19 de octubre de 2018
Gobierno Duque: Colombia, ¿potencia contra el Cambio Climático?
Río, Kioto, Cancún, Varsovia. Veintiún años, entre 1992 y 2013, dando la vuelta al mundo en busca de un acuerdo de lucha contra el cambio climático. Solo hasta la COP21 celebrada en 2015, en París, la humanidad creyó ver cristalizados sus esfuerzos en propuestas y compromisos tangibles que prometían asegurar la supervivencia de la especie humana.
Colombia, segundo país del mundo con mayor cantidad de especies naturales por kilómetro cuadrado, que concentra al interior de sus fronteras ecosistemas variados como bosques tropicales, corales, nevados y páramos es, a la hora de hablar de temas relativos al medioambiente, potencia por naturaleza. El papel desempeñado por la delegación colombiana en la negociación del Acuerdo de París fue vital para su conclusión satisfactoria, pues apoyó con firmeza la adopción de un enfoque global para enfrentar los desafíos que plantea el cambio climático.
Sin duda, la COP21 fue diferente a todas las Conferencias de las Partes que le precedieron: por primera vez, los países reunidos reconocieron que la responsabilidad de mitigar y enfrentar el cambio climático no es exclusiva de las mayores potencias económicas; cada delegación asumió metas unilaterales e incondicionadas que reflejaban el compromiso de las naciones con la reducción de emisiones de gases contaminantes.
A pesar de que el Acuerdo de París constituyó un hito para la comunidad internacional, tres años después de firmado parece tambalear. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca fue un golpe casi mortal a la viabilidad del Acuerdo. Durante su campaña, Trump dejó clara su postura frente al Cambio Climático, repitiendo en numerosas ocasiones que este no era más que un invento para limitar la capacidad productiva estadounidense. Fiel a esta afirmación anunció, una vez instalado en el Despacho Oval, la salida de los Estados Unidos del Acuerdo de París.
Durante el gobierno Santos, Colombia asumió múltiples compromisos en materia de adaptación, mitigación y lucha contra el cambio climático. Concretamente, trazó la meta de reducir en un 20% el nivel de emisiones de gases de efecto invernadero proyectado para 2030, crear clústeres de innovación en cambio climático, fomentar la investigación relativa al tema en universidades y centros educativos, impulsar ciudades sostenibles y competitivas, fomentar la cooperación Sur-Sur, delimitar y proteger las cuencas hidrográficas, entre otros objetivos. Sin duda, una postura cercana a la asumida por el expresidente de los Estados Unidos, Barack Obama.
La llegada de Iván Duque a la Casa de Nariño, en el escenario de inestabilidad en que se encuentra el Acuerdo de París, permite plantear numerosos interrogantes: ¿conservará Colombia su papel de liderazgo en materia de lucha contra el cambio climático?, de ser así, ¿podrá cumplir los compromisos asumidos tras la COP21?
En Perspectiva: el gobierno Duque frente al medioambiente
El más reciente encuentro entre el recientemente posesionado presidente de Colombia, Iván Duque, y el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, dejó varias lineas trazadas que proyectan las dinámicas en que se enmarcarán las relaciones entre los dos países. Principalmente, se evidenció que la agenda bilateral girará, de nuevo, en torno a un enfoque que recuerda épocas pasadas: la lucha contra las drogas, que involucra los mecanismos más ortodoxos de erradicación, como la fumigación de cultivos de coca con glifosato. En términos generales, la reunión dejó patente una actitud complaciente del gobierno Duque hacia el gobierno estadounidense.
El aparente realineamiento de Colombia con Estados Unidos, tras un corto periodo de tensa calma entre Juan Manuel Santos y Donald Trump, dibuja un sombrío panorama para el papel de Colombia en la COP23, que se llevará a cabo en diciembre del presente año, donde se pretende alcanzar un acuerdo sobre los mecanismos fácticos de implementación del Acuerdo de París. Si el gobierno Duque pretende tender vías diplomáticas exclusivamente al Norte, cabe esperar que también en materia de cambio climático se procure hallar coincidencias con el gobierno estadounidense, lo que sepultaría los compromisos de cooperación Sur-Surcontra el cambio climático asumidos por el gobierno Santos tras la firma del Acuerdo de París.
Y es que el ámbito interno tampoco es demasiado alentador. Durante la campaña presidencial, el entonces candidato Iván Duque hizo escasas referencias a la lucha contra el cambio climático. Apenas para la segunda vuelta, en temporada de pesca en el centro, mencionó algunos proyectos de mitigación del cambio climático, como la delimitación y monitoreo de cuencas hidrográficas. Su campaña giró en torno a temas distantes de la protección del medioambiente. Principalmente centró su discurso en la lucha contra las drogas y los medios de combate contra los grupos armados ilegales. Para el gobierno Duque, el medioambiente no parece ser una prioridad.
Así mismo, la asignación presupuestaria tampoco refleja compromiso del gobierno Duque con el tema en cuestión, pues el presupuesto destinado provisionalmente a los rubros de innovación, ciencia y tecnología para 2019 apenas supera los $229.000 millones, lo que dificulta el cumplimiento de los compromisos asquiridos por Colombia.
En definitiva, el panorama de lucha contra el cambio climático no es esperanzador. A día de hoy, ni Estados Unidos, potencia económica, ni Colombia, potencia por naturaleza, parecen dispuestos a asumir un rol de liderazgo que permita la efectiva implementación del Acuerdo de París. Tampoco la muy probable llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia del país con mayor biodiversidad del mundo invita al optimismo.
Sin embargo, siempre quedará una esperanza: ¿será Colombia una potencia contra el cambio climático?