4 de octubre de 2016
Perder es ganar muchísimo
Por: Luis Miguel Chitiva C.
Suena a frase de cajón: perder es ganar un poco, pero nunca había tenido tanto sentido como hoy, hasta tal punto que me tomo el atrevimiento de reformar la frase a: perder es ganar muchísimo.
Como cualquier colombiano interesado por la actualidad del país, estuve de 4:00 a 5:00 de la tarde pujando mientras veía los resultados electorales. La victoria del No logró sorprenderme y más que eso, logró decepcionarme. Y esto fue por que yo compartía la misma opinión de la mitad de las personas que salieron a votar: la paz es mejor que la guerra. Sin embargo, pasado el sentimentalismo, el pronunciamiento de Timochenko y el del Presidente Juan Manuel Santos, me di cuenta de lo mucho que se había ganado.
Uno de los miedos principales de lo que representaría la victoria del No era el retorno a la guerra. Santos, de nuevo, volvió a quedar como un mentiroso. La insistencia por parte de los partidarios del No en renegociar los acuerdos había sido denegada en múltiples ocasiones por el jefe de Estado y este insistía en que los diálogos se darían por terminados y por tanto se daría la reactivación de la guerra. Sin embargo, tras los resultados del plebiscito, tanto la delegación de las Fuerzas Armadas Revolucionas de Colombia- Ejército del Pueblo (FARC-EP) como la delegación del Estado Colombiano mostraron su interés en insistir en la negociación y persistir en el cese bilateral de hostilidades. Es decir, por el momento, la guerra sigue en pausa y con ella los muertos (por lo menos en cuanto al conflicto Estado-FARC). Colombia, por lo tanto, sigue ganando en su intento de una buscar una salida negociada al conflicto armado.
El tiempo es, en ultimas, el principal ganador por la victoria del No y no Álvaro Uribe como lo quieren hacer ver algunos sectores políticos. Más allá de la derrota del Sí, sorprende ver como 6 millones de colombianos se muestran en desacuerdo con lo pactado en La Habana. El apoyo internacional puede ser enorme, pero si no existe convencimiento y unidad a nivel interno, el posconflicto puede llegar a ser tan accidentado como el conflicto mismo. La historia nos ha demostrado que no respetar las garantías de la oposición política lleva a desastres. La democracia exige precisamente, aceptar la decisión de la mayoría incluso cuando no se está de acuerdo con la misma. Tiempo es lo que se necesita para reformar los acuerdos, lograr mayor apoyo y por tanto asegurar una posguerra exitosa.
La creación de una paz estable y duradera no se debe apresurar. 52 años de conflicto armado aguantó este país por tanto lo veo en condiciones de aguantar uno más de negociación. Perdió la refrendación de los acuerdos pero ganó la paz. Estoy seguro que la oposición política enriquece la democracia y este acuerdo puede ser mucho mejor de como ya está planteado si se le da el espacio a los opositores de intervenir en él. Como en repetidas ocasiones me han explicado mis compañeros de debate, no es un no a la paz, es un no a los acuerdos. Por tanto, démosle la oportunidad a la oposición de hablar y de intervenir en lo pactado; en ultimas, démosle tiempo a la paz, solo así podremos soñar con el país sin conflicto armado con el que soñamos todos los colombianos.