Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

26 de abril de 2021

Carlos Augusto Giraldo: un ejemplo a seguir

Por: Fernanda Bedoya Horta

He querido escribir sobre él, pero especialmente sobre las cosas que se aprenden de él. Y... había que empezar con una frase que me lo recordara, con este fragmento de Fernando González. Es evidente que no ha leído todos los libros, pero llegó a ser sabio haciendo lo que más aprecia: juntándose con la gente, sobre todo, con la gente del pueblo, siendo “montañero” y sabiendo alternar mágicamente su rol de docente universitario con el de gestor y administrador público rural.

La sabiduría es un producto del tiempo y de las experiencias. Ya puedes leerte todos los libros y no llegarás a sabio, en el verdadero sentido de la palabra. La felicidad es el premio de la vida. Nada se regala. Es cierto que se aprende estudiando; pero se aprende mal y nada acerca de los hombres y de la vida. Se aprenden enumeraciones. La vida es preciso vivirla.

Fernando González.

He querido escribir sobre él, pero especialmente sobre las cosas que se aprenden de él. Y… había que empezar con una frase que me lo recordara, con este fragmento de Fernando González. Es evidente que no ha leído todos los libros, pero llegó a ser sabio haciendo lo que más aprecia: juntándose con la gente, sobre todo, con la gente del pueblo, siendo “montañero” y sabiendo alternar mágicamente su rol de docente universitario con el de gestor y administrador público rural.

Auténtico por naturaleza

Si me pidieran definirlo en una palabra diría que es auténtico. Mantiene una coherencia que pocas veces encuentras en una persona. Es de firmes convicciones y, sin duda, de las cosas que uno más le admira es su pluralismo, que va más allá del discurso, que lo vive y lo crea desde donde está, aprendió y ahora enseña que lo importante siempre será encontrarnos en espacios públicos, los de todos los estratos, los de todas las familias, los de todas las edades, los de todas las creencias. Él mismo es una excusa de encuentro.

Desde hace varios años que lo conozco,  venía presintiendo que es un ejemplo a seguir en la academia, pero tuve que ir a conocer su natal y amado Jericó, en donde ha sido dos veces alcalde popular, para entender que también es el ejemplo a seguir de todo un pueblo. Sus anécdotas en las clases de Descentralización y de Gerencia Pública se quedan cortas cuando visitas su pueblo y se detiene cada dos pasos a saludar con nombre propio a las personas. Solo estuve un fin de semana y aprendí de historia, arquitectura y cultura jericoanas, de los secretos de la siembra del café y el aguacate, de las maniobras políticas y administrativas que como alcalde tuvo que sortear con escasez de recursos y abundancia de opositores. Basta acompañarlo a la plaza y basta con escuchar cómo habla la gente de él, cómo se inventan formas de saludarlo con cariño aún en medio de la Covid-19.

Su vida con sentido humano

Seguirle los pasos está difícil y tampoco le interesa que lo sigan, tiene un sentido de la humildad que también es auténtico y prefiere, como pocos, que la gente se inspire por sí misma a través del uso del sentido común. Aunque no me haya dicho qué significa para él el sentido común, alcancé a rastrear algunos elementos de e3ste: cercanía con las personas, compartir el conocimiento, estar dispuesto a aprender, dar luchas por lo propio y por conservar  y promover la cultura, mantener tradiciones que nos unen, tener instinto y darse la oportunidad de experimentar, aprender a unir antes que dividir y a escuchar más que hablar  y que tener y conservar aliados (empezando por la familia de uno) más que recursos es la bandera de los hombres nobles.

Hizo que la gente llenara su pueblo de colores y promovió que la cultura fuera de todos y que la apropiaran los jericoanos sin que importara si algún día iban a llegar los turistas o no. Así que son un pueblo muy culto, que va al teatro y a los shows de ballet, que sabe de historia regional y colombiana, que hace que sus profesionales salgan a universidades por todo el mundo y vuelvan porque no lograron encontrar un lugar tan mágico para vivir y progresar. Los premios que se ha ganado por su administración como alcalde no están colgados en ningún pasillo de su casa, pero luce con orgullo el premio que ganó su familia a la mejor taza de café y, actualmente, se dedica a mostrar con el pecho inflado sus cultivos de aguacate, ejemplo de agricultura biológica y de amor por la calidad y no por la cantidad. Hoy se presenta como un agricultor y docente.

Este fragmento también me lo recuerda a usted, profe “montañero”:

-En este país hay una gran confusión entre lo que queremos y lo que necesitamos -dijo Morrie-. Necesitas comida; quieres un helado de chocolate. Tienes que ser sincero contigo mismo. No necesitas el último coche deportivo, no necesitas la casa más grande.

-La verdad es que estas cosas no te dan satisfacción. ¿Sabes qué es lo que te da satisfacción de verdad?

-¿Qué?

-Ofrecer a los demás lo que puedes dar.

-Pareces un boy scout.

-No me refiero al dinero, Mitch. Me refiero a tu tiempo. A tu interés.

Martes con mi profesor viejo, novela de Mitch Albom.