27 de octubre de 2014
Bogotá: ¿En qué quedará la corrida?
Por: Daniela Sánchez Marín
El 27 de Junio del 2013 el Congreso de la República de Colombia por medio de la ley 1638 prohibió el uso de animales silvestres, tanto nativos como exóticos en espectáculos circenses. Este fue un avance en materia de protección animal pues no se contaba con leyes puntuales para la defensa de la fauna en el país, sin embargo en el ámbito taurino el panorama no es tan alentador. En cuanto a la fiesta brava el debate es más complejo, pues así como cuenta con bastante opositores que son a su vez defensores de los derechos de los animales, también cuenta con aficionados que no cederán en la lucha por mantener la legalidad de la tauromaquia tanto en Bogotá como en el resto del país.
¿Qué pasa con las corridas en Bogotá?
A pesar de que en Junio de 2012 la alcaldía de Bogotá cerró las puertas de la Plaza de Toros La Santamaría a través de una resolución del Instituto Distrital para la Recreación y el Deporte (IDRD) argumentando entre otras cosas que Las prácticas de las corridas de toros están asociadas a actividades que pueden denominarse torturas, que infligen dolor y violencia hacia los animales que llevan a la muerte de este. La política distrital es la protección de los animales de los tratos crueles. Sin embargo gracias a la presión ejercida no solo por la huelga de hambre que han hecho por más de treinta días por algunos banderilleros al frente de la plaza de toros, sino también de otros sectores como la Corporación Taurina, la Corte Constitucional falló a favor de estos últimos, ordenándole al alcalde Gustavo Petro reabrir las puertas de La Santamaría en un plazo no mayor a seis meses.
Es así que empezó la cuenta regresiva para que la fiesta que algunos consideran “arte”, y otros tantos ven como una celebración morbosa del sufrimiento y muerte de un animal, vuelva a la capital. Ante esto los recursos que tiene tanto el alcalde como los sectores o movimientos animalistas se agotan. Por un lado se pretendió reformar el acuerdo que dicta entre las funciones del IDRD: Administrar, directa o indirectamente, la Plaza de Toros de Santamaría, fomentando la presentación de espectáculos taurinos y culturales y promover la formación de nuevos exponentes nacionales artísticos y deportivos. La idea radicada en un proyecto del Concejo de Bogotá era eliminar la palabra “taurinos”, sin embargo la iniciativa no prosperó, por lo que el camino que queda es el argumento sobre la debilitada infraestructura de la plaza, por el que se pretende hacer un estudio y una posterior remodelación que tardaría más de un año, sin embarga esto solo postergaría la decisión de la corte.
Esta serie de decisiones tomadas por estas instituciones encargadas de proteger los intereses de la ciudadanía dejan en el ambiente un aire de confusión y duda respecto sí el Estado Colombiano en realidad busca proteger la fauna nacional, pues se logró prohibir el uso de animales silvestres en los circos para la protección de los mismos, sin embargo ante todos los intentos para impedir la continuidad de la tauromaquia, son frenados precisamente por los mismo entes, entonces ¿será que ante las consideraciones de las cortes es más respetable los eventos taurinos por ser una costumbre? De ser así, se debe ser consecuente con la historia que nos demuestra que hay tradiciones que necesitan erradicarse, pequeños ejemplos son la existencia de la esclavitud o el no reconocimiento de derechos a la mujer, es hora que las leyes reconozcan ciertos derechos y garantías para los animales.
El último camino
La opción que queda para aquellos ciudadanos que quieren evitar que se continúe celebrando la fiesta brava, por lo menos en Bogotá, es la consulta popular. Este es un mecanismo de participación ciudadana mediante el cual se convoca al pueblo para que decida acerca de algún tema de vital importancia para la ciudadanía, en este caso puede ser convocada por el Alcalde Gustavo Petro, en donde se le pregunte a la ciudadanía si quiere que se permita la celebración de la fiesta taurina en la ciudad, se entenderá que ha habido una decisión obligatoria del pueblo, cuando la pregunta que le ha sido sometida ha obtenido el voto afirmativo de la mitad más uno de los sufragios válidos, siempre y cuando haya participado no menos de la tercera parte de los electores que componen el respectivo censo electoral.
El escenario anterior parece ser entonces la solución definitiva más cercana que podría alcanzarse para erradicar finalmente la celebración de este tipo de eventos, que al igual que los circos que usan animales, degradan no solo la naturaleza de estos seres vivientes sino que además ponen en peligro su supervivencia. La existencia de los derechos de los animales es una realidad, lamentablemente el país se encuentra atrasado en leyes que logren el control de todo tipo de actos “deportivos, recreativos y culturales” que no muestran la faceta de sufrimiento y tortura al que se somete el animal, pues no son únicamente los circos y las corridas de toros, son también las peleas de gallos, el uso de los caballos para arrastrar carrozas como puede verse en Cartagena, y todo este tipo de actos que ante los ojos de muchos son solamente entretención y no logran ver todo el maltrato que se encuentra detrás. En el caso de la fiesta brava lo preocupante es que es innegable la esencia de crueldad que lleva el acto en sí mismo, y que en una sociedad tan avanzada como actual se siga con costumbres tan medievales como la tauromaquia.