20 de junio de 2018
Colombia no será Venezuela (ni lo pudo haber sido)
Por: Mateo Andrés Riveros Parra
Manifestaciones, represalias, gente comiendo de la basura, niños muertos por desnutrición, vidas en riesgo por falta de medicamentos, tensión internacional, son unos de los problemas que enfrenta hoy en día Venezuela, y que trasnochan a tantos colombianos con el temor de que suceda también en su país. Ser la nueva Venezuela es la preocupación más grande en Colombia, presente en la intención de voto en las pasadas elecciones de marzo y definitivo para las presidenciales.
Venezuela no ha tenido estabilidad política jamás. A finales de la década de los 90s, un ex recluso (preso por intentar dar un golpe de Estado), llegó al poder ganando la presidencia con el 60% de los votos. Así, en 1999 comienza la Revolución Bolivariana.
Entendiendo que una revolución es un cambio radical y estructural ¿La condición actual colombiana, en relación con la de Venezuela a finales de los 90s, permitiría que viva una revolución socialista como la del vecino país?
El cambio Político como principal objetivo del país
El punto de quiebre de la política venezolana fue el 6 de diciembre de 1998, cuando Hugo Chávez gana las elecciones presidenciales, y marca el inicio del proceso que ha llevado a Venezuela a su situación actual.
Dictaduras y pactos entre las elites dirigieron a Venezuela en el siglo XX, en los 50s fue “la cuarta república”, convenio entre los dos partidos vigentes, Copei y Acción Democrática, que se turnaban el poder, de igual forma que en Colombia el Frente Nacional (hasta 1974). Aquel sistema político venezolano estuvo vigente entre 1958 y 1999. Como sucedió en Colombia, el periodo de bipartidismo estuvo marcado por un alto índice de corrupción y clientelismo, aun presente en ambos países.
La expresión de la corrupción en Venezuela, a finales de los 90s, era el hambre del 21%, la pobreza del 60% y la abstención electoral del 60% situación no muy alejada de la colombiana actualmente, donde el abstencionismo ralla en el 60%.
El cambio de la clase política es el objetivo común entre la Venezuela de 1998 y Colombia en 2018, en los dos casos propiciado por escándalos de corrupción, y en el caso colombiano, protagonizado por escándalos como los de Odebrecht, el cartel del Sida y de la Hemofilia, la alimentación escolar, etc.
En Venezuela, en 1989, una serie de protestas que terminaron en tragedia estremecieron a los venezolanos, en el llamado Caracazo. Cifras oficiales dicen que fueron más de 700 los muertos, sin embargo, reconocidos medios de comunicación afirman que hay un número de desaparecidos entre 3000 y 4000 personas. En 1999, había un 20% de desnutrición infantil y entre el 60% y 70% de las personas de bajos recursos nunca habían estado en un consultorio médico. Por su parte, el conflicto armado en Colombia ha dejado millones de víctimas en las últimas décadas, conflicto en que el Estado también es victimario.
¿Quien lidera?
En medio del contexto de pérdida de legitimidad del gobierno venezolano, apareció una figura que partiría la historia de Venezuela en dos; Hugo Chávez Frías, militar de la brigada de paracaidistas, quien en 1992 intentó un golpe de Estado para luego posesionarse como presidente en 1999. El carácter de un líder carismático unió a la mayoría del pueblo de Venezuela mientras prometía solucionar las necesidades y disminuir radicalmente la desigualdad. Surgió así el fenómeno chavista que lo mantuvo en el poder durante 15 años (hasta su muerte en 2013) y con el que reestructuró por completo el Estado. Con amplias mayorías a su favor, su primera acción como mandatario fue convocar a una constituyente que se aprobó sin mayor problema.
Tal como afirmó Fidel Castro “Ninguna revolución puede ir en contra del pueblo” es decir, requiere tanto la aprobación del pueblo como su apoyo. Apoyo que Chávez consiguió, y que en algún momento Álvaro Uribe pudo obtener con la Seguridad Democrática (aunque no con fines revolucionarios).
Si en Colombia buscamos un actor que sea capaz de atraer multitudes, como Chávez en Venezuela, los más cercanos serían Álvaro Uribe, expresidente; y Gustavo Petro, excandidato presidencial; a los dos las multitudes que les brindan su apoyo y respaldo.
Tanto Petro como Iván Duque, presidente electo, afirmaron en su momento que convocarán una constituyente, pero ninguno de los dos tiene las mayorías parlamentarias suficientes para hacerlo ni las populares que les permitiesen dirigir una revolución.
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