20 de noviembre de 2021
Los psicópatas se apoderan de los gobiernos
Por: Tatiana Ramirez Camargo
En conflicto armado colombiano han participado diversos actores, entre los que se destaca el Estado. Paradójicamente, no ha resaltado por llevar a cabo su función de proteger los derechos fundamentales de la población, sino porque ha contribuido al recrudecimiento del conflicto. Según el Centro de Investigación y Educación Popular se habla de más de 10.000 crímenes de estado. Es justamente esa participación tan marcada en el conflicto la que cuestiona el nivel de responsabilidad que han tenido los gobernantes y cuáles han sido sus intereses en medio de las decisiones que han tomado. Si se entraran a estudiar los casos particulares ¿es posible que en algún momento quien estuvo a cargo de las decisiones que recrudecieron el conflicto haya sido un psicópata? Es posible que sí. De ahí que sea importante que la población pueda identificar los rasgos propios de un trastorno como este y así evitar que un posible psicópata llegue al poder.
Los rasgos de un psicópata
Según Maria Margarita Tirado, la psicopatía es un trastorno de la personalidad que se expresa así: “el sujeto con psicopatía se comporta encaminado a su propio beneficio; carece de empatía y de identificación con los demás; no respeta ni le interesa respetar los derechos ajenos; no interioriza el espíritu, la necesidad y el objetivo de las normas de convivencia; no le “duele” el dolor del otro“.
Estos son rasgos que fácilmente se pueden ver expresados en conductas de tipo político cuando quien ejerce un cargo público desea alcanzar fines propios en detrimento del ordenamiento legal y jurídico. Cabe aclarar que esto no aplica para todos los casos y que sin ser psicópata se puede priorizar el beneficio propio en detrimento de el de los demás. Este fenómeno puede acentuarse mucho más en un entorno político en el que la dominación juega un papel fundamental. De hecho, uno de los rasgos que caracteriza la actividad interpersonal de un psicópata es el establecimiento de relaciones de poder y control sobre los demás.
Otros rasgos propios del trastorno identificables en un ambiente político son aquellos que afectan el área cognitiva del individuo, como una visión egocéntrica del mundo que cae en un narcisismo en el que se menosprecia a otros y a sus motivaciones o, en palabras de Rosalina Rodriguez, una “sensación grandiosa de autovalía con planteamientos de metas ilimitadas de éxito”.
El caso particular de los crímenes de Estado
Es un error muy frecuente pensar que los psicópatas delincuentes son necesariamente violentos, ya que muchos de ellos son los típicos delincuentes de cuello blanco. Esta característica en particular dificulta identificar posibles conductas psicópatas, en especial en el medio político, en el que no se ejerce la violencia de manera directa
En los crímenes de Estado en Colombia, definidos por el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (2020) como “delitos cometidos por los agentes estatales, o por particulares (como los grupos paramilitares) que actúan en complicidad o por tolerancia (omisión) del Estado”, es común encontrar delincuentes de cuello blanco, que usualmente son quienes dan la orden dentro de toda la línea de mando. Como no suelen ser los autores materiales del delito, que puede ir desde asesinatos hasta desapariciones forzadas, no se les puede catalogar como seres violentos; sin embargo, como se dijo anteriormente, eso no quiere decir que no sean psicópatas.
Es claro que en casos como este no existe el mínimo respeto por las normas o los derechos de los demás, por lo que hay una ausencia de empatía para comprender el sufrimiento del otro. Además, es posible que, por ostentar una posición fuerte dentro de la estructura jerárquica de la organización del gobierno, puedan ser más susceptibles a generar un egocentrismo que los lleva a ignorar por completo el ordenamiento jurídico y legal. Por otra parte, llaman la atención los discursos con los que se intentan justificar o menoscabar este tipo de hechos con el fin de engañar a la población u ocultar la verdadera magnitud de la situación. En palabras de Caballo y López (2004): “estimulan la compasión del otro, lo seducen y dicen lo que quiere oír o lo que les va a llegar al corazón”. Una práctica muy común en el discurso para manipular o distorsionar la información como estrategia para la consecución de sus objetivos.
Es así, como rol que juega el elector, cobra un valór aún más importante. El elector tiene sobre sus hombros la responsabilidad de cuestionar, de manera objetiva, aquellas conductas que le permiten identificar qué tan propenso es un candidato a perseguir sus propios intereses, manipular el discurso o abusar del poder que pueda llegar a ostentar. Desarrollar una habilidad como esta sería una buena base para votar de manera consciente, objetiva y sagaz.
Recomendados Libre Pensador
Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (2020). Qué son los crímenes de Estado.
Centro de Investigación y Educación Popular (2019). Crímenes de Estado.