1 de septiembre de 2015
Nicolás Maduro en el centro de las tensiones políticas
Por: Daniel Del Castillo R
El pasado 20 de agosto de 2015, el presidente de Venezuela Nicolás Maduro decidió cerrar la frontera con Colombia. La razón principal es que, según él, los colombianos establecidos en el estado de Táchira, algunos de ellos desde hace décadas, son paramilitares y deben ser expulsados del país. Según la ONU, han sido expulsados unos 1.088 colombianos, quienes se vieron obligados a abandonar sus casas, ya que estas fueron marcadas y destruidas por la guardia venezolana, y a regresar al país por sus propios medios. La mayoría se ha refugiado en la ciudad de Cúcuta. La decisión de Maduro, lo pone en el centro de las tensiones políticas.
Frente a las imágenes difundidas por los medios masivos de comunicación de los colombianos cargando sus neveras y colchones por un río, las reacciones de los distintos sectores políticos y sociales de Colombia no se hicieron esperar. Se creó un consenso a nivel interno, expresado por el presidente Santos, según el cual se rechazan las marcaciones de las viviendas de los colombianos y su consecuente expulsión. Entre las reacciones más vehementes, se encuentra la del ex presidente César Gaviria quien considera que esto constituye la peor falta de respeto en la historia de las relaciones bilaterales con el vecino país. También sobresale aquella del ex presidente Uribe, quien no dudó en comparar estas actuaciones con la Alemania de Hitler, así como tachó a Maduro – nuevamente – de “dictador”.
¿Cómo solucionar la crisis?
La decisión de Maduro desató una nueva crisis política en la región. Sin embargo, no es la primera que sucede en las relaciones bilaterales con el vecino país. Ya desde la violación de frontera con Ecuador en 2008, se creó una especie de frente anti-Colombia basados en la realidad de la internacionalización del conflicto colombiano. En efecto, las dinámicas de este sobrepasan las fronteras del país, afectando las zonas fronterizas en términos de instrumentalización de los territorios exteriores para el refugio de individuos buscados en Colombia, refugio de víctimas del conflicto, lógicas de narcotráfico, mercado negro de armas, contrabando y otras estrategias que demuestran la alta porosidad de las fronteras colombianas con sus vecinos. Desde entonces, en 2010 y en 2013 sucesivamente, se produjeron crisis políticas con el vecino país, siendo aquella de 2010 la más grave y la más duradera hasta el momento.
La primera reacción de urgencia para solucionar la crisis, fue desplegar un marco de acogida para los colombianos expulsados brindándoles estadía en refugios y alimento. Se asemeja esta reacción a la respuesta a una crisis humanitaria. Sin embargo, esta no soluciona la crisis política de fondo que se esconde detrás de la decisión de Maduro y que es la más difícil de solucionar. Maduro dijo en plaza pública que está dispuesto a encontrarse con Santos “cuando quiera, donde quiera y como quiera”, en otras palabras, está dispuesto a negociar con el gobierno colombiano la re-abertura de la frontera. Recordemos que al cerrar la frontera, los primeros afectados son los comerciantes. Por ejemplo, se observa que toneladas enteras de materias primas no se pueden vender en el mercado venezolano. Enseguida, vienen las víctimas de desplazamiento forzado y las familias separadas.
Las reacciones internacionales, por parte del secretario general de la UNASUR, Ernesto Samper; el vocero del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Rupert Colville; y la ONG Amnistía Internacional, insisten en las posibles violaciones a los derechos humanos que derivan de la marcación de las casas y la expulsión arbitraria de los colombianos.
Sin lugar a dudas, la crisis ya existe. Pero lo que debe preocupar al gobierno de Colombia es cómo va a proceder en las negociaciones con Venezuela de ahora en adelante. En efecto, el tema del proceso de paz se cruza en esta coyuntura, pues recordemos que Venezuela juega el papel de mediador en la mesa de negociaciones de La Habana y por ende la crisis puede afectar el proceso de paz. En su programa “En Jaque” del viernes pasado, el periodista Hassan Nassar alcanzó un consenso entre los analistas presentes: es prioridad para el gobierno de Colombia proteger el proceso de paz, por encima de sus relaciones con Venezuela. Por ende, se considera que tanto las próximas reuniones de UNASUR y de la OEA constituyen los espacios diplomáticos aptos para negociar con Maduro. Al cierre de esta edición, Venezuela se negó a negociar en la reciente reunión de la OEA. El embajador de Colombia ante la OEA, Andrés González, recalcó las violaciones a los derechos humanos de cientos de familias de migrantes colombianos.
Los expertos recomiendan soluciones que permitan disminuir las tensiones entre los dos países y blindar el proceso de paz; pero esto no será suficiente ya que se debe consolidar el régimen internacional transfronterizo a largo plazo, y garantizar que las relaciones comerciales se desarrollen con normalidad.
Las fuerzas políticas presentes en esta coyuntura
La coyuntura ha reflejado el estado de las fuerzas políticas presentes en el sub continente. Los expertos internacionalistas insisten en que no se debe mezclar el análisis de la situación político-económica interna – marcada por el desabastecimiento y el encarcelamiento de la oposición política – con la estrategia que debe desplegar el gobierno colombiano para normalizar las relaciones con el vecino país. Se trata de desligar los dos aspectos, con el fin de que las negociaciones no se pierdan en un rifi-rafe de críticas a la situación interna de los dos países, cosa que le gusta mucho a Maduro: defenderse con todos los medios a su disposición. Siendo que los intereses de Colombia se centran en salvaguardar la paz y en la situación humanitaria de los colombianos deportados.
Por otro lado, el Nuevo Herald agregó una explicación suplementaria. Parece ser que las mafias del narcotráfico se encuentran inmiscuidas en la coyuntura también. En efecto, las órdenes de extradición de dos narcotraficantes colombianos de dicho cartel fueron recientemente aprobadas por el presidente Santos. Según el diario, altos mandos del gobierno venezolano – entre los cuales se encuentra Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional – se enfrentan a graves acusaciones por parte de estos personajes, por lo que Maduro decidiera el cierre de la frontera para presionar al gobierno colombiano. Aunque esta explicación parece tomada de la teoría de la conspiración, es cierto que algo se esconde detrás de la decisión del mandatario venezolano. En el centro de las tensiones políticas, este se juega nuevamente su ya arruinado capital político, por ese ideal chavista cada vez más irreal: “defender a Venezuela”.
Referencias El Libre Pensador:
El Nuevo Herald – Maduro castiga a Colombia para proteger al Cartel de los Soles.
El Tiempo – Las posibilidades que tiene Colombia luego del revés sufrido en la OEA.