13 de febrero de 2017
La narconovela colombiana: ¿una cultura?
Por: Julián Andrés Salazar
En el 2008, año de estreno de la serie “El cartel de los sapos”, estaba muy de moda en mi colegio cantar la letra de la entrada de la novela: “Allá se compra se vende y se mete, la mercancía al por mayor. Y si aquí se dan bala, yo no sé nada, no soy soplón…”, pues escuchaba a diversos de mis compañeros en grado tercero, recitarla. Yo era muy joven en ese momento para entender el verdadero mensaje que la novela llevaba consigo, así que, como muchos otros de mis amigos, también me unía al juego y la idea era ser el más audaz, el más astuto, el más “vivo”. Sin embargo, a medida que fui creciendo y adaptando un pensamiento crítico sobre la sociedad, aprendiendo sobre la historia de Colombia y lo dura que fue la época donde imperó el auge del narcotráfico en la nación, supe que no era correcto tomar a esto como un chiste, pues hubo innumerables víctimas a las cuales se les debía, indudablemente, respeto.
Este fenómeno sigue vigente en la actualidad. Recientemente, la exitosa productora NETFLIX, ha sacado a la luz la segunda temporada de su exitosa producción “Narcos”, cuya primera etapa de la serié le permitió obtener una ganancia de U$29,4 millones del total de los U$1,740 millones, en la primera mitad del segundo semestre el año pasado. Como lo indica el nombre, la serie, como muchas otras, busca afianzar la industria del entretenimiento. Y no solo esta, también está CARACOL, productora nacional, que sigue apostándole a la narconovela, ya que, novedosamente, anunció lo que será su nueva serié, titulada “Alias JJ”, mostrando al asesino de miles de familias como toda una celebridad. Con objetivos de rating, y no con fines informativos, las cadenas no solo nacionales, sino también extranjeras, preparan sus armas para entrar a la casa de los televidentes, y no con fines de contextualización, cabe aclarar, pues parece que no tomar a la violencia de nuestra nación con seriedad, se ha vuelto un negocio.
Si bien varias personas afirman que este tipo de series buscan un fin informativo o de aprendizaje, la crítica hacia estas dice todo lo contrario, pues también se han creado personajes ficticios, tales como Pedro Pablo León Jaramillo, Anastasia Cardona, o”Rosario Tijeras”, que se ven glorificados volviéndose a sí en un terrible modelo a seguir en los jóvenes.
En pocas ocasiones se ha visto una trasmisión de una narconovela con un fin informativo, si bien existen buenos ejemplos que demuestran que sí es posible realizar una serie de este género con tal objetivo, rara vez es visto y puesto en escena. Verbigracia: El cartel, escrito por Andrés López, alias “Florecita”, quien a través de la novela buscó plasmar la trayectoria de su vida como delincuente; El patrón del mal, basada en el libro La Parábola de Pablo, escrito por Alonso Salazar, que realizó una profunda investigación bibliográfica sobre el narco y buscó reflejar el transcurso de su vida y sus métodos para conseguir sus objetivos en la exitosa serie, y La Promesa, si bien no trata de tráfico de drogas, trata el tráfico de personas, fenómeno constante dentro de nuestra sociedad. Estas series, más allá del objetivo de buscar el rating, traían consigo un mensaje histórico y cultural a todos los televidentes que estuvieran interesados en ellas.
Ahora bien, también existe el otro tipo de series que, como mencioné anteriormente, no buscan sino rating, y dejan de lado los fines educativos, que son, en definitiva, una de las misiones que tiene consagrada la televisión, más allá del mero entretenimiento. Por ejemplo: Rosario tijeras, muestra a una mujer que desea vengar la muerte de su mejor amiga, por lo que mata y disfruta de ello, convirtiéndose a sí misma en una asesina profesional; El capo, protagonizado por Marlon Moreno, trata sobre un narcotraficante que busca conseguir dinero por los peores medios para acrecentar su ego y, por otro lado, está la Reina del sur, que es una vacua ficción.
Sin embargo, es posible que existan novelas cuya finalidad consista en brindar a la audiencia una programación informativa. Empero, los televidentes no toman a estas novelas, las buenas, con pensamiento crítico y con seriedad, y por el contrario, las ven solo como un medio de entretenimiento y a sus protagonistas, como un modelo a seguir. Por ello, muchos colombianos en el exterior, consideran una falta de respeto que se relacione a la nación directamente con el narcotráfico, más sin embargo, toman como un juego, un chiste, el rol del narco y del sicario, sin considerar la gravedad que hay en el fondo de este. En conclusión, vivimos en una nación que en el exterior exige respeto, pero en el interior, no se respeta a sí misma.