5 de octubre de 2015
Entrevista a Jairo Libreros: experto en seguridad ciudadana de la Universidad Externado de Colombia
Por: Viviana Reyes y Nicolás Murillo
Jairo Libreros, profesor titular de gobierno en la Universidad Externado de Colombia y analista internacional acceptó explicarnos por qué Bogotá necesita un cambio en materia de seguridad.
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Libre Pensador (LP): ¿Estamos frente a un problema de mala percepción de seguridad o frente a un problema real de inseguridad?
Jairo Libreros (JL): Las dos dimensiones en materia de seguridad, trabajadas en materia de política pública. Una es la subjetiva que obedece a una realidad por subjetiva que esta sea, y otra eminentemente objetiva. Si uno mira el estándar internacional, sobre los temas de seguridad, se encuentra que (puede ser un poco chocante para el país y para la ciudad) aleja mucho a la ciudad de lo que pasa a nivel nacional. Naciones Unidas dice que si uno tiene 10 o más homicidios por cada 100.000 habitantes estamos frente a una crisis de seguridad pública. La última información sobre Bogotá, doce que esta ciudad tiene 17.8 homicidios por cada 100.000 habitantes. Entonces estamos frente a una crisis de seguridad pública. Pero si se mira históricamente, se puede ver que los índices han disminuido, o por lo menos en los últimos años ha habido un trabajo muy fuerte en materia de política pública.
Si uno mira el año 95 cuando llego Antanas Mockus, Bogotá tenía 58 homicidios por cada 100.000 habitantes, hay un descenso a través de los años muy importante. El problema es que ese descenso se detiene en la administración de Gustavo Petro. Uno puede decir siendo muy optimista que la seguridad no se desbordó, y sin duda no se desbordó. Pero también hay que tener en cuenta que la ciudad se estancó en materia de seguridad. Uno esperaría que las cifras hubieran bajado porcentualmente hablando como se hizo en las otras administraciones. Desde ese punto de vista yo creo que si estamos frente a una crisis de seguridad. Que Petro ha hecho una gestión en algunos temas interesantes en materia de seguridad para eliminar las cifras, pero no ha sido suficiente y, lo digo porque se estancó. En relación con la percepción de seguridad hay otra realidad, que no es simple y llanamente una construcción social, refleja lo que sienten los ciudadanos, y en cierta medida tienen unas variables importantes.
La percepción de seguridad está muy afectada. Estamos hablando donde las encuestas relacionadas con Bogotá (Cámara de Comercio de Bogotá), donde más del 70% de los ciudadanos considera que la seguridad está muy afectada. La percepción de seguridad se afecta por tres motivos, el primero y quizás el más importante: lo que piensa la ciudadanía frente a la capacidad que tiene el gobierno local para gestionar la seguridad. Los ciudadanos independientemente de las cifras (porque no las pueden tener en la cabeza), cuando el gestor público no tiene un política pública clara y no hay una comunicación precisa, ni una respuesta integral al tema de seguridad, inmediatamente se afecta la percepción de seguridad. En ese caso, dicen las encuestas, que la gente piensa que Gustavo Petro no ha hecho una gestión lo suficientemente fuerte para aumentar la seguridad.
Yo creo que desde ese punto de vista es cierto. Si uno mira lo errático que es la Política publica de seguridad en Bogotá, uno encuentra que si bien hay un diagnostico de política, las estrategias planteadas no corresponden a esa realidad. Si se mira Chapinero por ejemplo, tiene 6 homicidios por cada 100.000 habitantes, Chapinero nunca había tenido una etapa tan segura como la que vive hoy (hay otros tipos de variables que miden la seguridad, pero centrémonos en homicidios). Pero si se mira Bosa, tiene 109 homicidios por cada 100.000 habitantes. Entonces, la distorsión de la ciudad es muy grande. Ahí tenemos un problema, y creo que el problema básicamente es que no se han comunicado políticas públicas, ni los beneficios ni los verdaderos alcances de esas políticas públicas. No se ha mostrado que se ha hecho. Yo creo que Petro si tiene cosas que mostrar, no suficientes, pero la gente no sabe que se está haciendo en materia de seguridad. Hay un segundo tema vital, y es el de justicia.
