17 de marzo de 2020
Y si dejamos de avanzar, ¿Los conflictos volverían a la normalidad?
Por: Marco Andrés Prada Hernández
Tendremos que aceptar dos velocidades para relacionar los avances en las llamadas ciencias de la naturaleza en relación con las ciencias de la sociedad. Las primeras lo hacen exponencialmente y en línea recta, las segundas aritméticamente y en espiral. En poco tiempo la distancia puede ser abismal. Y, sin embargo, una sociedad tecnológicamente avanzada necesita una mayor capacidad de resolución de los conflictos sociales. (Caminal, 2005(A)p. 19)
Desde el boom tecnológico a inicios del nuevo milenio, el desarrollo de las ciencias naturales ha emprendido un camino de excesiva y constante evolución en contraste con las ciencias sociales, que tienen un desarrollo cada vez más retrasado. “A pesar de llevar poco más de una década, son ya innumerables los avances que ha conseguido en tan pocos años el mundo de la ciencia” (Fita. 2013, p.1). Según una recopilación de la revista La Vanguardia (2013), Entre el primer logro científicamente relevante del siglo XXI, el desciframiento del genoma humano, y el segundo, el descubrimiento del grafeno, el material más delgado existente, transcurrió menos de un año, mientras que, tiempo atrás, al humano le tomó más de cuatro milenios pasar simplemente del ábaco a la primera calculadora. Por otro lado, este cambio de rumbo tan acelerado que han tomado las ciencias naturales, se ha convertido en uno de los mayores problemas para las ciencias sociales, en este caso, la política, ya que, como afirma Miguel Caminal Badía (2005) los avances apremian nuevos métodos de resolución de conflictos, que en una sociedad cambiante, se centren en mantener cierto equilibrio y orden concertados en las relaciones sociales. Esta teoría marxista de la evolución social, en la que un dilema es orígen de otro ya solucionado, y trae consigo nuevos cuestionamientos más avanzados que con su resolución, insta a un desarrollo a largo plazo de la sociedad, que terminará alcanzando la última fase del comunismo, donde no es necesaria una organización estatal puesto que no habrán conflictos por solucionar (Caminal. 2005(B), p.129).
Sin embargo, ¿Qué tal si desde el comienzo nunca hubiesen existido dificultades para solucionar conflictos?
Para sostener la idea, se debe imaginar un mundo sin progresos tecnológicos, un mundo sin la sobreexplotación que Marx tanto critica a las sociedades capitalistas. Por tanto, en este mundo existiría una comunidad total de bienes que no necesitaría ser organizada por el Estado, y sus individuos se asociarían libremente, que es algo parecido a la sociedad luego del fin de las ideologías que explica Francis Fukuyama (2000). Porque, si seguimos creyendo que los avances solucionan por completo un conflicto, entonces no somos concientes de que “Toda nueva tecnología lleva implícita un conflicto […] Los cambios tecnológicos pueden penetrar y modificar las estructuras sociales, trayendo cambios impredecibles e irreversibles. Nuestra sociedad ya no es la que era y los cambios la convulsionan cada vez más” (Soriano. 1998, p. 177), por tanto, al abolirla, nos evitaremos adrede todos estos conflictos que el desarrollo científico trae consigo, por lo que dejaremos de preocuparnos por satisfacer más y más necesidades, poniendo de primera mano al libre pensamiento y a la distribución de ideas con aceptación total de una sociedad.
¿Es posible abolir la tecnología para igualar las soluciones sociales a los conflictos de origen natural?
Como consecuencia de las tan arraigadas ideologías, que según Laski (s.f), radican en que el afán de lucro, desde el comienzo de la humanidad, ha sido inherente al hombre y, por tanto, se deben eliminar las trabas a los individuos para que se enriquezcan sin límites, en tanto que esta necesidad de expandirse de manera individual es socialmente útil.
De antemano, cuando hablamos de ideologías en ciencias sociales, no podemos excluir entonces el término política, que no existiría de no haber conflictos, de modo que, si los avances tecnológicos desaparecen, no tendríamos que hablar tampoco de relaciones sociales que ayuden a solucionarlos porque ya no existen, por consiguiente, abolir por completo los avances tecnológicos sería dar un golpe crítico a la humanidad, mientras que, reducir la velocidad en que estos logros científicos se dan, ayudaría a las ciencias sociales a establecer mejores medios para imponer un equilibrio entre conflictos y soluciones arraigados a la vida contemporánea cambiante.
Así pues, se concluye que el objetivo principal de la humanidad para igualar el avance de las ciencias naturales y sociales, desde un punto de vista marxista, debe inducir a erradicar la heteronomía de los hombres subordinados a otros, que sobreexplotados, producen más, induciendo a avances tecnológicos acelerados; esto es, el fin de la alienación, mas no el fin del desarrollo humano, reduciendo la sobreproducción y promoviendo a innovaciones ideológicas para preservar el orden ante la discordia.
Recomendados Libre Pensador
Caminal, M (2005(A)). La política como Ciencia. En Caminal, M., Manual de ciencia política (pp. 17-37). Madrid: Editorial Tecnos.
Caminal, M (2005(B)). Las Ideologías Políticas. En Caminal, M., Manual de Ciencia Política (pp. 85-154). Madrid: Editorial Tecnos.
Fita, J. – Los diez descubrimientos científicos más importantes de este siglo.
Soriano, R. (1998). La LOGSE, una ley sin respuestas para la educación audiovisual. En Soriano, R., Comunicar 11 (pp. 173-178). Huelva: Universidad de Huelva.