5 de enero de 2021
Crónicas de muertes anunciadas
Por: Santiago Ovalle
Escuchar sobre el asesinato de un líder social se ha vuelto muy común en los últimos meses, incluso años, lo más frecuente es oír que uno de ellos fue asesinado en alguna región apartada, a manos de un grupo al margen de la ley. Esta es una realidad preocupante para un país que quiere...
Escuchar sobre el asesinato de un líder social se ha vuelto muy común en los últimos meses, incluso años, lo más frecuente es oír que uno de ellos fue asesinado en alguna región apartada, a manos de un grupo al margen de la ley. Esta es una realidad preocupante para un país que quiere superar un conflicto interno armado de más de 50 años y que trata de pasar las páginas del horror y la guerra; sin embargo, esta situación va más allá del asesinato, también sufren atentados y secuestros, y son amenazados a través de panfletos y sufragios. Distinto a lo que se cree, este no es un fenómeno exclusivo de las veredas y municipios lejanos, diariamente miles de valientes colombianos son objeto de esta clase de hostigamientos y crímenes en todo el territorio nacional.
Según un reciente informe de la Fundación Indepaz, desde la firma del acuerdo con las FARC-EP en 2016 hasta el 28 de febrero de este año, habían sido asesinados 817 líderes sociales y defensores de Derechos Humanos en Colombia. Una cifra comparable a un poco más de tres transmilenios abarrotados de personas.
La Fundación Paz y Reconciliación define el término “líder social” como: “toda persona que tiene vocación de transformación social, que moviliza apoyos políticos y ciudadanos”. Con la firma del acuerdo de paz, las comunidades, agrupaciones sociales y movimientos de todo tipo que habían sido ignorados o sometidos en el marco del conflicto, comenzaron a tener relevancia en asuntos locales y departamentales. Sus líderes son quienes personifican a su comunidad, pretenden liderar nuevos procesos y denuncian los problemas que se viven en sus territorios, por esto son asesinados.
Bajo el estado de naturaleza
Ser un líder social o defensor de los Derechos Humanos sigue siendo una labor de alto riesgo en el país, según el último informe del OACNUDH sobre esta situación en Colombia durante el 2019. La falta de presencia del Estado, que no es más que el abandono del gobierno central a las regiones más apartadas del país, es una de las causas de esta tragedia. Lamentablemente, esto viene de hace décadas, siendo el caldo de cultivo para la consolidación de actores armados no estatales que han agobiado a la población civil y al país. De igual forma, el abandono estatal aumenta las brechas de desigualdad en los territorios más pobres que son, paradójicamente, los que tienen un mayor potencial de crecimiento económico y social. Casi como si nos encontráramos en el estado de naturaleza hobbesiano, donde los habitantes de estos espacios no alcanzan a beneficiarse de vivir plenamente en sociedad por preocuparse nada más por sobrevivir en un entorno en el cual predomina la violencia.
Los departamentos más azotados por la violencia contra líderes sociales son Antioquia, Cauca y Norte de Santander, pero no son los únicos: en general todas las zonas que otrora estaban ocupadas por las FARC, después de la firma del acuerdo de paz quedaron a merced de múltiples organizaciones criminales y grupos terroristas. Para todos estos grupos, tomar posesión de dichos territorios les representaría controlar largas extensiones de cultivos ilícitos y corredores estratégicos para el tráfico de drogas, además de adueñarse de otra clase de rentas criminales como la minería ilegal. A medida que los negocios ilícitos les generan buenos ingresos, estas organizaciones se fortalecen, perpetuando la violencia para los pobladores de las zonas colindantes.
Estaba cantado …
Ahora bien, a lo mencionado debemos agregarle el ineficaz cumplimiento e implementación de los acuerdos de paz por parte del gobierno de Iván Duque. Como lo ha informado La Silla Vacía en varios artículos, la estrategia del gobierno Duque es no hacer referencia al acuerdo e implementar los puntos menos sensibles, con cierta desidia para impulsar las grandes reformas y puntos álgidos de la paz. Para citar un ejemplo, un gran porcentaje de los líderes sociales no cuenta ni con la protección debida, contemplada en el acuerdo, ni con las condiciones de seguridad mínimas en relación con la labor que realizan y el alto riesgo que esta conlleva.
Pareciera que estamos frente a una problemática creciente y que da visos de no querer frenar, ni disminuir en el corto plazo, a menos que el gobierno Duque pise el acelerador de la implementación y despliegue todas las instituciones a su disposición para contener esta desgracia. Los líderes personifican los intereses de su comunidad o ciudadanía que los respalda. Así que cuando se asesina a cualquiera de ellos, más allá del homicidio concreto, se comete un asesinato político; acabando con las reivindicaciones y causas de toda una comunidad.
Recomendados Libre Pensador
Naciones Unidas. (2020). El 2019, un año muy violento para los derechos humanos en Colombia.
Salazar, Sania y Gómez, Luisa Fernanda. (2019). Explicador: ¿Qué es un líder social?
Riveros, Héctor. (2019). Los logros del acuerdo de paz contados por el Gobierno. La Silla Vacía.
[i] Introducción a la Ciencia Política. Ensayos Fundamentales. La Política y la búsqueda de la felicidad. Ana María Arango. Universidad Externado de Colombia.