20 de febrero de 2015
Cuba: ¿David y Goliat, nuevos mejores amigos?
Por: Daniel del Castillo
El 17 de diciembre de 2014, el presidente estadounidense Barack Obama, en una decisión igual de necesaria para el nuevo orden mundial, como de osada en relación al status quo del bloqueo económico mantenido por más de medio siglo, resolvió tomar una medida triple orientada a la normalización de las relaciones con la isla de Cuba. En consecuencia, resulta fundamental analizar el porqué de la necesidad de alcanzar este cambio en el sistema internacional contemporáneo; así como el rompimiento de los paradigmas clásicos de la política exterior estadounidense, pero también del comunismo cubano.
Un acercamiento sin precedentes
Después de 54 años de bloqueo económico, el presidente Obama, en una decisión que implica – como lo afirma la revista Semana – su papel en la Historia contemporánea; decide reanudar las relaciones bilaterales con la isla de Cuba. Esta determinación audaz, también tiene un impacto en el sistema internacional contemporáneo. En efecto, en la medida que el nuevo orden mundial se desarrollaba siguiendo la estructura del liberalismo económico, y sus dos hijos que son el capitalismo y la globalización corporativa, Estados Unidos ha venido disminuyendo su papel en el liderazgo del continente americano. Las causas de esta vuelta de espalda, van desde el Estado neoliberal ahorrativo en un período de post-crisis de 2008, el fracaso de la política anti-narcóticos y la diversificación de las agendas internacionales en Latinoamérica. Además, Obama había venido siendo criticado por su déficit en liderazgo internacional, no solo en el Medio Oriente, sino también en América Latina. Por el contrario, es bastante cercano a la comunidad latina inmigrante e hijos de los mismos, de los Estados Unidos.
Específicamente en el caso cubano, Obama ya había anunciado en su primera campaña política que se acercaría a Cuba. Sin embargo, no se había dado la ventana de oportunidad histórica para hacerlo. en efecto, ocupado por la estrategia militar en Afganistán y en contra del Estado Islámico ISIS, además de su segunda campaña electoral y su pelea con Hillary Clinton, no había podido concentrarse en el tema migratorio. Entonces, América Latina empezó a ocupar un papel cada vez más relevante en su agenda, ya que el tema migratorio en los Estados Unidos está profundamente relacionado con la problemática migratoria de la población latinoamericana. El caso cubano es bien conocido de los internacionalistas: Graham Allison analizó magistralmente la crisis de misiles de Cuba de 1963 durante el gobierno del presidente Kennedy, que culmina con el establecimiento permanente del bloqueo económico sobre la isla. Pero también, es mencionado como un ejemplo histórico clásico, ya que representa en particular uno de los puntos más álgidos de la guerra fría, así como ilustra la teoría del equilibrio de potencias de Hans Morgenthau, o – si se quiere – es la representación de la mítica historia del David contra el Goliat.
Todas estas visiones resultan muy enriquecedoras, analicemos ahora el sistema internacional contemporáneo.
Un ostracismo nefasto para la región
Uno de los efectos más graves de esa decisión de bloquear la isla, en términos de política internacional, fue el progresivo aislamiento de Cuba en el mundo occidental. Problema frente al cual, Cuba reanimó sus relaciones políticas con Rusia y se buscó nuevos amigos entre los cuales se distinguen Irán y Venezuela, por ser enemigos acérrimos de la superpotencia. Enemistad que de hecho fue consolidada durante los gobiernos de George W. Bush. En este sentido, Cuba pasó a reforzar una posición crítica para los Estados Unidos. Sin lugar a dudas, el ostracismo al que sometieron a Cuba no le sirvió a nadie: además de todas las familias que fueron separadas, los cubanos que no pudieron volver a su país, la migración ilegal en las balsas, la comunidad anti-castrista de la Florida, y claro está, el control de los bienes de consumo en la isla, la desaceleración en el desarrollo y las fuertes críticas al modelo neoliberal propagado por la superpotencia, que dirigió Raúl Castro en la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas; todos son factores que empeoraron la calidad de las relaciones internacionales.
El objetivo mayor del bloqueo que era impedir la expansión comunista en América Latina, ya fue alcanzado. Siguiendo a James Rosenau, Obama comprendió que hoy vivimos en un mundo multipolar, y bien se sabe – desde la primera guerra mundial – que nunca se debe excluir a los vencidos o los menos débiles del sistema internacional, al contrario: hay que contar con ellos, porque están ahí. Sobre todo, no olvidemos la posición geoestratégica que ocupa la isla en relación al territorio norteamericano. En este orden de ideas, resultaba inútil excluir prolongadamente a Cuba de las lógicas de comercialización, ya que nadie terminaría ganando por esta decisión: resulta improbable generar una presión constante sobre un Estado, si este no cede, la presión se vuelve una medida estructural. De hecho, muchos países latinoamericanos, entre esos Colombia, usualmente siguieron apoyando a la isla de Cuba, porque sabían de las dificultades internas del régimen castrista. Como medida estructural, el bloqueo no beneficiaba a nadie: los países latinoamericanos no retiraron su apoyo a Cuba, este diversificó su agenda internacional. Además, los Estados Unidos deben resolver la problemática migratoria, el mundo entero tiene hoy en día en la mira a Obama, depositario del Premio Nobel de la Paz, para ver qué iba a hacer. Estaba claro que su legado se encuentra en juego.
Los derechos humanos: la piedra en el zapato
Después de sostener personalmente conversaciones con Raúl Castro, y llegar a un acuerdo de intercambio de presos políticos, Obama decidió profundizar la relación bilateral y hacer lo siguiente: 1) restablecer las relaciones diplomáticas y consulares, con la apertura de las embajadas respectivas; 2) permitir los vuelos turísticos desde los Estados Unidos, para permitir que los norteamericanos vayan a visitar la isla; 3) autorizar el envío de remesas a Cuba por parte de los estadounidenses; 4) favorecer una tímida política comercial, de inicio; 5) permitir las transacciones bancarias institucionales entre los dos países; 6) buscó proveer telecomunicaciones e internet a la isla; 6) abrir el camino para un diálogo político sobre los derechos humanos, la democracia y la sociedad civil.
No obstante, durante los primeros acercamientos entre las representantes diplomáticas Josefina Vidal de Cuba y Roberta Jacobson de los Estados Unidos en la Habana, no se logró en primera instancia llegar a un acuerdo sobre la apertura de las embajadas respectivas. Según los medios de comunicación, la reunión se volcó rápidamente hacia el tema de las violaciones a los Derechos Humanos en la isla. En lo que a esto concierne, se produjeron los principales desacuerdos – especialmente cuando Jacobson se reunió con los disidentes cubanos en su país – y Cuba llegó a aludir el principio de la no intervención en los asuntos internos, tal como lo afirmó Vidal en conferencia sostenida con los medios de comunicación, días después del fallido encuentro. Pero también surgieron problemas de orden legal, respecto a la necesaria derogación de acuerdos bancarios y comerciales que se establecieron en el sentido del aislamiento de la isla; y que ahora resultan en una demora al proceso diplomático. Mientras tanto, los hermanos Castro se impacientan… ¿En qué medida Obama podrá crear un clima de confianza que permita el desmontaje del bloqueo económico sobre la isla de Cuba?
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