25 de agosto de 2015
¿Qué es el conocimiento y como lo podemos aprender?
Por: Daniel Del Castillo R.
El conocimiento es un producto socio-cultural. La piedra angular de la teoría constructivista es el conocimiento como una producción de orden social: “el individuo desarrolla su conocimiento en un contexto social” (Carretero, 1993, pp. 24). Mi objetivo general en la presente columna es profundizar esta idea a través de reflexiones sobre los conceptos de conocimiento, aprendizajes significativos y las relaciones entre éstos.
El conocimiento es, por un lado, la información recibida (o incorporada, en los términos de Piaget, padre del constructivismo); además de los esquemas de pensamiento o representaciones (la información transformada, según Piaget) sobre la vida social y política. Los esquemas de pensamiento también nos permiten disponer de un repertorio de acción en determinadas situaciones. Desde la comunicación, el lenguaje y el uso de la razón, hasta la acción, dependen de esquemas de pensamiento sociales.
El psicólogo ruso Lev Vygotsky (1896-1934), insiste en que los procesos culturales comienzan a través y gracias a lo social (zona de desarrollo próximo), para después revertirse en la individualidad de cada uno, de forma irrepetible. En este sentido, sobreviene el aporte más significativo del constructivismo, aplicado a la teoría de la educación[1]. Se trata del concepto de los aprendizajes significativos, relacionado en primera instancia con la capacidad de aprender a aprender, y de aplicar lo aprendido. Aprender se hace entonces en “colaboración e intercambio” (Carretero, 1993, pp. 26), en grupos y en debates. Se aprende del disenso. Además, se trata de un aprendizaje necesariamente sustentado – a cada nivel de la educación – en el conocimiento previo; lo cual se refleja en el principio de estructuración de los programas de clase y currículos (las estructuras de conjuntos son integrativas, diría Piaget).
Más allá de esto, la interacción social es capaz de crear un cambio en los esquemas y conceptos individuales. Carretero resalta que el aprendizaje es una “negociación de contenidos establecidos arbitrariamente por la sociedad” (Carretero, 1993, pp. 31). Precisamente, uno de los objetivos mayores educativos para el autor son los “procesos de cambio conceptual”. El conocimiento como producto socio-cultural, es en otras palabras, la capacidad de la educación de producir históricamente[2] cambios comportamentales y sociales. En este sentido, no hay esencia ni del conocimiento, ni del aprendizaje ni de la educación: son procesos de construcción socio-históricos interdependientes.
Finalmente, el conocimiento requiere de la experiencia del mismo, y esta solo se logra nuevamente a través y gracias a lo social: “se pueden diseñar experiencias por medio de las cuales quienes aprenden realmente deban buscar el conocimiento” (Ordóñez, 2006).
[1] El segundo aporte del constructivismo más significativo es la formación ciudadana. Esta radica en la capacidad de resolver problemas y tener espíritu crítico. De orden iminetemente socio-político, significa construir individuos gracias a procesos formativos que les permitan enfrentar los problemas contemporáneos; e implica una politización del futuro votante. Esta última característica, garantiza tanto la legitimidad, como la efectividad de la democracia. De igual modo, juega a favor de la modernización de la misma, gracias a la formación de una ciudadanía activa.
[2] Dicho de otra manera, a través de procesos de construcción histórica.