12 de febrero de 2015
Ni santista, ni uribista, ni guerrillero: los caminos de la democracia no son lo que yo esperaba…
Por: Nicolas Murillo
Hace 70 años, un genio de la comunicación elaboró una serie de 11 principios para dirigirse al pueblo en materia de política[1]. Este hombre se llamaba Joseph Goebbels y era el ministro de educación y propaganda de Adolf Hitler. Al usar estas estrategias, llevó al mundo al borde del abismo. Las masas lo siguieron a la guerra y hasta la muerte. Hoy, un político colombiano parece revivir estas mismas estrategias discursivas. El Presidente Santos habló de “táctica fascista” (Semana.com, 10/02/2015), refiriéndose a la narrativa del Centro Democrático ante la opinión internacional, aquí les explico por qué.
Hay que entender una cosa, los principios de comunicación política empleados por el régimen Nazi fueron analizados y estudiados por todas las escuelas políticas desde la II Guerra Mundial. El concepto mismo del populismo se deriva de esta forma de comunicar. En efecto, se trata de una manipulación de la opinión que gira en torno a una misma idea: las masas son brutas, manipulables y olvidan muy rápido.
De Kirchner en Argentina a Chávez en Venezuela, pasando por Berlusconi en Italia o por Marine Le Pen en Francia, los populistas del mundo entero reproducen estas tácticas. Sin embargo en la actualidad, en ningún lugar del mundo esta forma de comunicar se ve tan peligrosa y ha provocado tantas muertes como en Colombia; justifica lo injustificable.
Entendamos que en nuestro país al igual que en la Alemania de los años 30, la narrativa está orientada al conflicto armado, al odio y finalmente, a la guerra vengativa. Alemania no le perdonaba a Occidente y al supuesto complot “judío-masónico” la derrota del 1918 y la pérdida del “espacio vital”. Algunas leyendas urbanas dicen que Hitler no perdonó a los judíos lo que le hicieron vivir cuando era niño o que uno de ellos violó a su madre (nada de esto ha sido comprobado). Esta sed de venganza nos llevó a los extremos que todos conocemos. Este escenario planteado, ¿no les recuerda a alguien?
La construcción y la destrucción del enemigo único: El fascismo en todo su esplendor
El primer principio desarrollado por los nazis en la primera mitad del siglo XX respondía a una necesidad clara: facilitar la identificación del mal. Es obvio que en una sociedad pluralista los contradictores son numerosos y multiplican las posibilidades de perder el apoyo de la ciudadanía. Por esta razón, es necesario reunir a todos los enemigos de la patria en una sola categoría fácil de identificar para el pueblo y, por ende, mucho más fácil de criticar y de acusar en relación con sus dificultades cotidianas. Para lograrlo, los nazis hacían un llamado al imaginario colectivo y a los símbolos más identificables en la mitología nacional. Para los alemanes, esta mitología provenía del Tratado de Versalles y de la derrota ante los países de la Triple Entente encarnada por Francia y la esfera anglosajona (EEUU y el Reino-Unido), representantes del movimiento masónico. A esta mitología se le agregó, obviamente, el componente judío que desde antaño representa (absurdamente), en el imaginario de muchos europeos el monopolio de los recursos económicos. Finalmente, se reunieron a todos los “enemigos” del pueblo en una sola categoría: el complot judío-masónico.
En Colombia estos principios de simplificación, del enemigo único, del contagio y de la transfusión son fácilmente identificables. La mitología local está pintada de miedo a la izquierda como el peor mal del mundo. En el momento de su ascenso al poder, Álvaro Uribe Vélez construyó su imagen de salvador de la patria y de destructor del enemigo comunista. En este momento, la polarización de la sociedad era tal, por culpa del proceso fallido del Caguan y de los 50 años de conflicto armado, que el principio de unanimidad era una realidad. Todo el país se unía contra la guerrilla y, sin duda, tenía razón en hacerlo.
