27 de febrero de 2015
Crisis en Venezuela: Cualquier cosa puede pasar en este país
Por: Leonor Elena Celis Martínez
Casi dos años han pasado desde aquel 14 de abril que cambió el rumbo de un país. Una victoria que quedó llena de sombras, miedos, mentiras e incidencias. Las protestas que antes eran constantes y aisladas, fueron encendidas por la sangre derramada el pasado 12 de febrero de 2014, día de la juventud, donde se volvió a regar sangre por luchar por la libertad. Afortunadamente, los muertos no se han vuelto cifras exorbitantes, pero las humillaciones y los golpes a la democracia y la libertad, sí lo son: cada vez se endurecen más, cada porrazo entra más profundo. La falta de comunicación ha sido parte de la decadencia temporal que han tenido las protestas.
La oposición que había entendido que en la unidad estaba la fuerza, se ha ido desmoronando lentamente, nuestros nuevos líderes son los estudiantes, pero lamentablemente ellos son élite, somos élite; no somos esa mayoría que creíamos ser, no hemos logrado aún entender al pueblo venezolano. Las protestas han tenido que cambiar: realizar una guarimba no funciona igual, pero luchar contra las injusticias es olvidarse del miedo.
Después de la humillación que sufrió un estudiante de la Universidad Central de Venezuela al que desnudaron y apalearon en la universidad, salieron sus compañeros a protestar desnudos, demostrando que los estudiantes no bajamos la cabeza ante las adversidades. Gracias, debo decir, que el venezolano no se ha dejado vencer por la desesperanza, hay quienes apuestan por la reconstrucción del país, gente que se mantiene en la lucha buscando de qué manera puede aportar, construir y cambiar: escribir una canción, hacer foros, conversatorios o simplemente escuchar al que está al lado; me ha demostrado que no es que nos hayan quitado el miedo; al contrario, nos dieron los incentivos para superarlo.
Aunque en el campo político peleamos contra un sistema que poco a poco nos ha convertido en aquello que hemos denegado, la polarización nos invade y hemos abandonado la tolerancia. El Gobierno ofrece negociar, pero las represiones siguen igual, el irrespeto a los que piensan diferente se acentúa y comienzan las dudas sobre qué se puede hacer: negociar y aprender a bailar al son que el gobierno ponga o mantenerse en una posición donde lo único que se dispone a negociar es la salida que propone el régimen. Las negociaciones para muchos son un circo, un lugar donde vemos cada vez más que hay dos países completamente diferentes, verdades que se dicen y otras que se niegan.
Presos políticos o como decía Chávez políticos presos, pero en el país el orden de factores no altera el producto en este caso. Venezuela necesita un líder que pueda tomar las riendas, que sea capaz de reconciliar a las parcialidades políticas y que entienda qué queremos y qué necesitamos.
La ineficacia de los gobiernos que hemos tenido y los líderes enfermos de poder no pueden seguir siendo constantes en la vida de los venezolanos. Y nos preguntamos ¿Cuál es el lado correcto de la historia?, ¿una línea recta?, ¿una calzada? Es un lugar complejo, lleno de intersecciones, desvíos, rutas inciertas, que nos hacen voltear hacia los lados para seguir reconociéndonos, espero, cuando nos miremos al espejo.
¿Qué va a ser de nosotros una vez que la tormenta pasé?, necesitamos recuperar nuestra identidad, nuestros valores, pero necesitamos cambiar nuestras formas, estructuras e instituciones y adecuarlas hacía lo que queremos construir como país. Necesitamos una transición que reforme, que realice los cambios económicos que nos alejen del abismo, que garantice la seguridad de los individuos. Para lograrlo, el líder que llegue al poder y los que le sigan nos tienen que brindar esperanza y paciencia, para poder hacer un proceso de cambio llevadero en el que dejemos de dividirnos por colores y seamos un país de hermanos.
Pero, mientras llega ese momento, me uno a las palabras de Henry Ramos, Secretario General de Acción Democrática de Venezuela: “Yo tengo perfectamente derecho a criticar al gobierno y no por eso soy apátrida”