El tema de justicia en Bogotá y en el país, está mal medido. Yo creo que cuando se intensifican en Bogotá, los casos de linchamiento, o de justicia por mano propia. Donde los ciudadanos arremeten verbal y físicamente contra la policía, cuando uno mira que se detienen una cantidad de delincuentes, y que por falta de denuncia o evidencia judicial se sueltan a la calle, eso también afecta mucho la percepción de seguridad y, en ese tema el alcalde puede tener algún tipo de responsabilidad. Pero es una variable en materia nacional, el alcalde no tiene la toma de decisión sobre este tema. Y un tercer punto, y es el trabajo coordinado entre Alcaldía, Fiscalía y la Policía Metropolitana de Bogotá. Este tema yo creo que también afecta la percepción de seguridad. Está claro para diferentes sectores, que hay más que un corto circuito. Se trata de una pelea ideológica entre el papel que juega la policía en una democracia como la colombiana y lo que quiere que sea la policía para Gustavo Petro. Es inconcebible por ejemplo que cuando se formuló la política pública, la policía no hizo parte del trabajo de formulación, ni siquiera hizo parte del trabajo de determinar las variables para el diagnostico. Entonces la policía va por un lado tratando de tapar los huecos que tiene, y por el otro lado, va Gustavo Petro con una política que no ha podido territorializar ni materializar. Gustavo Petro quiere hacer lo que él considera que es la seguridad y no ha hecho un proceso de coordinación que es necesario.
Entonces, cuando uno mira en términos de percepción de la seguridad, de lo que está pasando en materia de percepción en la ciudad, tiene una respuesta muy sencilla; los ciudadanos tienen una desconfianza profunda de Gustavo Petro en temas de seguridad, consideran que no está haciendo lo suficiente y llega a la conclusión desastrosa que quien está garantizando la seguridad en Bogotá es la Policía. Si uno le quita el discurso a Gustavo Petro y deja la policía sola, las cosas se mantienen tal cual. Pero si se quita la labor de la policía y se deja solo el discurso de Petro, se rompe la seguridad en Bogotá. Volviendo al tema de las cifras, hay otras ciudades como Buenaventura que tienen 79 homicidios por cada 100.000 habitantes, Cali 63, Medellín 54, Tegucigalpa 101… sin duda Bogotá ha logrado mantener un nivel que le permite decir, que no es una de las ciudades más inseguras del mundo. Y se llega a la conclusión que no lo es, porque la policía y otras instancias han logrado contener lo que pasa en Bogotá. Si uno deja la gestión sola de Gustavo Petro, el resultado es muy precario. ¿Bogotá tiene mejores condiciones de seguridad? Sin duda. Pero son condiciones que no se crearon en esta administración sino más atrás.
LP: Teniendo en cuenta que previamente se mencionaron 3 variables que influyen en la percepción de seguridad, pero no se tomo en cuenta a los medios de comunicación, ¿Cree que los medios pueden tener alguna influencia sobre esta sensación? ¿Se puede hablar de un bullying mediático a la gestión de Petro en temas de seguridad?
JL: Yo creo que los medios si tienen un papel muy importante en este tema. Cuando hay perfiles muy amarillistas en los dos principales medios de comunicación televisivos, pues uno llega a la conclusión (después de escuchar los 20 primeros minutos) que Bogotá es una locura. Pero independientemente de la postura que los medios tengan (no solo RCN y Caracol), ellos cuentan algo que está en la realidad, y si esa realidad no corresponde a las variables y dinámicas de la violencia en Bogotá, la respuesta es de la Alcaldía. Y en esa medida, yo creo que la alcaldía ha entrado a responder de una manera crítica sobre su postura, pero no ha traído elementos de juicio que le permitan a los ciudadanos tener la capacidad de tener claridad sobre si es o no cierto. En segundo lugar, los medios de comunicación son un factor que termina por consolidar las creencias sociales que tienen los ciudadanos sobre lo que viven en el espacio público.
Yo creo que les queda muy difícil tratar de inventar un tema generalizado, pero sin duda en Bogotá hay medios de comunicación que tienen una postura en la cual no les gusta nada de lo que hace Gustavo Petro. Pero que de ahí sea un factor determinante de la crisis en la percepción de seguridad o de los resultados que tenga Gustavo Petro sobre este tema, yo creo que no alcanza a tener esa dimensión. A fecha del 30 de julio de este año, el comandante general de la policía metropolitana Guatibonza dijo que van aproximadamente 535 casos documentados de agresión física de miembros de la sociedad civil a integrantes de la policía nacional. Es una cifra apabullante. Entonces yo creo que si los medios muy seguramente por sus posturas no solamente editorial, sino por su forma de contar la realidad, terminan por enturbiar el tema de percepción de la seguridad. Pero que tenga un alcance para que justifique el 70% de quienes se sienten inseguros en Bogotá, yo creo que no es relevante.
