15 de febrero de 2018
Cárceles en Colombia ¿reintegración o denigración de la persona?
Por: Iris Pedraza
Según el artículo 9 y 10 de la ley de 1993 el objetivo o la finalidad de las penas y las medidas de seguridad es actuar a manera protectora y preventiva. Esto, a su vez, tiene un principal objetivo que es la resocialización o reintegración a la sociedad de los presos, por medio de un tratamiento penitenciario el cual mide su personalidad a través de su disciplina, su estudio, su espiritualidad, su cultura y el deporte que practican. Sin embargo, este sistema penitenciario que existe en Colombia ha sido precario, no ha cumplido con su objetivo: los reclusos tienen una calidad de vida paupérrima, la cual impide su resocialización. Esto es diferente a otros tratamientos penitenciarios que se llevan a cabo en países como Noruega, allí se basan no solo en la privatización de su libertad sin vulnerar sus derechos sino que, además, tienen un trato con los reclusos cordial, el cual pretende que haya realmente una reintegración social.
Sistema penitenciario colombiano
Según la Defensoría del Pueblo, actualmente, los reclusos padecen de hacinamiento; existen 138 penales cuya capacidad es para 76.553 presos, y en junio del año pasado había ya 117.018 presos; es decir, hay un sobre cupo de 40.465 presos. De esa cifra 2.132 provienen de aproximadamente 65 países. En adición a ello, según el Ministerio de Justicia el sistema de salud en las cárceles es paupérrimo, hay ausencia de médicos generales en algunas horas del día y en fines de semana, lo que impide no solo a los reclusos en condiciones “estables” de salud, sino a los enfermos mentales (2.117) acudir a su ayuda en estos horarios. Cabe destacar que la mayoría de estos últimos no recibe una atención por parte de psiquiatras ni psicólogos, por lo tanto no es atendido su problema e incluso no reciben sus medicamentos, por consiguiente, son maltratados por parte de los otros reclusos.
Además de lo anterior, como también hay reclusas madres estas pueden vivir con sus niños hasta los 3 años de edad, después deben entregarlos a los parientes más cercanos y estos niños deben crecer separados de sus madres, así que ellas deben enseñarles en esos tres años a enfrentarse al mundo sin ellas. Sumado a ello, según datos del 2016 la depresión en las penitenciarías de Bogotá es del 24%, ya que vivir encerrados y con paupérrima (por no decir miserable) calidad de vida los lleva incluso al suicidio. Frente a lo anterior, según la Organización Mundial de la Salud los intentos de los reclusos son seis veces mayores a personas que están en libertad (sin mencionar que esta cifra aumenta a 7,5% cuando están aún en proceso de juicio). 30 de 150 reclusos piensan que morir es mejor que estar en una prisión colombiana y en el 2013 el Inpec dio a conocer que 60 reclusos intentaron suicidarse (cabe recalcar que también están bajo presiones familiares que los afecta emocionalmente).
Sistema penitenciario en Noruega
Es completamente cierto que las cárceles en Noruega han sido llamadas las más humanas del mundo. En este lugar los reclusos pueden andar alrededor de ella realizando distintas actividades. En la noche pocos guardias se quedan a supervisar aproximadamente 115 reclusos, ¿Por qué sucede esto?, ellos se basan en un “principio de normalidad” en donde un día en prisión debe ser igual a un día en la cotidianidad en la sociedad: los guardias tratan con amabilidad y respeto a los reclusos, por consiguiente, estos aprenden a convivir y esto facilita la reintegración.
El proceso empieza en cárceles de alta seguridad, tiempo después, se evalúa si el recluso está en condiciones de pasar a una prisión con una baja; en este lapso de tiempo los guardias realizan procesos de evaluación y rehabilitación con los reclusos tratando de que estos puedan resocializarse, tienen una celda para dormir, otra para estudiar y otra para realizar sus distintas actividades (como jugar videojuegos, ver TV, leer periódicos, estar en una computadora sin acceso a internet, prepararse comida y lavar su ropa). Según el Sistema Correccional Noruego solo se restringe la libertad, no lo derechos (pueden estudiar y votar), esto provoca que las penas aproximadamente duren entre 8 y 12 meses, es decir, que vuelven a reintegrarse a la sociedad, con una tasa de reincidencia criminal del 20% (la más baja del mundo), a diferencia de otros países. El modelo noruego genera un ahorro para el país en la inversión de estas cárceles.
En conclusión esto nos genera una gran pregunta ¿Realmente el Sistema Correccional Colombiano pretende reintegrar a la sociedad a los reclusos o solo los quiere denigrar más? O quizás no está en las capacidades, sin embargo, podemos decir que si las cárceles colombianas adoptaran el proceso de adaptación de las cárceles Noruegas habría una menor tasa de reincidencia criminal, más personas reintegradas y un menor gasto estatal (la inversión que se hace en cárceles), mejorando así la calidad de vida.
Carolina Lancheros Ruiz – Cárceles en en Colombia son fábricas de enfermos
Lars Bevanger – Por qué Noruega es el mejor país del mundo para estar preso.