6 de marzo de 2015
Unión Europea, ¿crisis superada?
Por: Javier Pardo Mateus
La sorpresiva crisis de la zona euro, desde comienzos del 2010, puso de manifiesto la disparidad entre los Estados miembros de la Unión Económica y Monetaria (1999), que se ha venido constituyendo como un grave conflicto de unidad. A pesar de las instituciones europeas, se han fortalecido los sectores escépticos al proceso de integración y la situación es cada vez más compleja. Nuevos retos y medidas se perfilan a la espera de un resultado definitivo orientado hacia la posible salida que se vislumbra para el Reino Unido.
El fenómeno europeo causó furor en sus comienzos y demostró ser una alternativa eficiente para adecuarse al mundo globalizado; ejemplo a seguir para la integración de regiones en el mundo como Latinoamérica, sin embargo los inconvenientes que se vienen presentando en los últimos años han puesto en duda la fuerza de la unidad y de la economía de la Unión Europea.
La Unión Europea es el mejor ejemplo de integración internacional. Desde el nacimiento de la Comunidad Económica del Carbón y del Acero (CECA, 1957), pasando por la Comunidad Económica Europea y la Comunidad Europea de Defensa, se ha expandido la cooperación europea para lograr lo que hoy se conoce como Unión Europea. Los esfuerzos han sido valiosos para lograr el reconocimiento internacional del cual goza hoy en día. La UE logró ser la economía más grande del mundo en términos de PIB, según estadísticas del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional en el 2013.
Crisis económica y de unidad
Europa se vio bastante afectada por la crisis financiera que se desencadenó en los Estados Unidos en 2008: en 2010, la crisis económica explotó en Grecia y se expandió por toda la zona euro. La manipulación de las cifras de la deuda soberana de Grecia sorprendió al mundo. Las economías debilitadas de países como Irlanda, España y Portugal los obligó a adoptar medidas frente a la crisis; medidas que aún hoy en día se mantienen, con el fin de controlar el déficit en la Unión[1]. Alemania ha promovido la política encaminada al control del déficit, lo cual ha generado efectos secundarios negativos en el empleo, que han afectado especialmente a los países que le huyen al déficit por sus antecedentes, como Grecia y España. El desempleo ha puesto en una situación incómoda a estos países, donde algunos economistas rechazan la política económica de la canciller Ángela Merkel para reducir el déficit cuando necesitan primero recuperarse por medio de un incremento del gasto público que disminuya la tasa de desempleo y haga crecer la economía para afrontar la deuda soberana, lo cual resulta siendo un arma de doble filo, pues la deuda debe mantenerse “sostenible” si no se desea volver a la situación crítica del 2010.
La crisis desató dudas sobre la conveniencia de algunos países de continuar en la eurozona. En efecto, se ha venido incrementando el temor de algunos líderes internacionales sobre la Unión Europea, pues no hay signos que permitan observar que las economías de los Estados miembros marchen a la par. La decisión de Reino Unido de continuar con su propia moneda y con características especiales dentro de la Unión Europea, como el hecho de no participar en el acuerdo de Schengen, demuestra el temor de una economía fuerte, de igualarse con países cuyas economías están visiblemente en crisis. En este sentido, el Primer Ministro David Cameron anunció su inconformidad respecto a las decisiones tomadas por el presidente de la Comisión Europea, el luxemburgués Jean Claude Juncker; por lo que se espera un referendo – antes del 2017 – en Reino Unido, para reafirmar su pertenencia a la Unión o abandonarla. Esta amenazante salida de Reino Unido de la organización supraestatal y la imagen negativa que tienen del nuevo Presidente de la Comisión Europea en Suecia y Hungría (así como en sectores de derecha de Europa), incrementa las posibilidades de una posible disolución.
Los retos para la UE
Con el pasar de los últimos dos años, parece que la crisis se está resolviendo en Europa; pero la situación se debe manejar de forma adecuada para que las soluciones sean reales y efectivas a largo plazo, no pañitos de agua tibia que terminen en nuevos escándalos financieros. El papel de las nuevas cabezas de las instituciones europeas es crucial para definir la situación de la Unión. Si se solidifican las economías y las instituciones de los países más débiles, los sectores escépticos van a encontrar intereses para continuar en el proceso de integración política, pues se va a dejar de percibir a muchos como talanqueras en el desarrollo del continente, y la unión se puede incrementar.
La Unión Europea enfrenta una serie de retos para su permanencia en el sistema internacional que van desde la tarea que deben realizar las instituciones europeas para levantar la economía del continente y mantener la unidad. Precisamente a esto se comprometió, con “determinación implacable”, el nuevo presidente del Consejo Europeo Donald Tusk. Aprovechar la ventaja que representa la caída del precio del petróleo para los países importadores, y lograr aplicar el acuerdo logrado con Rusia para que el conflicto en Ucrania desemboque en una paz estable, que beneficie los intereses económicos de la región, se deben sumar a los retos coyunturales. Las especulaciones crecen.
[1] A pesar de que no todos los países de la Unión Europea han adoptado el Euro como moneda oficial, se ven perjudicados por la desaceleración de los países de la Unión.
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Europa.eu – Economía de la Unión Europea
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