2 de octubre de 2015
La feria de los avales: el espejo de la decadencia de los partidos
Por: Daniela Orozco Ovalle
En la carrera por conquistar los cargos que se disputarán en las elecciones regionales de octubre, los escándalos electorales están a la orden del día. Llegar al poder se convierte en el único objetivo y, tanto los candidatos como los mismos partidos políticos, aplican la célebre doctrina del “fin justifica los medios” con tal de mantener aquellas estructuras de las que se han beneficiado. Es en este escenario que presenciamos escándalos como la feria de los avales: todo un mercado en el que se transan favores políticos como cualquier mercancía, sólo por obtener el respaldo de los partidos. Pero más que un golpe a la competencia electoral transparente y legítima, este tipo de hechos reflejan la crisis que actualmente viven los partidos políticos, la cual contribuye al detrimento y decadencia, no sólo del panorama político colombiano, sino del andamiaje democrático en general.
Avales por favores: la extensión de un círculo vicioso
Si bien el ordenamiento jurídico colombiano contempla que los grupos significativos de ciudadanos, los movimientos y los partidos políticos pueden presentar candidaturas, por regla general esta facultad es ejercida por los partidos políticos. En ese sentido, es requisito que los candidatos que aspiran a un cargo de elección popular estén avalados por un partido político para que puedan inscribir su candidatura. Este mecanismo, que en principio estuvo ideado para que los partidos respaldaran a candidatos idóneos y transparentes, que mejor representaran los intereses y la ideología de los partidos, ha sido transformado y moldeado a conveniencia de los partidos y candidatos. La llamada Feria de los Avales es una nueva figura en el juego electoral, en el que el respaldo de los partidos políticos se ha convertido en un mercado donde se transan favores políticos que ayudan a mantener las estructuras monopólicas de las élites políticas en las corporaciones públicas tanto de las regiones como del nivel nacional.
En este panorama es común observar que personajes como Oneida Pinto, señalada de estar apadrinada por el ex gobernador de La Guajira, “Kiko” Gómez, fue avalada por el secretario general de Cambio Radical, Antonio Álvarez Lleras, presionado por el clan político de los Char. Esta decisión, tomada sin el consentimiento del director del partido, deja entrever como el juego de los avales permite a los grandes clanes políticos extender su dominio hacia otra región, creando un círculo vicioso en el que el candidato avalado tiene el deber conseguir votos y apoyo para que aquellos que intercedieron por él o ella, sean reelegidos en las próximas elecciones.
La enfermedad de los partidos políticos
La repartición de avales ha golpeado duramente la estabilidad, legitimidad y credibilidad de los partidos políticos, al punto que significó la renuncia de dirigentes de los mismos. En el caso de Cambio Radical, el respaldo de Oneida Pinto tuvo como consecuencia la renuncia de su director, Carlos Fernando Galán. La misma historia se repitió en el seno del Partido Liberal: por otorgarle el aval a Luis Pérez, candidato a la gobernación de Antioquia, y a Didier Tavera candidato a la gobernación de Santander, Viviane Morales presentó su renuncia. De los anteriores casos se deriva una conclusión clara: los partidos políticos atraviesan una crisis interna en términos de democracia y toma de decisiones, al igual que de ideología, criterios y procedimientos estandarizados para otorgar su respaldo a los diferentes candidatos.
Si bien las reformas de 2003 y 2009 le dieron un giro al panorama político colombiano, eliminando la “Operación Avispa”, fortaleciendo los partidos políticos y obligándolos a ser más rigurosos, la falta de legitimidad estructuras es cada vez más evidente. En lugar de ser organizaciones construidas sobre principios ideológicos y criterios de transparencia claros, se han reducido únicamente a las aspiraciones de poder, dejando de lado la ética y la responsabilidad para con los ciudadanos, y representando solamente los intereses de quienes logran acceder a los cargos de elección popular.
Por ello, en tanto los candidatos y partidos no asuman su verdadera función y responsabilidad, hechos como la feria de los avales se seguirán presentando, la crisis de los partidos se hará más aguda, y el panorama político y electoral colombiano seguirá siendo escenario de la corrupción, los delitos electorales y el círculo vicioso de favores políticos y extensión de dominios de las grandes élites, mermando cada vez más la sostenibilidad del andamiaje democrático.
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