Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

18 de marzo de 2019

¡Este rico son sureño!

Por: Club estudiantil Nariño

Chuchingas, aguaguado, aquisito, bámbaro, cuscungo ¿Conoce alguna de estas palabras? Si su respuesta es no, es muy normal, pues hacen parte de una de las culturas más ricas, sorprendentes, complejas, olvidadas y excluidas en el territorio colombiano. Sí, es la cultura nariñense ve, la del cuy, los Carnavales de Blancos y Negros, el ají de maní, las empanadas de añejo y el volcán Galeras. Es la cultura cuya capital, la Ciudad Sorpresa de Colombia, de la que se conocen los aspectos anteriormente mencionados, pues son los más representativos, cuenta con muchos más, igual de sorprendentes y cargados con un alto contenido histórico. El presente artículo, pretende brindar unas luces, apenas generales, de los aspectos menos conocidos de la rica cultura pastusa, con el fin de visibilizarla.

La música pastusa, es un motivo de orgullo del que vale la pena hablar. Con el pasar de los años ha demostrado una evolución interesante, sin embargo, sus bases centradas en los boleros y las baladas aun no pasan de moda. Los pastusos presentan un gran gusto por estos géneros musicales y aunque ese gusto se presenta más en las antiguas generaciones, ha sido exitosamente heredado a las nuevas. No en vano cantantes como Andrés Cepeda llenan cualquier escenario de la capital nariñense con sus presentaciones. Ahora bien, para hablar un poco de historia, es válido remontarse 1947, año en el que nace la agrupación musical Ronda Lirica con la voz del maestro Bolívar Mesa. Esta agrupación es la responsable de haber creado los temas musicales con los que varias generaciones nariñenses han bailado y gozado, tales como: Sonsureño, El Miranchurito, Cachiri, Mi Pastusita, entre otros. Ya para 1961 nace en la ciudad de Pasto quizá el trío más icónico y querido por los pastusos, con éxitos inolvidables, que demuestran la nobleza y el romanticismo de los pastusos. Como muestra de ello, dos de sus canciones más famosas: “Triunfamos” y “Noches de Bocagrande” con frases poéticas tales como “une tu voz a mi voz, para gritar que triunfamos, si el mundo ya se cansó, aquí seguimos los dos sin renunciar ni ocultarnos” y “tu reclinada en pecho, al vaivén de nuestra hamaca y yo contando mis besos en tu boca enamorada”. Ya para los años 90 surge la agrupación musical Trigo Negro, que años más tarde dio paso a la agrupación Sol Barniz. Estas dos bandas musicales representan el renacer de la música pastusa bailable de los Carnavales de Blancos y Negros, con temas representativos como Paloma Morena, Canción India, El Carnaval del Cuy, El Trompo Sarandengue, El Guagua Viringo, La Senda del Carnaval, entre otros. Es así como la música pastusa, sin importar el pasar de los años y de su evolución, en sus letras siempre consigna atributos de la rica y compleja identidad del pastuso, inteligente, callado, noble, amiguero y rumbero.

“Venga pero, ¿y usted es de Pasto, Pasto?” Pregúntele no más a un pastuso cuántas veces ha escuchado esto ¡Pues de dónde más, bámbaro!  Del mismo Pasto que se despierta viendo al majestuoso Urcunina –el “Galeras” para los forasteros, pero fresco que complacido yo le enseño-, bautizado “Montaña de Fuego” por los quillacingas, guardián de varios municipios, quién acompaña a tan sólo 9 kilómetros a la bella ciudad de San Juan de Pasto.

Nuestro volcán Galeras también apodado cariñosamente como el “León Dormido” ruge llamando la atención exclusivamente de sus hijos hasta que se vuelve a dormir. Según el Instituto Colombiano de Geología y Minería Ingeominas, tiene una edad aproximada de 4.500 años y debido a su actividad sísmica constante, a pesar de tener procesos de reposo, es uno de los volcanes más documentados en Colombia, caracterizado por erupciones “vulcanianas”, es decir, emisiones de gases y ceniza, así como pequeños flujos de lava (ICGMI, 2005).

