Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

8 de mayo de 2022

Congreso impopular

Por: Camila Fernanda Perafán García

En Colombia los poderes públicos compiten por cuál decepciona más al pueblo, la rama legislativa va ganando. El principio básico de la tradición constitucionalista liberal busca que se genere un control por parte de cada poder sobre los demás para evitar un abuso por parte de los funcionarios públicos de un solo sector del Estado.

En las elecciones presidenciales, se maneja una lógica de suma cero, solamente uno gana, mientras que en las elecciones legislativas hay una mayor representación del pueblo, por el lado de la Cámara, representación territorial y por el Senado, representación ideológica. Entre las funciones de representación del Congreso están: la legislativa, es decir, elabora, transforma, interpreta y deroga las leyes; la función constituyente, puede generar reformas a la carta magna de la República y su facultad para ejercer un control político sobre el gobierno y la administración, para evitar acciones de autoritarismo. Tanto el poder ejecutivo como el poder legislativo celebran sus elecciones por voto popular cada cuatro años. La campaña electoral a la Presidencia, votada dos meses y medio después del Congreso, suele opacar la campaña legislativa. En este sentido, es necesario indagar sobre las preferencias de la población colombiana por las votaciones presidenciales sobre las legislativas. 

Se ha perdido la Fe

El pueblo juzga a esta institución por los altos sueldos de los congresistas, su sumisión al poder ejecutivo, la corrupción que hay dentro, su incapacidad de reconocer las problemáticas que aquejan al país y la falta de ejecución de soluciones a sus necesidades. 

Sus integrantes han tenido relación con varios casos de prácticas ilegales, como: la infiltración del narcotráfico, con Pablo Escobar en los años 80; el proceso 8000 en los años 90; la parapolítica en los 2000, o en casos más recientes, la red de compra de votos que resulto con la captura de la excongresista Aida Merlano; el caso de la presidenta de la Cámara de representantes, Jennifer Arias, quien plagió su tesis de grado para la maestría en la Universidad Externado de Colombia, pero aun así continúa ocupando su cargo.

En el 2021, se aprobó una propuesta que para muchos censuraría a los periodistas y defendería a los funcionarios públicos, mientras que el proyecto para reducir las vacaciones de los congresistas fue desechado a falta de quórum en el Congreso el 16 de diciembre, día que se acostumbra a trabajar hasta media noche porque hasta el 16 de marzo del siguiente año que se retoman labores, pero que en esta ocasión terminó actividades en horas de la tarde. 

Todos estos hechos han generado desconfianza entre la población. Si no se sienten representados y no creen en los resultados de los congresistas, no se interesan por quienes van a ocupar estos puestos. 

No es popular, es público  

La rama ejecutiva no es aceptada por todos los ciudadanos, pero sí es conocida como la más poderosa. Aunque cada poder debería tener el mismo valor para que se balancee el sistema de frenos y contrapesos, hay prioridad a la facultad de la rama ejecutiva. La reforma a la Constitución política de 1991, para permitir la reelección presidencial, debilito la estructura de los órganos de control y le otorgó mayor poder, así mismo, los nexos con miembros del legislativo han permitido que herramientas como la moción de censura no hayan resultado en cambios significativos, pues los intereses de las mayorías en el Congreso han coincidido con los del presidente de la República. Por eventos como los mencionados, la ejecutiva no se mantiene al margen. Para Ospina (2021), el enfrentamiento de posiciones políticas en los países llevó a constituciones que contemplan el principio de separación, pero otorgan ventajas al poder ejecutivo que se han adaptado para aumentar su potencia.

Las votaciones presidenciales resaltan frente a las legislativas, en la cifra de abstención, por ejemplo, para 2018 hubo una “votación histórica” por el Congreso, en la que más de la mitad de los colombianos, es decir, aproximadamente 18 millones, optaron por la abstención, es decir, la participación fue de 48,97%, mientras que por la elección del presidente la participación fue de 54,22% para primera vuelta y de 54% para segunda vuelta, lo que deja en evidencia la preferencia al momento de elegir por quién toma las decisiones en el país. Aunque el ejecutivo tampoco tiene la mejor acogida, ha tenido eventos que le han sumado poder, y hoy día, su reconocimiento es de mayor grado que el del legislativo. 

Si el Congreso es ajeno a la realidad del país y los colombianos no se sienten representados en este escenario, no les queda más opción que buscar alternativas para hacerse escuchar. Las urnas deben ser un medio para ello, solo si los colombianos se informan, buscan y votan por candidatos que realmente representen y cumplan con las funciones del legislativo se podrá hacer algo por la democracia en este país.

Recomendados Libre Pensador

Fuentes, C. Montesquieu: teoría de la distribución social del poder. 

Función Pública. El Manual de estructura del Estado Colombiano. 

Kugler y Rosental. División de poderes: una estimación de la separación institucional de los poderes políticos en Colombia (2000). 

Misión de Observación Electoral. Resultados Electorales 2018

Ospina, C. El sistema de frenos y contrapesos en colombia y la sátira política. 

Registraduría Nacional del Estado Civil. Resultados Elecciones 2022