29 de julio de 2015
Maltrato animal: síntoma que delata al psicópata (Segunda parte)
Por: Lizeth Lozano.
La relación de los seres humanos con los animales ha ido más allá del provecho mutuo, los arqueólogos documentan que hace 10.000 a 20.000 años atrás los humanos domesticaban a perros y a gatos. Hay evidencia que la domesticación antecede a la agricultura y ganadería. Esta relación ha llevado que la raza humana haya experimentado con la selectividad; es decir, ello condujo a que— debido a las mezclas— se crearan más de 450 razas específicas para cada tarea humana como el pastoreo, la caza, animales de compañía, de rastreo, entre otros. Hoy en día, los perros se han se han convertido en la mejor compañía para los seres humanos. Sin embargo, algunos individuos que presentan trastornos psicológicos atentan contra la vida de estas mascotas, lo que se convierte en un rasgo serio de perturbación en el comportamiento. Desde la otra orilla, y aunque parezca paradójico, las mascotas contribuyen a salvar y a reconstruir vidas humanas.
Perros al rescate de seres humanos
En un estudio presentado en el 68 Congreso de la American Society of Criminology of Chicago sobre trastorno de personalidad y maltrato animal, en una muestra de 52 casos se encontró que el 85% de los asesinos tenían trastorno antisocial y el 90% había tenido historial de maltrato animal. El cual nos deja un interrogante frente a los actos cometidos en abril de 2014, cuando un empleado de Aseo Capital mutiló las patas de una perrita que iba caminando. Del mismo modo que el asesinato a sangre fría de un perro con una bala en la cabeza porque su dueña reprochó a un vecino que estaba obstaculizando la vía. ¿Tal actuar, es muestra de trastornos psicológicos? En respuesta la psicóloga Erika nos explica que hay muy poco material para investigar si presentan una enfermedad mental o no; sin embargo, se debe prestar una atención cuidadosa a estos casos, pues es posible que presenten episodios de violencia intrafamiliar.
Pero los animales y las enfermedades mentales no solo están relacionadas negativamente. En diferentes institutos se trabaja con animales para la reinserción de personas con trastornos mentales a la sociedad. En el año 1792 en la “Society of Friends” se realizó el primer tratamiento psicológico con animales domésticos como perros y gatos, el cual tenía como objetivo incitar el auto control a través del esfuerzo interno del paciente. Para 1867 los animales de compañía en particular los perros intervinieron en el tratamiento para epilépticos en Bethel, Beilfield Alemania. Después de la Segunda Guerra Mundial la US Army Veterinary Medicine Branch of the Health Services Command empleó perros para incentivar el confort en los pacientes hospitalizados y el de sus familiares.
Perros para el alma
Otro caso importante ha sido la prisión de mujeres en Prudy, Washington, donde se empezó un programa de entrenamiento de perros provenientes de perreras distritales condenados a muerte. Esto le dio la oportunidad a las reclusas de formar vínculos afectivos con los animales: “el animal no le importa por qué motivo estoy acá y tampoco me juzga”. En 1991 James Serpell publicó en el estudio “Efectos y beneficiosos en los propietarios de mascotas en varios aspectos de la salud y comportamientos humanos”, en donde se explica que después del primer mes de adquirida la mascota, la persona sufre de menos problemas de salud. Así mismo, los humanos realizan más ejercicio y se estimula su autoestima.
A través de la teoría del apego— que es un fuerte lazo emocional con otras personas, considerado por J. Bowbly como un componente básico de la naturaleza humana— se trabaja la construcción de relaciones dañadas de los hijos con los padres. El apego tiene un aspecto de búsqueda de seguridad, los niños logran establecer un apego con su cuidador o responsable cuando se sienten seguros; de ahí derivan otras conductas. En la construcción de una familia el sentimiento de apego se construye de manera circular; el bebé hacia su familia y al contrario. Una consecuencia del maltrato infantil es la imposibilidad de construir lazos de apego con las demás personas, así como los padres que no recibieron un cuidado adecuado desarrollan dificultad de mantener una relación sana con sus hijos. El tratamiento consiste en que a través de construir un sentimiento mutuo de apego por un animal tanto padre como hijo vayan desarrollando una mejor relación que al final lleve consigo la construcción de un “apego”.
A manera de conclusión, los actos violentos a animales domésticos pueden tener una raíz en trastornos mentales en las personas quienes lo realizan en algunos casos derivando a psicopatía. Sin embargo, esta no es la única relación que tienen las enfermedades mentales y los animales; hay tratamientos exitosos que se realizan con la ayuda de animales en los que se busca una reinserción del paciente y el despertar de sentimientos como la aceptación.