18 de mayo de 2016
Sobre Dilma, la corrupción y la Hidra de Lerna
Por: Daniel Rodríguez Triana
A menos de 100 días de que se encienda la llama olímpica en Río de Janeiro, Brasil se encuentra enfrascado en una épica lucha contra una criatura que parece provenir de la mitología griega, la Hidra. Esta criatura viperina conocida por que cada vez que se le amputaba una cabeza surgían otras dos en su reemplazo, reencarnó en la corrupción que tiene en jaque al gigante sudamericano. La presidenta, Dilma Rouseff se encuentra inmersa en un juicio político por su presunta participación en esquemas de corrupción. Sin embargo, la clase política que brama su destitución conforman las otras cabezas de este temible monstruo.
Dilma, ¿la principal cabeza de la Hidra brasileña?
Brasil, que hasta hace sólo cinco años orgulloso reportaba tasas de crecimiento cercanas al 7 por ciento en su Producto Interno Bruto, hoy se encuentra al borde de un desastre económico. Con un desempleo cercano al 10,9%, el mayor valor registrado desde 2012 y un PIB que cayó un 3,8% en el 2015, se presenta un sombrío panorama para el país.
Sin embargo, la crisis económica no es la única que afecta esta nación. La revelación del multimillonario escándalo de corrupción en Petrobras, la empresa nacional de petróleos de Brasil, en el que se estima se pagaron aproximadamente 10 billones de reales (US$2,7 mil millones) en coimas a funcionarios públicos y políticos para la adjudicación de contratos por parte de 16 empresas, salpicó en su totalidad a la clase política del país y generó una crisis de confianza entre la población y el gobierno actual.
Pero, ¿cómo fue que la ira popular se descargó contra la mandataria y su formación política, el Partido dos Trabalhadores (PT)? Pues bien, las investigaciones del juez Sergio Moro, principal responsable del caso, condujeron a que importantes miembros del partido, (incluyendo antiguos ministros del gabinete de Lula da Silva), fueran vinculados en el esquema por su presunta participación en la sofisticada red de lavado de activos provenientes de Petrobras entre 2014 y 2015. En este, importantes conglomerados empresariales funcionando a modo de cartel negociaban con directivos de la petrolera para la repartición de contratos, posteriormente desviaban los fondos a compañías fantasmas de donde despachaban coimas a funcionarios y políticos por su colaboración.
Pero lo anterior sólo era la punta del iceberg. Para octubre de 2015, el Tribunal Supremo Electoral de Brasil (TSE) reabrió una investigación que ya había iniciado en 2014, en la que indagaba sobre la entrada de dineros ilegales provenientes del escándalo de Petrobras a la segunda campaña presidencial de Rousseff. Igualmente su posición como ministra de minas y energía y jefa del gabinete de Lula da Silva entre 2003 y 2010, periodo en el que también ejerció como presidenta del consejo de administración de Petrobras elevaron las dudas sobre su presunto desconocimiento sobre el millonario desfalco al erario brasileño.
Finalmente, las investigaciones contra el carismático ex presidente Lula da Silva en la trama de corrupción; al que se le acusa de complicidad y conocimiento en el desvío de fondos; y los intentos de Rousseff por incluirlo en su gabinete ministerial para garantizarle inmunidad frente a las investigaciones de Moro, dieron una estocada final a la credibilidad de la mandataria y una herida mortal a la cabeza más visible de la Hidra.
Un monstruo que se regenera, en Brasil y en Colombia.
Aunque el escándalo de Petrobras pareciese que tuviera como gran responsable a la mandataria por la omisión de controles para impedir la trama corrupta, lo cierto es que hasta el momento no ha sido vinculada directamente a este episodio. Por el contrario, el juicio político iniciado contra ella el pasado 12 de mayo obedece al maquillaje de cuentas públicas para esconder el déficit presupuestal que aquejó a la nación en el 2015.
Rousseff aduce que esta jugada contable no constituye un delito y que sus antecesores incurrieron en prácticas similares sin ninguna consecuencia. Es más, la mandataria argumenta que el juicio en su contra es una jugada de sus grandes rivales políticos Michel Tremer, actual presidente en funciones, y Eduardo Cunha, ex presidente de la Cámara de Representantes, para hacerse con el poder de Brasil. Aunque las aspiraciones políticas de sus rivales no son tema de discusión, lo cierto es que aunque Rousseff pierda la cabeza, la Hidra de la corrupción en Brasil podría regenerarse aún sin la presencia de ella.
Sólo basta con ver a los principales impulsores del proceso de impeachement. Michel Tremer, quien se encuentra reemplazando a la mandataria mientras se decide su futuro político, también ha sido acusado de recibir dineros ilegales durante su campaña a la vicepresidencia en 2014. Por su parte Eduardo Cunha, a quienes algunos califican como el Frank Underwood carioca, ha sido acusado de recibir hasta US$40 millones en sobornos y está siendo actualmente investigado por su participación en el escándalo de Petrobras.
El Parlamento, donde se inició el proceso de votación para iniciar un juicio político contra Rousseff tampoco parece ser un recinto de héroes, ya que cerca del 53,7% de los parlamentarios están siendo investigados por asuntos pendientes con la justicia. La oposición tampoco sale bien librada, el ex candidato presidencial Aécio Neves fue recientemente vinculado al escándalo de Petrobras por la aparente presencia de dineros ilegales destinados en su campaña presidencial. En otras palabras, la Hidra de la corrupción tiene mil cabezas que aún deben ser cortadas, y que a diferencia de la leyenda en la que Hércules pudo matar al monstruo enterrando su cabeza inmortal debajo de una roca, en Brasil no parece haber alguien capaz de hacer tal proeza.
Lo que quizás resulta más preocupante es que una figura como el juicio político, en la que se pretende defender un orden constitucional ante la comisión de delitos que pongan en riesgo la dignidad de una nación, este siendo corrompida y no sólo en Brasil. En Colombia es posible iniciar un proceso de impeachement según lo estipulado en el artículo 174 de la Carta Política y no sólo contra mandatarios sino contra cualquier alto funcionario, no obstante este procedimiento se ha quedado en letra muerta. Incluso, la moción de censura que no implica un control jurídico sino político contra ministros, superintendentes y directores administrativos no ha sido usada para controlar el accionar de los funcionarios, incluso en casos similares al sucedido en Brasil como el de Reficar. ¿Estamos igualmente ante la presencia de una Hidra en Colombia?
Recomendados Libre Pensador:
Council on Hemispheric Affairs – Fuentes, E. – Understanding the Petrobras Scandal.
TheNew York Times – Seagal, D. – Petrobras Oil Scandal Leaves Brazilians Lamenting a Lost Dream.