15 de febrero de 2016
Colombia, ¿rumbo a las “buenas prácticas”?
Por: Juan Felipe Ávila Ávila
Desde el año 2011, por iniciativa gubernamental, Colombia está en proceso de adherirse a la Organización para la Cooperación del Desarrollo Económico –OCDE, que con 34 países miembros, de los cuales dos son latinoamericanos, se hace llamar el “club de los países ricos” o “de las buenas prácticas”. Así, para efectos de que Colombia forme parte de este exclusivo grupo, la OCDE ha expuesto una serie de asuntos en los que Colombia debe trabajar en aras de alcanzar los altos estándares que comparten los miembros de la organización. Lo que aún falta
En su informe de 2015, la OCDE afirmó que si bien Colombia tuvo un crecimiento extraordinario en la última década, ligado especialmente al “boom” de la minería y el petróleo, la productividad y la inversión fuera de los sectores mencionados ha sido baja, a causa de la alta carga tributaria que enfrentan las empresas, una infraestructura inadecuada y el limitado acceso al financiamiento. Adicionalmente, resalta retos en los que debe trabajar el país, como la desigualdad, la informalidad, los niveles de desempleo estructural, la pobreza en la tercera edad, y, no menos importante, los bajos niveles de innovación.
Como principales recomendaciones, la OCDE propone que se efectúe una reforma tributaria integral, que Colombia viene aplazando desde hace tiempo con reformas parciales, que aumente el crecimiento, la equidad y la recaudación, reduzca el costo de inversión, elimine algunas exenciones tributarias y tenga un efecto más verde, gravando las actividades que producen una alta emisión de gases de efecto invernadero. Por otra parte, para promover un crecimiento más inclusivo, la organización considera primordial coordinar proyectos que desarrollen la infraestructura de transporte, cuya obsolescencia actual es un limitante de crecimiento para el país. A lo anterior le añade: reducir la elevada informalidad laboral, que agravada por lo que denomina un alto salario mínimo, y agudos costos laborales no salariales, exacerban la desigualdad, y adaptar la legislación para mejorar el clima de negocios.
Por último, el informe señala que hay un alto índice de pobreza en la población de la tercera edad en Colombia, es decir, que es necesario ampliar la cobertura y aumentar la equidad de los subsidios de la tercera edad a través del fortalecimiento del programa Colombia Mayor.
Un gobierno muy obediente
El primer artículo del Plan Nacional de Desarrollo invoca a la OCDE y a sus estándares como objetivo fundamntal. En ese sentido, se evidencian varias medidas que parecen indicar que el gobierno está haciendo intentos vehementes para que Colombia ingrese a la organización.
No es extraña entonces la reforma a las regalías, la Ley Anti-corrupción o los programas de acceso a la educación terciaria. Pero que tampoco sorprenda que el gobierno haya ajustado el salario mínimo en un porcentaje menor a la inflación o que esté buscando recursos inmediatos para invertir en infraestructura de transporte.
La reforma tributaria estructural que pretende fortalecer el recaudo, aliviar la carga de contribuciones a las empresas y, según lo propuesto por la comisión de Expertos Tributarios del gobierno, aumentar el IVA, resulta ser el caso más claro, pues aunque ya se venían haciendo reformas de este tipo, parecieron no estar a la altura de las exigencias de la OCDE. Por otro lado con la ley Projoven, que está en debate en el Congreso de la República, se pretende reducir la informalidad, haciendo que “el primer empleo” sea más accesible.
No obstante, los asuntos en los que se ven inmiscuidas las voces de la OCDE parecen no agotarse, pues, según afirmó Jorge Enrique Robledo (actual senador por el Polo Democrático) en su columna para el portal La Patria: “Para definir el Plan Nacional de Subdesarrollo hubo 45 reuniones entre la burocracia del Ministerio de Agricultura y la de la OCDE. No sorprende que en el catecismo santista estén el libre comercio y la extranjerización de las tierras rurales.”
¿Estamos preparados?
No cabe duda que el gobierno está muy al pendiente del proceso de adhesión de Colombia a la OCDE y que probablemente el país sea aceptado en un futuro no tan lejano. Para el gobierno sería una gran victoria el darle un “sello de calidad” al país con esta nueva membresía, que junto con el esperado fin del conflicto armado interno, generaría una atractiva atmósfera de confiabilidad. Sin embargo es preciso hacer un análisis concienzudo (como lo hizo Brasil en su momento) sobre si Colombia llegará a ser realmente un país desarrollado según la hoja de ruta proporcionada por los países más ricos del mundo, pues podríamos no estar preparados para hacer parte de esa liga.
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