15 de febrero de 2018
Colombia: una democracia de papel
Por: Jessica Lorena Barajas Pinto
Si bien el artículo uno de la constitución colombiana de 1991 afirma que Colombia es democrática y participativa, en los últimos 26 años se ha percibido poco de lo que en realidad debería ser esta forma de gobierno. Campañas desenfocadas, elecciones acomodadas, desinformación de las decisiones tomadas por quienes están en el poder y, sobre todo, que día a día se develan escándalos es corrupción. Esta es la realidad del país, y aunque los medios traten de ocultarlo, es menester de cada ciudadano entender por qué Colombia es, cada día, menos democrática.
Según Jean-Jacques Rousseau, la democracia parte de la igualdad; además, contempla dos aspectos fundamentales: la participación política en las decisiones por parte del pueblo y el control por parte de los ciudadanos a la cosa y el accionar públicos. Pero en realidad, al analizar la actualidad colombiana, es preocupante ver como a diario estos fundamentos están desapareciendo. Los ciudadanos le dan cada vez menos importancia a los asuntos políticos, no les interesa saber porque aquel senador por el cual votaron el año pasado, ahora está bajo investigación. El pueblo debe entender que esta no es una cuestión tan solo de aquellos que están ligados a la política, porque en realidad, todos hacemos parte de esta.
Una participación fantasma
Si bien es cierto que el título IV de la Constitución promueve la participación política a través de la creación de varios mecanismos que le permitirían al pueblo participar en la toma de decisiones, encuestas realizadas por el DANE en 2008, evidencian como el porcentaje de personas que no conocen los mecanismos de participación es mayor al de los que sí lo conocen: el 54,33% de los ciudadanos mayores de 18 años no tenía conocimiento del mecanismo de la consulta popular; además, solo el 25,97%, de la población encuestada, sabía lo que es el plebiscito ¿Cómo va a participar el pueblo en la toma de decisiones si ni siquiera conoce los mecanismos para hacerlo? Un estudio realizado para la Registraduría Nacional del Estado Civil por la Universidad Sergio Arboleda, en 2013, evidenció que Colombia es el país con mayor abstención electoral en la región.
A los colombianos les da pereza informarse acerca de todos estos mecanismos de decisión por aquel pensamiento colectivo de “que se encarguen los políticos de los asuntos del gobierno, de todas maneras, para eso fueron elegidos”, pero entonces, luego se horrorizan al ver las decisiones que se han tomado con respecto a la educación, la economía y la infraestructura, por poner solo algunos ejemplos.
La fiesta de los funcionarios
A pesar de que el artículo 40 de la Constitución establece la revocatoria del mandato, que, según estadísticas del DANE, solo el 32,13% de los ciudadanos conoce, en Colombia el pueblo no cuenta con más herramientas para ejercer un control real sobre aquellos a los que elige. Esto quiere decir que existe una falla constitucional, ya que, para Rousseau, es importante que exista un control responsable por parte del pueblo hacia quienes toman las decisiones. En Colombia es necesario que se implementen estas herramientas, ya que existen numerosos casos en los que diferentes funcionarios tienen hasta 186 procesos sin concluir, como es el caso del senador Álvaro Uribe Vélez. Es más, tan solo este año han sido capturados más de 200 funcionarios por corrupción. Es una realidad, el pueblo colombiano necesita la capacidad de controlar a sus gobernantes, si no, la corrupción consumirá al Estado por completo.
Si no se cumplen los aspectos fundamentales de la democracia, ¿se puede definir a Colombia como “democrática y participativa”? Es preocupante la situación que afecta a este país, ya que cuando el pueblo no está enterado, o siquiera interesado, en los asuntos que le competen, no puede decirse democrático. De hecho, Aristóteles afirmó que la democracia era la tiranía de unas mayorías incultas y maleables, y dicha aseveración es aplicable en el caso colombiano, los ciudadanos alejados de la política son fácilmente presa de caudillos clientelistas que terminan por hacer de la democracia su negocio personal. Entonces, ¿Esta equivocada la Constitución? ¿Es necesario editar el artículo primero y cambiar la característica de democracia participativa a democracia de papel?
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