LP: En ese sentido, teniendo en cuenta que se está frente a un problema de ambas dimensiones de la seguridad (subjetiva y objetiva), ¿Dónde cree que radica el problema más grande en materia de seguridad en la capital?
JL: Frente al problema más grande, hay muchas variables, pero yo he encontrado dos variables que me preocupan mucho. Uno, Bogotá perdió en muchos sectores el control territorial del espacio público. No solamente las autoridades de la alcaldía, sino particularmente la policía y los aparatos de justicia administrativa y penal. Si uno mira, lo que ha sido la evolución de la seguridad en los últimos 10 años, hay unos sectores que han copado del espacio público, vendedores ambulantes. Vendedores ambulantes que en muchos casos no excepcionalmente, han estado vinculados con bandas delictivas, que se han adueñado del espacio público y arriendan a unos precios gigantescos la posibilidad que estas personas tengan un puesto fijo o ambulante del espacio público para vender productos, no solo en la calle sino en sistemas de transporte público (Transmilenio entre otros). Pero no solamente se agota ahí, hay otros sectores que no respetan el espacio público, se parquean donde quieren, eso incluye a la policía, los escoltas, pero también a la ciudadanía. También se ha perdido el control sobre lugares que son emblemáticos para la convivencia como los parques. Entonces, yo creo que la pérdida del control del espacio público por parte de las autoridades administrativas judiciales, administrativas y locales, es uno de los temas determinantes para la seguridad.
En segundo lugar creo que las bandas criminales se consolidaron en Bogotá, incorporando dentro de sus actividades, labores de inteligencia que les permite la capacidad antes de perpetrar un crimen de saber cómo va a responder la policía (sus rutinas, deficiencias y rutas de escape). En eso, yo creo que la policía tiene un nivel de responsabilidad importante. Porque cuando se consolidan las bandas criminales, sicariales, de ajustes de cuentas, de extorsión y de otro tipo de delitos de alto impacto social, la única forma es un trabajo de policía para identificarlas, desmantelarlas y llevarlas ante la justicia. Un tercer punto, nosotros en los últimos dos periodos especialmente, no hemos pensado las políticas de seguridad como un ejercicio de largo aliento. Nos hemos quedado en temas muy coyunturales que eso es culpa de la alcaldía pero también del gobierno nacional, de la policía y de la fiscalía. Si en un momento determinado hay muchas denuncias de los medios de comunicación, o de los ciudadanos, porque hay unos tipos que se suben a Transmilenio y en medio de la crisis que se vive por la congestión, abusan de las mujeres, inmediatamente tenemos una respuesta y es crear un grupo especializado para capturar esas personas. Pero si mañana se incrementa el hurto de celulares, porque mataron una persona que tiene un nivel socioeconómico relevante, se da una respuesta inmediata de crear un grupo especializado para prevenir y desmantelar el hurto de celulares. El problema es que son trabajos que no se sostienen en el tiempo, son de reacción y ese es un tema de política pública. No se han podido crear unas líneas de trabajo lo suficientemente claras para que duren en el tiempo con base en el diagnostico. Nos convertimos en Bogotá y en muchas ciudades en reactivos de políticas.
En términos generales, yo creo que el principal problema es la consolidación de las bandas, que entendieron que si se apropian del espacio público, sus réditos derivados de sus actividades delictivas son mayores y, nosotros respondemos de una manera muy mediocre creando tareas inmediatas. Si yo fuera alcalde, yo haría un trabajo my fuerte en desmantelamiento de bandas criminales y en la recuperación del espacio público, si no se recupera el espacio público, la percepción de seguridad nunca va a mejorar y, si no se desmantelan las bandas los indicadores nunca van a disminuir.
LP: Siguiendo por esa línea, ¿Cómo cree que ha sido el papel de la policía en materia de seguridad, teniendo en cuenta la multiplicidad de tareas que tiene?