Han pasado años y el volcán sigue haciendo de las suyas. Según el Servicio Geológico Colombiano, durante los últimos siete años se ha mantenido en alerta amarilla. Los nariñenses han desarrollado nervios de acero, acostumbrándose a emisiones de gases, fumarolas, temblores de altas magnitudes y sobretodo el olvido del país cuando hay un nuevo rugir del Galeras. Muchas veces el único medio informativo son los boletines del Servicio Geológico Colombiano difundido por medio de notas de voz en WhatsApp por los mismos habitantes de la región. Aún así, el volcán es el consentido de los pastusos  y evidentemente forma parte de la identidad nariñense.

Nariño también está representado por su gastronomía, el tradicional cuy, acompañado con papa, yuca, ají de maní y un vaso de cigarra. Aunque no es el único plato que va a encontrar en la región. Nariño se caracteriza por ofrecer una gran variedad gastronómica que sorprende a todo aquel que decide probar sus exquisitos sabores: la mazamorra, las leches batidas, el helado de paila, el guarapo, la chicha, los pasteles de yuca, el chirle con queso, la leche asada, las papas con maní, la choriza, las melcochas, el tradicional sancocho de gallina criolla, el puerco hornado con mote, y las famosisimas hojaldras de Ipiales, son las tradiciones que hacen aguita la boca de tan solo nombrarlos. Cualquier rincón del departamento asombra con sus delicias gastronómicas, y ni hablar de los paisanos que las ofrecen, la hospitalidad es característica de los nariñenses, donde las guaguas son boniticas,  y los chiquillos, desgualangados,  pero atentos.

Otro aspecto fundamental que caracteriza la cultura e identidad nariñense es la fuerte influencia de la religión católica, que desde la época colonial ha marcado una intensa devoción, que se visibiliza en los majestuosos monumentos, esculturas y pinturas religiosas que adornan la región. La creatividad inigualable de los artesanos nariñenses se ha plasmado en la expresión “del arte neogótico, colonial y postmodernista” (Oficina de turismo departamental) fusionado con las técnicas de arte tradicional como el tallado en madera y barniz, creando así un conjunto arquitectónico único e implacable en el país que le otorgó el calificativo de “La ciudad teológica de Colombia”  (Oficina de turismo departamental,sf).

Entre los templos más importantes, está el templo de San Juan, La basílica de Sandoná, El Santuario de Nuestra Señora de la Playa, la Ermita de Santa María Magdalena y no menos importante El Santuario de Las Lajas, que por si fuera poco se ha denominado como “El milagro de Dios sobre el abismo” debido a su impactante construcción.

La existencia de innumerables templos, en todo el departamento, evidencia la fuerte imposición de la religión durante la época colonial, lo que supondría un arrebato desmesurado y violento, de la cultura y tradición autóctona. No obstante, a pesar de los hechos históricos, la población nariñense sigue manifestando su cultura mística y tradicional de sus antepasados hasta nuestros días. Durante el año, se desarrollan fiestas patronales en las veredas y pueblos de todo el territorio para conmemorar y agasajar a los santos devotos de cada localidad. Este escenario, es un evento que expone a la cultura nariñense en todo su esplendor, pues cada festejo tiene su propio ritual, en el que cada familia se compromete con actividades que enriquezcan dicho agasajo, acompañado de bailes, platos típicos y la música tradicional, sin dejar de lado la oración católica de la tan arraigada influencia colonial. Así pues, los templos y los santos se convierten en un motivo de unión, compromiso e interacción entre los habitantes de la tierrita.

Vendrá por estos lares, que Nariño lo espera. Manejárase bonito.

Recomendados Libre Pensador:

Si es pastuso y le interesaría vincularse a este grupo de estudio ingrese aquí: Nariño

Instituto Colombiano de Geología y Minería Ingeominas – Actividad Histórica Volcán Galeras.

Oficina de turismo departamental – Gobernación de Nariño 

Radio nacional de Colombia – Gastronomía nariñense: una despensa de sabores para degustar. 

Servicio Geológico Colombiano – Estado actual de actividad del volcán Galeras.