El ascenso al poder de Juan Manuel Santos demostró que la narrativa uribista no era una simple coincidencia con una necesidad nacional. En efecto, la llegada del actual mandatario y su decisión de reabrir la posibilidad de una salida negociada también creó a una nueva oposición a la Seguridad Democrática. Pero esta vez, la oposición no provino de una izquierda atea y comunista sino del propio ministro de defensa del Gran Colombiano. De ahí se genera una cisión dentro del partido de la U, una división que va claramente en contra de la unanimidad y de la simplificación. Por lo tanto, aprovechando la negociación liderada por el gobierno, el uribismo emprendió una campaña para volver a crear este enemigo único que tanto anhela en su deseo de polarizar la sociedad entre “amigos” y “enemigos”; entre fieles (al Mesías) y traidores (Santos y los demás).
De ahí un esfuerzo notable para reunir en una misma categoría a enemigos tan diversos y tan contradictorios como el Polo Democrático, la Marcha Patriótica, el Partido Liberal y el “santismo” (entender derecha neoliberal). Esta simplificación corresponde perfectamente con la mitología nacional: la categoría del castro-chavismo. El punto final de la estrategia, un éxito notorio, se devela en la segunda vuelta de la elección presidencial en el 2014 y sigue hasta hoy.
¿Cuántos de mis amigos uribistas me hicieron este comentario? “Santos y sus amigos de las FARC y de la izquierda”. Como si fuera una evidencia que todos los que no están con Uribe son amigos entre ellos y son los enemigos de la verdad. Como si fuera creíble que Juan Manuel Santos fuera comunista. El Centro Democrático logró su cometido, ahora para los seguidores del expresidente Uribe, Cepeda y Santos son amigos, las FARC y la Corte Suprema también lo son. La adhesión de la izquierda a la causa del actual presidente constituye el material necesario para dar sustento a la teoría del complot abanderada por Uribe en relación con la oposición al candidato por el Centro Democrático Oscar Iván Zuluaga. Esta teoría es simple, es implacable y es muy difícil de desmentir… porque es pura mentira!
Yo, al igual que muchos, no soy “santista”, ni “polista”, ni guerrillero, ni del Partido Liberal o Conservador, pero sí soy contradictor de Alvaro Uribe y apoyo al proceso de paz…
El manejo de los medios populares, la unanimidad y la transposición de acusaciones
En materia de construcción y destrucción de este enemigo común, existen dos principios adicionales que terminan de convencer a la opinión, a la masa manipulable. El primero es el principio de unanimidad. Este principio da la sensación de un todo, unido y coherente, dentro del propio movimiento político. Y obviamente impone la destrucción del enemigo a través de su descrédito y de la demostración que ellos son una suma de individuos que obran para su bien personal (corruptos como la República de Weimar que firmó el Tratado de Versalles – corrupto como el Gobierno que está firmando la derrota ante las FARC). A modos de ejemplo, de cómo se concreta esto en la estrategia del Centro Democrático, podemos observar la forma que tienen de estar siempre presentes, todos y unidos en todas las manifestaciones políticas, imágenes de campaña o, incluso, en las plenarias del Senado. Pero no solamente que estén presentes, sino que comuniquen al respecto en los medios de comunicación de forma permanente (como lo muestra el sinnúmero de fotos que publican cada vez que lo pueden y que muestran a su bancada en medio de las sillas vacías). El segundo principio activo es el del líder que es la voz única del grupo. Álvaro Uribe es el Rey. El habla, los demás asientan. Si el líder dice, los demás hacen (la ilustración se encuentra en las respuestas de los congresistas lo acompañarán a Estados-Unidos). Esto da, obviamente, una fuerza increíble frente a partidos que parecen fraccionados a nivel ideológico (lo que es una riqueza pero puede fácilmente confundirse con un defecto).
