11 de septiembre de 2015
La “champeta”: ¿cultura o vulgaridad?
Por: Mateo Enrique Sánchez M.
“Apretadito en el pick up. Yo quiero bailar una noche champeta contigo en Cartagena”. Así dice una de las letras de este pegajoso ritmo. La champeta, cuyos orígenes surgieron muchos años atrás, pero solo hasta ahora se mezcla pegajosamente en todos los rincones de Colombia Su música contagiosa y su baile sensual han colocado a la champeta en los primeros lugares de sintonía en las diferentes emisoras del país. Y es tema seguro en cualquier fiesta o concierto que se respete. Considerado como propio o de cuna de la cultura nacional; más específicamente del corralito de piedra. Allí mismo se encuentra en proceso una ley para la prohibición de este, pues es considerado un ´vulgar´baile para niños menores de edad, por un grupo de concejales en la ciudad de Cartagena. Todo indica que, la champeta es el género musical: amado por unos, pero muy cuestionado por otros.
La “champeta” en la cultura nacional
Sin duda alguna la champeta le debe el sabor musical, el ritmo y la amplitud y diversidad de letras al caribe colombiano, en donde se originó y tomó fuerza; donde el calor y la alegría de su gente, la cual tiene impregnada en sus entrañas ese movimiento que surge sin esfuerzo, como innato. Pero es tal el atractivo de sus canciones, que no hay quien no intente moverse al ritmo de su sonido y tararear la letra de sus canciones. La champeta, claramente, es un fenómeno musical y cultural. Viene de barrios populares, pero ya no es raro verlo bailar en los estratos más altos del país. Un género musical el cual ha cautivado millones de personas, no importa de dónde vengas, tu religión e incluso tu color de piel, siempre sentirás en este ritmo la cultura nacional colombiana; un ritmo que nos demuestra la alegría del colombiano, la esencia de las personas de este país.
Para nadie es un secreto el ambiente en que nace y se reproduce este género, en el mismo lugar donde cada día mueren personas, donde el negocio de la prostitución y las drogas coge cada vez popularidad, ahí en Cartagena donde todo parece color de rosa, donde muchas veces vamos y creemos conocer, pero la realidad es que somos ignorantes, no sabemos nada de una ciudad en donde la mayoría de su población vive en la pobreza.
Es aquí donde la champeta toma fuerza, es el ritmo que le devuelve la esperanza a miles de jóvenes, los cuales ven este género musical como la única salida a la pobreza, el único camino para lograr metas, muchas personas nacen con el talento y las ganas de salir adelante, constituyéndose cada vez más cantantes de champeta alrededor de Colombia. Con esta muchos despejan su mente y se olvidan de todos sus problemas. La champeta se hace un género musical tangible al momento de traspasar fronteras y tener un trasfondo social realmente impactante en esta ciudad, al ayudar con programas contra la droga y la prostitución. El género amado por las personas que lo conocen, que lo sienten, que lo transmiten de generación en generación como uno de los pocos elementos alegres de esa cultura. Como muestra de lo anterior sobresalen artistas importantes como lo son: John Jairo, ´´El Sayayín´´ Díaz, Mr. Black, entre otros; los cuales pudieron salir de la pobreza y drogas gracias a la champeta. Es también la champeta apoyada por diferentes organizaciones a nivel internacional, es el caso de la ONU, la cual afirma que a través de la champeta se practica una inclusión social para la población afrodescendiente en el mundo.
La “champeta”: problema sico-biológico para niños
El proyecto de ley el cual está siendo analizado en el consejo de la ciudad de Cartagena, se basa en la prohibición del baile de la champeta a menores de edad, los cuales desde muy niños están teniendo ideas confusas y borrosas de la sexualidad debido al género de la champeta. Básicamente el concejal Antonio Salim Guerra creador y máximo defensor de esta ley, plantea que la champeta se ha convertido en más que cultura, un baile ¨plebe¨ el cual coge cada vez más popularidad entre los niños y jóvenes menores de edad.
No solo se busca la prohibición del baile para los niños, sino que también se exigen restricciones para que los menores de edad no puedan ver personas mayores de edad bailando este ritmo; las cuales incitan al sexo en cada movimiento. Según muchas personas, especialmente importantes políticos de la ciudad de Cartagena, el ritmo de la champeta despierta el morbo y promueve en los niños conductas inapropiadas, las cuales distancian mucho a los menores de lo realmente importante a su edad. Y si le añadimos a lo anterior la letra de sus canciones es casi una provocación directa al sexo e, inclusive, en algunos casos, al consumo de sustancias alucinógenas. Los jóvenes y más aún los niños pueden experimentar en medio del baile sensaciones muy tempranas para su corta edad y más aún si no están supervisados por un adulto pueden causar sensaciones en otras personas, que podrían conducir a ser víctimas de abusos sexuales, psicológicos y a muchos otros factores que afectarían sus cortas vidas.
En general la champeta es un tema complejo y muy delicado. Solo falta esperar decisiones de las autoridades, las cuales pueden establecer prohibiciones sobre este género musical. Solo cabe resaltar que se puede llegar a un balance entre la cultura de la champeta y la manera en cómo se baile este.
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El Espectador – Declaratoria de la ONU a favor de la champeta.