Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

24 de julio de 2015

Maltrato animal: síntoma que delata al psicópata (Primera parte)

Por: Lizeth Lozano

La relación de los seres humanos con los animales ha ido más allá del provecho mutuo, los arqueólogos documentan que hace 10.000 a 20.000 años atrás los humanos domesticaban a perros y a gatos. Hay evidencia que la domesticación antecede a la agricultura y ganadería. Esta relación ha llevado que  la raza humana haya experimentado con la selectividad; es decir, ello condujo a que— debido a las mezclas—  se crearan más de 450 razas específicas para cada tarea humana como el pastoreo, la caza, animales de compañía, de rastreo, entre otros. Hoy en día, los perros se han  se han convertido en la mejor compañía para los seres humanos. Sin embargo, algunos individuos que presentan trastornos psicológicos atentan contra la vida de estas mascotas, lo que se convierte en un rasgo serio de perturbación en el comportamiento. Desde la otra orilla, y aunque parezca paradójico, las mascotas  contribuyen a salvar y a reconstruir vidas humanas.

Lastimosa práctica histórica

De los perros hemos aprendido mucho, por ejemplo, la lealtad es el otro nombre de “Bobby” un perro skye terrier quien se hizo famoso por pasar 14 años sin alejarse de la tumba de su dueño. “Chonino”, un pastor alemán de origen argentino que le enseñó al mundo qué es la valentía, cuando perdió la vida en la detención de los delincuentes que habían herido a sus dueños. Y no podemos olvidar a “Laika”, la primera en lograr ver la tierra desde el espacio.

Así como la historia muestra relaciones de animal-humano emotivas, exitosas y provechosas también hay una historia antagónica: es el maltrato animal. Según Laura Fernández columnista de la revista Derecho y Cambio Social de España, el maltrato animal se define como un “comportamiento socialmente inaceptable que intensionalmente causa dolor innecesario, sufrimiento, angustia y/o muerte de una animal. Está categorizado según la naturaleza de los actos. Son directos cuando existe una falta intencional como la tortura, mutilación o el asesinato de un animal e indirectos como la negligencia de cuidados o abandono”.[1]

En una entrevista a Erika Granja, psicóloga de la Universidad Javeriana, quien ha realizado varios estudios sobre el tema, nos da una luz sobre una posible razón patológica sustentada en varios estudios psicológicos que revelan que en las familias donde se han presentado casos de maltrato y comportamientos violentos  dirigidos hacia los más débiles como mujeres, niños, ancianos y animales de compañía y  son aceptados por los espectadores sin repercusiones, el agresor cobra más fuerza. Este tipo de conductas está fuertemente relacionada con trastornos violentos como el  Disocial, relacionado en el DSM-IV (Manual de Diagnóstico de Trastornos Mentales, de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría), el cual consiste en la alteración de un comportamiento caracterizado por una conducta antisocial que viola los derechos de otras personas y las normas de la sociedad. Entre las conductas se puede destacar: irresponsabilidad, violación de derechos ajenos (robos, mentiras, delincuencia, entre otros). Además, de la agresión física hacia otros como violaciones o asaltos.

Una problema desde la infancia

Según el DSM-IV este trastorno tiene aparición desde la infancia o en su mayoría en la adolescencia antes de los 15 años, en particular los adolescentes con conducta rebelde que son los más cercanos a sufrir este tipo de trastorno. En estos casos, los maltratos a animales son comunes presentando conductas como sadismo y crueldad. Como conclusión el maltrato animal por menores es un signo de psicopatía. Los asesinos en serie exhiben tres conductas en la infancia donde se destaca el homicidio en animales para practicar, antes de matar a sus víctimas humanas. Esta es la consecuencia de la frustración, pues no pueden tomar represalias contra sus agresores o de cualquier motivo que les haya causado ese sentimiento.

De la mano con la Dra. Erika analizamos el caso de Peter Kürten o el “Vampiro de Dússeldorf” —nombre dado por beber la sangre de sus víctimas—. Este personaje nació en la antigua Múlheim, ahora provincia de Colonia. Perteneció a una familia muy pobre donde el maltrato doméstico se veía desde violaciones a sus hermanas, hasta el maltrato violento a su madre e hijos. Huyó de su casa a los 8 años y a los 9 cometió su primer homicidio al ahogar a diez amigos en el Rin. Años más tarde, fue contratado como perrero, en este roll   practicaba violaciones,  torturaba y mataba animales. Según la doctora Granja, la tolerancia a la agresión infantil generó en Peter la reproducción de este contra animal y personas además de desarrollar el Trastorno Antisocial de Personalidad en la edad adulta con síntomas de psicopatía. Así mismo, el diagnóstico frente  a las razones por las cuales el asesino Kürten liquidaba “aleccionar una sociedad opresiva” corresponde a comportamientos antisociales donde se cree que la persona debe darle una lección al mundo por su estado mental.

[1] Fernández De Santiago, Laura. Maltrato Animal Desde un Punto de Vista Criminológico.