JL: Yo creo que la policía hace un esfuerzo gigantesco, yo entiendo las criticas tan fuertes que hay hacia la policía, y eso se puede explicar en una línea de actuación. No hay tanta policía para atender tantas cosas. A veces Naciones Unidas en temas de seguridad, se ha convertido en un referente obligatorio pero también un referente harto, pues lanza una cantidad de estándares para medir la realidad que es una fotografía más que un mecanismo para medir lo que realmente ocurre en la sociedad, pero yo creo que sirven para este tipo de casos. Si uno quiere tener una verdadera cobertura del espacio público, se requieren 4 policías por cada 1.000 habitantes. Colombia tiene 1.9 policías por cada 1.000 habitantes y Bogotá tiene 2.2 por cada 1.000 habitantes. Es imposible que con ese número y pie de fuerza, la policía tenga la capacidad de respuesta que le exigimos los ciudadanos y sin duda nos parece mediocre que la policía no atienda las cosas. Pero cuando uno escarba a ver lo que ocurre se da cuenta de este tipo de situaciones, que la policía de un lado no tiene el suficiente personal para eso y dos, que tiene multitareas. Tenemos la policía mas todera del mundo, tenemos policía para todo, judicial, antinarcóticos, escolta, para turismo, para buscar gatos perdidos, etc. Y se nos ha convertido en una institución que a veces nos lleva a decir que Bogotá puede ser la ciudad más gendarme de América Latina, porque le toca resolver una cantidad de tareas que se alejan de sus actividades misionales, en eso creo que tenemos un problema.
Un segundo asunto, y es que el esquema que adoptó la policía colombiana es un esquema eminentemente continental, un esquema nacional, que si bien la constitución y la ley dice que debe atender las órdenes del alcalde local, eso termina siendo un saludo a la bandera. La policía tiene su propia política policial, y aposto por algo que se llama el plan de vigilancia por cuadrantes, y para ellos es lo más importante de su actividad. Pero s el alcalde quiere tener una política diferente concentrada en otros puntos mucho más democrática por el modelo liberal que tenemos, la policía fácilmente no atiende a los llamados y requerimientos de la alcaldía. Entonces tenemos una policía que piensa más en temas nacionales y un alcalde que por obvias razones piensa más en temas locales. No hemos encontrado un mecanismo que nos permita unir el pensamiento local del alcalde con el pensamiento nacional de la policía y, en esa medida yo creo que las criticas si pueden ser ciertas frente a la institución, un poco injustas en ciertos casos si, ciertas en otros, indudablemente.
LP: ¿Considera que aumentar el pie de fuerza de la policía es una estrategia de disuasión efectiva del crimen?
JL: Pensar que nosotros en los próximos 10 años, vamos a tener la capacidad fiscal y de talento humano para tener la suficiente policía (4 policías por cada 1.000 habitantes), es soñar con algo que es imposible. No tenemos plata para eso, ni el tiempo necesario para formarlos. En segundo lugar yo creo que debeos lograr por alcanzar ese estándar pero como una meta a mas de 10 años. Nosotros hemos descuidado mucho otro tipo de estrategias tecnológicas que permiten tener mejores respuestas. A nosotros se nos cogió casi que de costumbre decir que las cámaras solucionan todo y llenamos la ciudad de cámaras, pero cámaras que no son de alto nivel tecnológico, cámaras que solamente están conectadas a un monitor, que no tienen conexiones con la policía nacional, que no tienen algo tan sencillo como la dirección IP, si yo quiero ver que está pasando en determinado lugar pero como casi ninguna cámara está conectada a internet, pues no sirve de nada. Los lugares están vigilados y responden a los intereses privados para los edificios, establecimientos comerciales. No hay posibilidad de intercambiar información en tiempo real. Peor aún, no tenemos una regulación que nos permita saber cómo se va a manejar los derechos a la intimidad y libertad de las personas, y como se van a recoger las evidencias que reportan estas cámaras en tiempo real.
