la frontera de los Estados Unidos con México – que sería financiado por los mexicanos – para eliminar la inmigración ilegal, pisoteó cuatro siglos de pensamiento filosófico-político alrededor de la paz y la cooperación internacionales, desde Immanuel Kant. Como lo muestra el portal Council on Foreign Relations, en sus propuestas es bastante débil, desde todo punto de vista. En particular, en materia de política exterior. Tampoco cree en la OTAN.
Ya la idiotez del muro se basa en una generalización y una serie de prejuicios según los cuales todos los mexicanos que llegan a Estados Unidos son asesinos y narcotraficantes. Su reforma migratoria ni caló ni funcionó. Frenaría los esfuerzos de la administración Obama por acoger a unos cientos de refugiados sirios, a pesar de los miles que deseaba el presidente quien se encontraba maniatado por el congreso republicano. En relación al Estado Islámico se ha mostrado especialmente vehemente, y de acuerdo con el envío de 10.000 hombres más. Quiere que los refugiados se queden en Siria, en zonas de paz que protegería. Pero omite muchos otros aspectos, por ejemplo que la opinión pública está cansada de enviar a sus jóvenes al frente, o que el nivel de destrucción es tal que es entendible que estas poblaciones abandonen sus territorios. Podemos observar que muchas de sus posturas se limitan en criticar la presidencia de Obama, pero es poco propositivo. Por ejemplo, quiere dejar abierta Guantánamo, ignorando las violaciones a los derechos humanos que ahí se observan. En el fondo, se esconde una voluntad de retirar a Estados Unidos de los conflictos – como el de Ucrania – que no le pertenecen y que los pueblos se auto determinen por sí mismos. Se proclama, por último, cercano al realismo de Putin.
La ofensiva comercial y económica
Por otra parte, su mayor ofensiva se centra en lo económico, a nivel nacional. Desde su óptica, la supremacía económica – concepto altamente cuestionable – requiere manejar el Estado como una empresa. Esto significa reducirlo al máximo y hacerlo altamente eficaz. ¿Podría esto traducirse durante su mandato en despidos masivos de funcionarios? Es uno de los riesgos que toman sus electores. Rechaza las ayudas sociales porque según él constituyen un gasto innecesario para el Estado y favorecen el asistencialismo. En este sentido, quiere desmontar en particular el programa líder del actual gobierno: el Obamacare. Exige y defenderá como el gran capitalista que es, menos presión fiscal sobre el sector privado, y más financiación pública. En otras palabras, aumentar el gasto público, en particular en defensa y en materia energética: dos sectores claves a nivel mundial que quiere administrar a su modo. Favorece entonces el unilateralismo gringo, en detrimento del multilateralismo internacional, y en este sentido prolonga la visión de uno de los presidentes más peligrosos de la historia de ése país: George W. Bush.
En lo internacional, su estrategia resulta igualmente ofensiva. Respecto a la guerra de monedas con China y las tasas de convertibilidad flotantes, responde con la idea de establecer aranceles a la importación china. Varios analistas concuerdan en que esta medida aumenta el riesgo de provocar una recesión en la economía mundial. En otras palabras, quiere presionar a China – un Estado que históricamente no cede ante presiones de ninguna índole – y esto no favorece para nada la estabilidad del sistema internacional, pues su discurso es poco diplomático y quiere acusar a China abiertamente de competencia desleal, lo cual tendrá repercusiones que pueden afectar la economía de los Estados Unidos. También quiere presionar económicamente a China respecto a Corea del Norte, y quiere armar de forma nuclear a Japón, un país en el que no existen armas nucleares por voluntad pacifista desde el fin de la segunda guerra mundial. No dudaría en presionar a Irán, pues no cree en el reciente tratado nuclear firmado con esa nación. Trump cree que este representa a una Norteamérica de rodillas, pero desconoce tanto el recorrido histórico que fue necesario para llegar al tratado actual, como el nivel de complejidad de las negociaciones que precedieron este acuerdo.
En cuanto al resto de asuntos internacionales, ha afirmado que los dejará en manos de expertos y asesores antes de tomar una decisión. Como vemos con un programa relativamente sencillo, lleno de lagunas, Trump viene triunfando en los resultados a las primarias presidenciales y acumula hoy en día 1.135 delegados a su favor, tan solo le faltan 102 para ser el candidato republicano oficial. Las coaliciones de los republicanos afanados y decepcionados, como los electores del recién retirado Ted Cruz, no logran frenarlo. ¿La constante en sus propuestas? El riesgo político-económico que representan para los Estados Unidos y por ende su posible declive. No representa el consenso democrático, ni la diplomacia, al contrario el disenso, la franqueza, el riesgo y la controversia. Se pregunta uno, ¿podrá tomar el toro por los cuernos de la nación más poderosa del mundo, tarea que no es nada fácil?, ¿podrá dirigir cuando gran parte de los líderes mundiales le están cerrando las puertas?
Referencias El Libre Pensador:
Council on Foreign Relations – Campaign 2016 the candidates and the world
France Culture -Donald Trump : la voix de l’Amérique profonde ?