31 de agosto de 2016
Discriminados en su silencio
Por: Andrés Felipe Cruz Bejarano
La comunidad sorda es discriminada, menospreciada y excluida de la sociedad colombiana. Una persona sorda es aquella que tiene una deficiencia auditiva y posee ciertos problemas para comunicarse oralmente, su principal forma de comunicación se da por el lenguaje de señas y el castellano escrito, por esto hacen parte de una minoría lingüística y sociocultural.Si bien en Colombia se reconocen como una minoría y sus derechos están normativamente garantizados, la realidad dista mucho de lo establecido en la política y la ley.
Todo en silencio
La palabra discriminar significa excluir o menospreciar a una persona y la comunidad sorda de Colombia ha sido discriminada a lo largo de los años; a quienes padecen de esta discapacidad se les trata como seres inferiores debido a que no entienden el lenguaje de oyentes.
En 2005, la ley 982 de 2005 establece las normas que cubren los derechos de las comunidades sordas, en el capítulo 5 se hace referencia al uso de intérpretes o de subtítulos en canales nacionales en función de que puedan entender su contenido, sin embargo no todos los canales nacionales acatan esa disposición. Esta misma ley, en el capítulo 7 artículo 31, dice que a la persona sorda no se le puede negar o restringir el hecho de hacer una actividad debido a su discapacidad, este es el segundo caso de exclusión debido a que la oferta laboral para esta comunidad es muy limitada, los trabajos que se le ofrecen son basados en manualidades o que impliquen el uso de la fuerza. Se excluyen de trabajos intensivos en el uso de sus capacidades mentales debido a que son considerados inferiores.
Mas adelante, el capítulo 8 artículo 39 de la misma Ley, establece que el Estado proporcionara prestamos educativos para incrementar el número de discapacitados – profesionales, pero es aquí donde se da el tercer caso de exclusión, debido a que en todo el país, la oferta de colegios y universidades que presten un servicio de educación de calidad hacia esta comunidad es limitada, partiendo de esto, el estudiante sordo que quiera ingresar a una universidad debe contratar su propio interprete, porque el Estado no cubre estos gastos, solo cubre los prestamos educativos. Por último el capítulo 10 articulo 47 hace referencia a como el Ministerio de Educación Nacional, a través del Instituto Nacional para Sordos -Insor y otras entidades, realizara foros, seminarios, cursos y jornadas para que se conozca y respete la ley, sin embargo, 10 años después de su promulgación una gran parte de la sociedad todavía la desconoce.
La comunidad sorda es menospreciada debido a su deficiencia auditiva, aunque, según se estableció en la Convención de Naciones Unidas de 2006, “la discapacidad es un concepto que evoluciona y que resulta de la interacción entre las personas con deficiencias y las barreras debidas a la actitud y al entorno que evitan su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás”.
El lenguaje de la vida
La comunidad sorda recibe y transmite la información de forma visual- gestual y manual, por lo que el lenguaje de señas, que es un lenguaje de signos que permite comunicar a las personas con limitaciones auditivas, fue reconocido en Colombia como un lenguaje nativo desde el 21 de febrero del 2016, buscando así garantizar el derecho fundamental a la comunicación de esta comunidad, y avanzando hacia la erradicación de la exclusión y el aislamiento al que está sometida.
El lenguaje de señas significa el lenguaje de la vida debido a que se fue inventando y perfeccionando al pasar el tiempo. Si en Colombia todas las personas pudieran aprender este idioma la una sociedad avanzaría en su camino para liberarse de las discriminaciones.
Entre los sordos hay líderes a pesar de su discapacidad, un ejemplo de esto es Henry Mejía, director de la Federación Nacional de Sordos de Colombia – Fenascol que afirmó: “El trabajo en cada uno de los países es duro, desde Fenascol vamos a trabajar con todos los grupos de personas con discapacidad para hacer incidencia ante los entes gubernamentales y poder generar los cambios necesarios”. A pesar de su discapacidad, Mejia busca proponer nuevas alternativas para disminuir la exclusión y generar un cambio de pensamiento que se tiene frente a la comunidad sorda, y afirma: “No somos discapacitados. Tenemos una deficiencia en el oído, pero nuestro desarrollo cognitivo es posible si la misma sociedad nos quita la barrera. La discapacidad no la tiene el sordo, la impone el entorno cuando dice que uno no puede hacer algo” (Mejía, 2015).
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