Yo creo que debemos hacer una apuesta en el corto plazo, para mejorar la video-vigilancia, que mejore la capacidad de respuesta. Porque yo creo, que si se puede mejorar este sistema, con una buena iluminación y cámaras, se puede reemplazar un número importante de policías. Eso ha pasado en otras ciudades. Desde ese punto de vista creo que si se debe subir el pie de fuerza, pero debemos ser conscientes que en los próximos 10 años es imposible hacer eso. En segundo lugar, si se trata de pie de fuerza yo creo que se debe más bien quitarle tantas tareas a la policía y que se dediquen a lo que tienen que hacer, y es: vigilar el espacio público y recoger evidencias judiciales. Si los dedicamos a esos temas, yo creo que la capacidad de respuesta de la policía será mejor.
LP: ¿En qué medida las propuestas de Rafael Pardo de crear una guardia urbana de civiles y, la de Francisco Santos con militares y policías retirados, ayudarían a aliviar las tareas de la policía? ¿No se convertirían en entidades paraestatales?
JL: Yo creo que la idea, por lo menos como la ha planteado Rafael Pardo de una guardia urbana, a mi me gusta mucho. Porque hay unas tareas de control del espacio público, giran en torno a eso. Aquí necesitamos personal civil y personal con funciones de policía administrativa para que recuperen el espacio público. Para que el establecimiento que no respeta las normas, que saca las mesas al andén que pone música y venda licor en el espacio público, se someta a la ley podamos retirarlos. En Colombia está prohibido en unos niveles altísimos las ventas fijas, pero Bogotá se lleno de ventas fijas en las calles, si usted quiere recuperar el espacio público y hay vendedores ambulantes, se te convierte en un tema social. Sin duda hay un problema social, pero el interés general debe prevalecer sobre el interés particular. Entonces yo creo que un guardia que atienda tareas que traban la gestión de la policía yo creo que si seria vital para Bogotá, y hay más facilidades.
La policía más costosa de América Latina es la policía colombiana. En promedio un policía en Colombia cuesta aproximadamente 21 millones de pesos anuales, no tengo la cifra exacta de cuánto costaría la guardia que propone Pardo. Pero sin duda cuando uno mira estudios anteriores donde se evalúa la posibilidad de tener una policía local, es casi la mitad. Y yo creo que aquí, no se trata de tener personas que garanticen la convivencia en el espacio público y tampoco que recojan evidencias. Se trata de tener una guardia urbana que facilite las tareas administrativas de la policía, que verifique que se respeten las normas ambientales, de protección del espacio público, de reducción de los niveles de ruido, de cumplimiento de las normas urbanísticas, temas que en este momento maneja la policía con unos resultados pavorosos. Se han dedicado a cosas que no tienen que hacer. Entonces, si logramos reemplazar esas funciones para que la policía se dedique más a la convivencia en el espacio público y de apoyo a las funciones de policía judicial y, esta guardia se dedique a tareas administrativas de control del espacio público, en mi opinión seria una gestión que nos entregaría resultados en el corto plazo (dos o tres años) a mí me gusta mucho esa idea.
La idea de Francisco Santos, difiere mucho de la de Pardo. Pues Santos propone una policía militarizada con lo cual yo no estoy de acuerdo. El propone entregarles facultades de policía y policía judicial a ex integrantes de la policía y de las fuerzas militares y a gente nueva, para que coadyuven la tarea de la policía nacional. Lo cual creo que es una idea no solo militarista de alto peligro para la ciudad, sino que está totalmente desenfocada no tiene justificación constitucional, legal ni de política pública, pues el único que puede crear constitucionalmente organismos de seguridad y cuerpos armados es el presidente. No es una facultad del alcalde. La idea de Rafael Pardo creo que es mucho más elaborada, es una policía administrativa y el ha dicho que estará conformada por jóvenes profesionales, con titulo. Porque aquí lo que necesitamos es gente capacitada que atienda tareas administrativas. Porque si vamos a replicar el modelo de la policía, pues mejor no hagamos nada. Otra cosa que le critico mucho a Santos es que el propone mas una militarización de la seguridad, y eso no se puede dar en los términos que él lo presenta. La guardia urbana sería una dependencia administrativa de la alcaldía, por lo tanto se le confieren automáticamente las funciones de policía judicial (recoger evidencia). Muchos sectores dirían que esto es un juego de palabras entre abogados, porque finalmente la guardia urbana terminaría realizando tareas mucho más delicadas, claro que si, se puede prestar para eso. Pero algo va de una guardia urbana como policía administrativa, que un cuerpo armado como lo plantea Francisco Santos, con un perfil eminentemente militarista para controlar el espacio público y capturar delincuentes.