3 de julio de 2016
Un día en Corabastos: ¿Sentido de pertenencia, inconformidad o tranquilidad?
Por: Diego Guáqueta
La Corporación de Abastos de Bogotá, Corabastos, no tiene cifras que envidiarle a las grandes compañías nacionales e internacionales; diariamente se realizan ventas por hasta $ 24.000 mil millones de pesos. Ventas en las que al menos 6500 comerciantes participan y que brindan alimentos a la mayor parte de la población capitalina. Sin embargo esta es una empresa que vive en una constante anarquía y desigualdad. En cada bodega se vive una historia similar, un ambiente donde el tiempo parece costar dinero, donde el constante movimiento, el afán de los vendedores y el regateo parecen ser las únicas leyes. Es así como miles de familias buscan sobrevivir cada día y llevar los ingresos necesarios a sus hogares.
A simple vista se pueden observar en los pequeños locales condiciones en las que los comerciantes difícilmente pueden brindar un buen servicio. Sin embargo los diferentes problemas cotidianos de la central no son la principal preocupación de los comerciantes, en palabras de los mismos se escuchan frases al ser cuestionados por los problemas de la plaza: “Esas cosas van a seguir así, lo importante es venir trabajar y llevar algo a la casa”. ¿En realidad las cosas no pueden cambiar? ¿A qué se debe el conformismo de las personas? ¿Los comerciantes se sienten parte de Corabastos?
“Papá Gobierno”, falta de información y propiedad.
Un comercio sin impuestos y sin cuentas que darle a entidades reguladoras sería el sueño de cualquier comerciante. En Corabastos se evaden los controles a los que estaría sujeta cualquier empresa. Sin impuestos, sin control y con precios variables, esta es una tranquilidad que muchos comerciantes respaldan. El Gobierno siendo accionista del 47.92% de Corabastos, permite que la plaza este lejos de los ojos de los reguladores financieros del país. Los comerciantes no lo ven como un problema, incluso sustentan que esta situación brinda una facilidad a la ahora de comercializar y generar ingresos. La mayoría de los trabajadores desconocen la forma en la que se administra la central, los ingresos en los últimos años e incluso la repartición de las ganancias que produce entre el Gobierno y el sector privado. En cuanto a los productos y los problemas ligados a su comercialización, los comerciantes muestran cierta resignación, argumentan que los precios dependen del clima y unos pocos le suman la influencia del alto precio del dólar. “No somos dueños de los locales, pagamos arriendo, nuestros arrendatarios pagan arriendo y así sucesivamente hasta pagar el local y el derecho de trabajar a Corabastos.” Los trabajadores no son dueños de sus locales, ni parte de la central, no pueden discutir temas de importancia con la mesa directiva de Corabastos porque no son las personas que le pagan directamente a la central y por lo tanto no son tomados en cuenta.
La plaza si tiene Voz
El 23 de marzo del 2012 se llevó a cabo una de las protestas más significativas que ha tenido Corabastos en su historia y que produjo un cambio en la administración de la central. Gracias a ello, los comerciantes sienten que algunos problemas de infraestructura se han solucionado y que se ha avanzado en el camino para ser una gran empresa. Sin embargo para los comerciantes más informados, aún hay grandes retos a los que Corabastos y los comerciantes deben enfrentarse: para Jimmy Giraldo, la falta de control por entidades reguladoras es un problema que debe ser solucionado, para el comerciante, aspectos como la salubridad, seguridad y regularidad en los costos están en peligro si continúa la falta de regulación en la central. A lo anterior se le suma el negocio inmobiliario, que para Giraldo y otros comerciantes, es causante de muchos de los problemas de la plaza. Relaciones de arrendamiento que los trabajadores mantienen con sus arrendatarios e indirectamente con Corabastos. Los problemas que se derivan de este negocio están relacionados con la falta de importancia que se les presta a los comerciantes y a los productos, la desigualdad de ingresos dentro de la plaza, la falta de participación de los trabajadores en toma de decisiones, el sentido de pertenencia ausente y la falta de desarrollo de la central.
Estos dos importantes problemas parecieran no tener solución, sin embargo Giraldo explica que lo único que podría salvar la central y lo que los comerciantes piden es que la participación del Gobierno sea vendida a los trabajadores. Para Giraldo lo anterior generaría que, al ser privatizada, entidades reguladoras entren en la central y garanticen los controles necesarios, en especial, dice el comerciante, el servicio de agua que resulta indispensable. Explica además que el comercio de frutas y verduras pasaría a un primer plano y sería el único motor económico de la central ayudando a que esta se desarrollará. Sin embargo lo anterior no se dará según los comerciantes, si el Gobierno no atiende las demandas y la administración no trabaja conjuntamente con ellos. Para Giraldo la única solución es la voz de protesta, argumenta que los comerciantes deben tener presente el acontecimiento del 2012 y recordar lo logrado, explica que las inconformidades están, que lo único que falta es que la voz se levante.
La esperanza de los comerciantes esta puesta en el 2018, donde habrá un cambio en la administración y con ello se espera que hayan reformas estructurales en la segunda central de abastos más importante de América Latina.