Finalmente, la estrategia populista del Centro Democrático se evidencia en su manejo de los medios. El principio de renovación es uno de los más importantes y se debe acompañar del principio de transposición. Es decir, en un medio popular y fácil de acceso, tanto económico como lingüístico (Twitter en este caso), el partido emite permanentemente criticas, anécdotas, ataques y comentarios. Ese ritmo frenético de noticias permite obtener dos beneficios: el primero es que el adversario no tiene tiempo de responder y está condenado a seguir el ritmo impuesto; a ser pasivo. El segundo es la posibilidad de mostrar un compromiso permanente con la actualidad nacional y dejar una huella en la opinión. Como lo dijo el presidente de la República (Semana.com, 10/02/2015) de las mentiras algo queda. En resumen, cuando María Fernanda Cabal miente acerca de las víctimas en la Habana y su pseudo-amistad con los victimarios (sabiendo perfectamente que los personajes no eran guerrilleros sino miembros de establecimiento colombiano), cuando Uribe ataca a la campaña de Santos sin pruebas o cuando ataca al presidente del Congreso sin sustento alguno (ver el debate sobre Paramilitarismo en el Senado), no importa, el adversario está obligado a defenderse y se desvía la atención del público de lo que podría deslegitimar al partido.
Este último punto ilustra también el principio ya mencionado de la transposición. Este consiste en acusar al adversario de nuestros propios males con el fin de confundir a la opinión publica. ¿Acusan a Alvaro Uribe de violar los derechos humanos? Va a presentar quejas sobre la persecución y la violación a sus derechos ante la ONU. ¿Se le acusa de corrupción? Acusa al oponente de haber recibido dinero del narcotráfico. ¿Se le acusa de ser un paramilitar? Acusa al Presidente de ser un vocero de la guerrilla. Así funcionaba en el régimen nazi (cuando los S.S. quemaron el Congreso, se acusó a los comunistas, por ejemplo), así funciona en Colombia.
En definitiva, el Centro Democrático está empleando, una a una, todas las estrategias implementadas por Goebbels en el gobierno más mortífero y totalitarista de la historia europea (con el régimen de la Unión Soviética). Cuando todos gritaban: no más guerra, los nazis decían: justicia!. Esta narrativa permite categorizar a todos los que no la acogen como débiles y enemigos de la Nación. A los de Weimar se les acusaba de haber entregado al país a los “judío-masónicos”, a los que apoyan el proceso de paz, de entregar el país al castro-chavismo. Y ni siquiera es necesario mencionar el culto de la personalidad, del héroe de la patria, que cultiva el expresidente (al igual que lo hacía Hugo Chavez por ejemplo), en el que esta a la par con los grandes dictadores de la historia…
El paralelismo es evidente, el peligro también. Por Colombia y por la paz, porque podemos anhelar el fin del conflicto sin ser débiles o comunistas ¡abramos los ojos!
[1] En realidad son 19 principios del manejo de la información desde su recuperación hasta su divulgación pasando por su tratamiento. Sin embargo, hay un consenso general acerca del hecho que se puedan resumir en 11 para dirigirse a los ciudadanos.
Recomendados Libre Pensador:
(Revisados el 12 de febrero de 2015)
El Pais – Colombia no se mira al espejo
Eugénie Richard – Alvaro Uribe: la comunicación por la imagen
El Espectador – Completando el decálogo
Joseph Goebbels y la propaganda:
Eepsys.com – Goebbels et l’information aujourd’hui
Youtube – los 11 principios de Goebbels
Culturizando.com – Los 11 principios de la propaganda nazi
Ilustración del principio de transposición:
Semana.com – Nuestro gobierno si respeta la libertad de pensamiento, de opinión, de oposición
Publimetro – Las denuncias por persecución del Centro Democrático ante la ONU
Semana.com – Uribismo denuncia la violación de 11 derechos ante la ONU
RCN Radio – Uribismo denuncia a Ivan Cepeda por presunto sabotaje a campaña en Bogota
El Espectador – Tomas Uribe, bellaco: Claudia Lopez
Ilustración del principio de unanimidad:
Ola Política – El Centro Democrático y la estrategia electoral de Uribe
Ilustración del principio de renovación:
El Pais – Trinos contra el presidente Santos, la estrategia del uribismo
Bligoo – Teoría de Agenda Setting y la popularidad de Uribe
Pulzo.com – Efecto Uribe eclipsará la agenda legislativa
Ilustración de los principios de contagio, simplificación, enemigo único y transfusión:
Semana.com – Zuluaga es lo contrario al “castrochavismo de Santos”: Uribe