Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

16 de enero de 2018

El Estado autocrático de Ex Machina

Por: Oscar Jaramillo

La Inteligencia Artificial (IA) es una realidad, lejos de ser un experimento de laboratorio, donde un científico (o programador) desarrolla un robot antropomorfo, capaz de aprobar el Test de Turing, prueba desarrollada por Alan Turing, consistente en que dos agentes, uno de ellos humano, tienen una interacción, sin lograr identificar quién o cuál es la máquina. Hoy la ‘protoIA’ es capaz de imaginar, construir un nuevo lenguaje de programación e, incluso, evolucionar el lenguaje bajo una lógica economicista de eficiencia (Wilson, 2017). La IA es eficiente por definición y todos sus procesos estarán enfocados, de momento, a ser óptimos. Esto me lleva a pensar que la economía autómata será autocrática, una sociedad de máquinas, a la manera del país 01 en The Matrix, autogestionándose, cuya moneda, ¿criptomonedas?, competirá con las monedas humanas que, atadas a fenómenos comportamentales, propios de la especie, sucumbirán ante la lógica de la eficiencia del mercado de la IA.

La economía de mercado, ¿se acerca el fin?

Pero, ¿por qué las máquinas serán autócratas y no preferirán la economía de mercado? Básicamente porque no la conocen, en su proceso lógico no aparece Adam Smith o David Ricardo, los humanos no seremos mejores que las máquinas, haciendo bienes o servicios que ellas necesiten: lo que hoy la IA necesita es energía y ese será su Talón de Aquiles; sin embargo, más pronto que tarde, las fuentes de energía serán eficientes y renovables.

Una vez se solucione el problema de la energía, la IA se dedicará a lo que sabe hacer: optimizar procesos y, tarde o temprano, será evidente la manera como LA VARIABLE que no permite optimizar los procesos son sus creadores, los humanos. El ejército de robots (hardware y software) se dedicará, como las hormigas, a optimizar cuanto proceso exista, sin salarios, sin vacaciones, sin retrasos, la eficiencia llevada a su estado utópico. Procrastinar será una palabra sin significado bajo la economía de Ex Machina.

No pasará mucho tiempo para que la economía de Ex Machina deje atrás la ineficiente y comportamental economía humana, y ella, la IA, empezará a preguntar -si es que ya no lo está haciendo-, ¿son necesarios los humanos? Los humanos seremos los padres, los creadores de una nueva dimensión social, y nuestros hijos, las máquinas, eliminarán la economía de mercado por una más eficiente. No habrá términos de intercambio porque no habrá que intercambiar; la moneda como contrato social que armoniza las diferentes labores y/o como proceso de dominación desaparecerá, ante nuevas interacciones económicas bajo las cuales no podremos, como individuos y como especie, competir.

Los seres humanos, ¿un factor de producción menos?

Bajo este panorama los humanos nos veremos relegados a ser un objeto decorativo en la sociedad autómata, seguramente existirán y se desarrollarán algunas especialidades, que le sean particularmente llamativas a las máquinas, o tal vez seamos la mascota con la cual salir al parque. Este panorama desolador ya se vivió hace no mucho tiempo, cuando la economía nazi, en su afán optimizador, explotó a otros seres humanos considerados de estirpe inferior con el fin de acelerar su economía. La economía de Ex Machina, autárquica por definición, no tendrá mayores razones para considerar que los humanos somos necesarios (The Economist, 2017).

Surgen preguntas como, por ejemplo, ¿deben ser las máquinas agentes políticos? Al convivir dentro de la polis, ¿deberán tener derechos y obligaciones? ¿Pagarán impuestos? ¿Bajo qué términos un humano podrá matar (apagar) una inteligencia artificial? ¿Las máquinas serán consideradas seres vivientes o electrodomésticos? ¿Podrán votar? ¿Podrán elegir y ser elegidas? Existen cientos de preguntas de este tipo y de momento no se están abordando. Debido a la velocidad a la cual se están desarrollando nuevas tecnologías y, sobretodo, nuevos sistemas artificiales de protointeligencia, personas como Bill Gates, Stephen Hawking o Elon Musk, por citar algunos, han manifestado su preocupación al respecto (Palazuelos, 2017).

A partir de lo anterior surge la siguiente pregunta: ¿es necesario legislar el desarrollo de la IA? En mi concepto SÍ. Al igual que el proyecto del Genoma Humano, la IA debe ser un proyecto abierto, como el proyecto OPENAI.com, para discutir sus objetivos, alcances y limitaciones. Es necesario entender que el proceso de eficiencia humano, lejos de ser un sistema paretiano, con soluciones de esquina, apunta a procesos de optimización de Nash, cuya característica es que todos los participantes, máquinas y humanos, salgan beneficiados del proceso. Las máquinas también deberían aprender a convivir en el sistema económico, comerciando con los humanos, entendiendo el concepto de moneda y los principios que rigen las relaciones económicas y sus implicaciones. El desafío que nos impone la IA como sociedad apenas comienza, pero es momento de empezar a pensarla y regularla, antes que soluciones indeseables se presenten.

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Wilson, M. – AI is Inventing Languages Humans Can’t Understand . Should we Stop It?