Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

25 de abril de 2017

¿Cómo ser un buen colombiano?

Por: Julián Andrés Salazar

A lo largo de mi trayectoria en primer semestre, he tenido la discusión con varios compañeros acerca de qué parámetros debería seguir para ser un buen colombiano. Pero una cosa es decir y otra cosa es ser. El día en el que el equipo de fútbol colombiano se enfrentaba al de Bolivia, tuve una discusión con un taxista, el cual ansiaba que el equipo ganara. El interés que siento por el fútbol es poco, de modo que se lo comenté. Furioso, me señaló de ser un mal colombiano, cosa que no me ofendió, del todo, sino que más bien me indignó, pues este taxista, como muchos otros individuos de esta nación, se preocupa más por el deporte que por los acontecimientos de mayor trascendencia que ocurren, aquí, en  el territorio colombiano.

En este orden de ideas, me gustaría señalar hechos que han ocurrido en Colombia mientras que el equipo se ha esforzado en entrar al mundial 2018. Por una parte, militares venezolanos violaron la soberanía colombiana, acentuándose en  el río Arauca y destruyendo cultivos de campesinos locales. Segundo, se efectuaron en el departamento del Chocó masacres a la población civil por parte del ELN, grupo armado que se está apoderando de los territorios abandonados por las FARC. Tercero, se presentaron una gran cantidad de muertos en Putumayo debido a desastres naturales, lo cual es inaceptable, pues después del desastre de Armero en el 85, el gobierno debería de prever este tipo de situaciones.

Ahora bien, si nos ponemos a pensar, en este país las personas están acostumbradas a preocuparse más en si le van a hacer un gol a Ospina que por los acontecimientos que se mencionaron anteriormente. ¡Que verraquera! así es seguro que este país va a progresar…

¡No! Si nosotros como nación queremos evolucionar, tenemos que empezar a dar prioridades, de modo que los ciudadanos en vez de estar pendejeando con un partido que nada tiene que ver con el bienestar estatal, se enfoquen más en hechos que sean relevantes. Sin embargo, infortunadamente, suele suceder que en Colombia que no hay responsabilidad civil. Esto se vio reflejado el día del plebiscito, en el que se presentó una abstención de un 62,59%, cantidad de ciudadanos cuyos votos eran fundamentales para decidir el futuro de este país. Pero claro, si fuera un partido, todo el mundo se desesperaría en llegar a su casa para ver el juego. Definitivamente, la irresponsabilidad democrática no tiene límites…

 No obstante, la responsabilidad no es lo único que hace falta en este país. También hace falta amor por esta nación, nacionalismo, ambición… ese tipo de cosas que tienen los países grandes del mundo, como Estados Unidos, por ejemplo. Desde sus inicios, este país ha presentado un sentimiento de pertenencia al estado que nadie más posee. Esa ambición por progresar y ser más grande. Es tan fuerte el patriotismo en el país del norte, que varias guerras han sido ocasionadas con base en la furia de la ciudadanía, que por las propias decisiones del gobierno. Verbigracia, la guerra México-estadounidense, fue provocada principalmente por la doctrina del destino manifiesto, la cual consideraba que por gracia divina Estados Unidos había nacido para expandirse y traer progreso y desarrollo y, como era por gracia divina, si era necesario quitarse a México del medio para lograr conseguir el objetivo deseado, pues sencillamente se hacía. Tanto es así que les gusta representarlo a través de caricaturas, como la del tío Sam o Columbia, algo que es interesante, ya que a los británicos también les gusta hacer estos dibujos, y es que también hay que resaltarles el nacionalismo, pues han logrado ser el imperio más extenso en la historia de la humanidad. En otras palabras, como dijo Winston Churchill “La actitud es una pequeña cosa que hace grandes diferencias”. A los paisas, ya en nuestro contexto, les ha servido esto, pues se han logrado posicionar inclusive como la ciudad más innovadora del mundo en el año 2013. Y es que a nadie le cabe duda de que los antioqueños tienen esa actitud, ese talante que sería chévere que estuviera esparcido por el resto del país, y no fuera solo de esta región.

Para terminar, la corrupción se define según por la RAE como “el vicio o abuso no introducido en las cosas no materiales”. La costumbre es una cosa intangible, y la costumbre de este país se ha visto corrupta por el abuso de la pereza, de la irresponsabilidad, de la hipocresía; de aquellos que hacen el mal, y los que callan. Por eso, cuando un ciudadano dice que este país está fregado por la corrupción, le creo. Aquí la culpa es de todos, no solo de los senadores que se la pasan durmiendo en el capitolio. También es de nosotros, los civiles, que no nos hemos puesto la camiseta para asumir el cargo de ser colombiano; ese título es grande y se debe llevar con orgullo, y se debe actuar a la altura de ese gentilicio y, eso, no se hace viendo un partido de fútbol.

En conclusión, para ser un buen colombiano se necesita, por una parte, enfocarse en lo esencialmente importante: hechos que afecten directamente a las políticas de nuestro país; si James hace o no hace gol, no se afecta de ninguna manera al bienestar nacional, nadie se va a morir por eso… Además,  hay que ser nacionalistas, promover ese amor por nuestra patria, estar dispuestos a dar nuestras vidas por la nación. A veces, pareciera que los únicos ciudadanos que tienen actitud fueran los paisas. La idea es que ese talante que tienen ellos lo tengamos todos. Con estas dos cosas, estoy más que seguro que este país logrará ser competitivo, pues a la larga, es el pueblo el que hace grande al estado, y no al revés.

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