24 de febrero de 2016
« La petite mort »
Por: María Paula Rueda
“El erotismo es la función intelectual de la sexualidad; se nace con ella, se funde con ella”. Con estas palabras el escritor español Fernando Savater habla sobre Eros o la vida que subyace dentro del cuerpo y el intelecto. Es que el erotismo se ha confundido y malentendido por varias décadas, para algunos se reduce a la sobreexposición de la desnudez del cuerpo de forma vulgar. En cambio, Octavio Paz (1993) plantea “el fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor”. Dos símbolos colombianos poco conocidos son: Luis Caballero y Darío Morales, quienes resaltan el erotismo por medio del arte. Por su parte, Luis Caballero se expresa pintando figuras de hombres desnudos y mientras que Darío Morales, exalta la belleza del cuerpo de su amada Ana María.
“El placer: un mandamiento divino”
El erotismo se ha convertido en un tabú debido a diferentes razones como la desinformación sobre el tema; mientras que Octavio Paz le da un significado totalmente diferente al erotismo, dado que este escritor hace una clara diferenciación entre sexualidad, erotismo y amor; mostrando el verdadero ser del erotismo donde el morbo no tiene espacio. El erotismo no es un tema nuevo, los filósofos anteriormente lo conocían por el término Teresa según el Diccionario filosófico de Savater, en donde se ven plasmados diferentes pensamientos de algunos hombres brillantes de la historia, tales como, San Pablo, quien dice que al prohibir algo se está dando revelación al pecado, entonces la forma de conocer el pecado es gracias a que se impuso una ley al respecto; en conclusión “porque sin la ley el pecado está muerto” (Rom. VII, 7-8). Se puede decir que la religión ha jugado un papel muy importante, para entender el porqué el erotismo, a lo largo del tiempo, se ha convertido en un tabú, pues dentro de la religión católica la función sexual se ha limitado a la procreación, mas no al placer. Se decía que la función de una pareja se limitaba exclusivamente a traer hijos al mundo. ¿Pero en dónde queda la satisfacción, el goce? Al ser humano, entonces, se le vendió está idea, como si el sentir placer fuese una contradicción dentro de la sexualidad. Así que varios optaron por callar, asumir y obedecer. Aunque suene paradójico, aún existe esta tendencia, pues al ser humano no se le educa para sentir y mucho menos para darle espacio al placer y a la felicidad a la que ello conduce.
Sin embargo, esta batalla de hacer entender el tema es antigua; verbigracia, el marqués Boyer d‘Argens entiende lo subjetivo que es el bien y el mal en cuanto a lo que constituye la moral, término entendido desde un punto de vista religioso. Agrega a lo anterior que estos actos y creencias no pueden afectar a Dios y para complementar sustenta que los placeres son mandamientos divinos.
Un filósofo un poco diferente es Baudelaire, quien afirma que: “La voluptuosidad única y suprema del amor yace en la certidumbre de hacer el mal” (Cohetes,III). Él expone que lo que lo hace placentero es la prohibición impuesta por la religión y las barreras que ha puesto la sociedad en cuanto al tema, porque si no existiera la necesidad de transgredir las normas, no sería tan atractivo.
Dos grandes del erotismo colombiano
Entre el escándalo y la belleza de su arte Luis Caballero irrumpe en una sociedad pacata plasmando en el lienzo figuras de cuerpos desnudos, prevaleciendo en ellas cuerpos masculinos que normalmente se encontraban extasiados de placer. “Pintar es hacer ver quién soy”. Con esta frase el artista expresa que con la pintura, él se logra desenvolver libremente como realmente es, precisamente, algo que lo caracteriza es la presencia masculina en sus pinturas; por lo tanto, es necesario mencionar su homosexualidad, para poder entender bien sus obras. Además, su orientación sexual representó el nacimiento de grandes barreras en su carrera por la sociedad en la que vivía.
Luis Caballero, nació en Bogotá, el 27 de agosto de 1943. De esta forma, se inicia en este bello oficio. “Caballero pintó y dibujó toda su vida. Cuando era niño, su papá, el escritor y periodista Eduardo Caballero Calderón, solía llevarlo a él y a sus hermanos al Museo del Prado, en España, para que además de ver arte dibujaran los cuadros que estaban allí exhibidos. “Dibujar era lo único que le gustaba, por eso lo hacía todos los días, durante ocho horas”, comenta su hermana Beatriz” (EL TIEMPO, 26 de octubre de 2015). Para el artista el color era lo de menos, creía que lo realmente importante era la forma, la luz, la línea.
Por su parte, Darío Morales, cartagenero, se dedicó a pintar a su esposa, aunque con una característica muy particular; rara vez es posible ver su rostro, debido a un pensamiento muy peculiar: para él, el cuerpo humano es igual, simplemente, posee cambios en su proporción, a diferencia del rostro, cada uno es diferente del otro.
Este cartagenero, inicia el camino hacia la fama en 1972, cuando se expone por primera vez en la galería Pyramid, de Washington, un cuadro de una mujer desnuda, muy impactante para su época. Ello ocasionó que la policía diera orden inmediata de retirar la obra, pero para su sorpresa descubren que lo que está exhibido es realmente un dibujo de un joven colombiano de 28 años.
Estos dos artistas, han ayudado a romper poco a poco el tabú que se tiene en la sociedad acerca del erotismo; introduciéndolo en el maravilloso mundo del arte que de diversas formas atrapa a los espectadores ante la belleza que se plasma en sus obras. Lo realmente trascendental es que hay que aprender a observar una de las maravillas más grandes de la creación: el cuerpo.
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