Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

20 de marzo de 2020

Sin moralismos. Es economía                                     

Por: Santiago González

Joseph Stiglitz (Premio Nobel de Economía), en su libro El Precio de la Desigualdad afirmaba que “el 90% de los que nacen pobres, morirán pobres”. Claro, él se refería a las variables “esfuerzo” y “meritocracia”, pero el hecho es que la pobreza se mantendrá. Ahora bien, tomemos la variable “aborto” y bajo la hipótesis de Stiglitz, un niño no deseado dentro de una familia de escasos recursos, tendrá el 0.9 de probabilidad de perpetuar la pobreza. Así bien, en el peor de los casos ese hijo pasará al ICBF, ¿cuánto le cuesta al Estado? ¿trampa de la pobreza? ¿Tendremos cifras de desempleo infladas? ¿Tendremos más déficit en la cobertura de salud/educación?

Al igual que la hipótesis de Stiglitz, la trampa de la pobreza muestra que el ingreso futuro será menor que el ingreso presente, a causa de la ausencia de ahorro de la persona. Esto finalmente se traduce en que los que están atrapados en la pobreza serán cada vez más pobres. En este sentido, según la ONU “los embarazos en la adolescencia son más comunes en los hogares más pobres y se deben más por falta de acceso a métodos anticonceptivos que por el deseo de tener hijos. Esa situación impide que puedan tener mayor acceso a la educación sexual o a la independencia económica, por lo que son más vulnerables a terminar embarazadas a temprana edad, y ello termina reproduciendo el círculo de pobreza”.

Según la Encuesta Nacional de Demografía y Salud, el 66% de los embarazos adolescentes entre 1990 y 2010 nos fueron deseados. De igual manera, el 17.4% de mujeres entre 15 y 19 años ya son madres o han estado embarazadas. La doctora Sandra Gómez, ginecóloga y especialista en medicina reproductiva, señala “que la mitad de las madres adolescentes no terminan la secundaria y centran su vida en cuidar a un bebé que nunca habrían previsto llegaría en esta época en que era preciso terminar sus estudios y encaminar su futuro”

Dicho lo anterior, y con unas estadísticas que muestran un panorama nacional, hay varios puntos que quisiera mencionar –y argumentar–, para desarrollar la idea del por qué el aborto debe ser completamente libre:

  1. La primera, y quizás la más importante para mí, es el tema de la coherencia política y la equidad social. Me parece supremamente contradictorio escuchar a los “liberales” decir que están en contra del aborto, teniendo en cuenta que se preocupan por los “intereses de los más vulnerables”. ¿No me cree? El círculo en el que probablemente yo crecí, es supremamente privilegiado económicamente. Las personas que tomaron la decisión de abortar tuvieron absolutamente TODOS los recursos económicos para realizarse procedimientos en su aborto, dejándolos fuera –o al menos con probabilidades mínimas–, de riesgo. Les pregunto nuevamente, ¿Qué pasa con la gran mayoría de mujeres con embarazos no deseados? Exacto, son de escasos recursos. El aborto libre les dice que ellas también pueden acceder a un trato digno en un hospital con las mismas garantías con las que cuentan las mujeres de clases altas, para salvaguardar su vida.
  1. En segundo lugar, la prohibición y/o estigmatización jamás ha detenido nada. Un ejemplo claro son las drogas. Al igual que con el aborto, las mujeres lo han hecho, están haciéndolo y lo seguirán haciendo. Entonces, ¿la prohibición es la solución? Evidentemente no. Me nacen dos preguntas básicas: ¿seguimos criminalizando a la mujer que quiere abortar, haciendo que tenga que ir a lugares de mala muerte a morir, o más bien hacemos políticas públicas para reducir embarazos no deseados? Le parecerá raro, pero países que han despenalizado el aborto, han visto reducciones en sus tasas de embarazos no deseados y, por ende, en la reducción del mismo aborto.

Foto tomada de: https://www.eldiario.es/agendapublica/impacto_social/tasas-aborto-elevadas-paises-restrictivas_0_302720086.html

Si tenemos aborto libre, la mujer puede inmediatamente decidir si realizarlo o no, evitando tanto trámite engorroso que solo demora procesos y se tienen casos como la señora que abortó a los 7 meses. Si hubiera sido legal desde el principio, se evitaba la controversia.

  1. La mujer puede (y debe) decidir sobre su cuerpo. ¿Qué hacemos nosotros los hombres –que nos morimos con una gripa–, opinando sobre el aborto? La mujer tiene autonomía y poder sobre su cuerpo. Sencillo. Nosotros realmente que hacemos, ¿eyacular? ¿Quién sufre los cambios en el cuerpo? ¿Cambios hormonales? ¿Quién realmente en ocasiones pone en riesgo su vida por el embarazo? En efecto, todo lo padece la mujer.
  1. Al igual que como he propuesto y he escrito un montón sobre la legalización de drogas, eso NO va a generar que usted se vuelva un drogadicto. Eso le va a generar opciones completamente reguladas. Con el aborto libre es lo mismo: nadie está obligando a abortar. El aborto sigue siendo una opción. ¿En qué se traduce? Muy fácil: si a usted no le gusta abortar, pues no aborta.

A los religiosos les digo que el legalizar el aborto no va a generar promiscuidad, no sean ridículos. Los casos de aborto que se tienen documentados siempre han sido en su mayoría por errores en los anticonceptivos, fueron víctimas de situaciones ajenas (violación), o no era el momento económico para ese entonces. Es más, ¿sabe cuánto gasta el ICBF en su rubro “Apoyo el Desarrollo Integral de la Primera Infancia a Nivel Nacional”? Son $4.421.515.466.346 (63.3% del total del presupuesto). En fin: la perpetuación de la pobreza.

Por consiguiente, mi posición como una persona Cristiana Protestante es clara: me considero, como lo dice el pre candidato Demócrata Pete Buttigieg, un “pro choice”. Es la mujer quien debe decidir sin ningún tipo de juzgamiento. Defiendo la vida ayudando a que esa mamá no tenga que ir a lugares clandestinos a poner su vida en riesgo. Finalmente, recuerden que Colombia es declarado un Estado Laico, por ende, lo único que cobija a TODO el mundo (ateos, judíos, cristianos, católicos o lo que sea), son las leyes. No ningún Dios.

@SantiGonzalezO 

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