9 de diciembre de 2014
Arjen Robben y su montaña rusa
Por: Adriana Rodríguez S.
Los especialistas aseguran que tiene una izquierda prodigiosa y que su creatividad, aceleración y ritmo lo hace uno de los atacantes más temibles del mundo. Se dice también, que tiene un carácter volátil, que a veces se percibe como egoísta, y que en su carrera no ha hecho muchos goles. Lo cierto es que siempre ha sido titular en los equipos que ha jugado: Bayern Munich, Chelsea y Real Madrid. Hizo parte de los llamados “Galácticos”, al lado de figuras como Cristiano Ronaldo, Kaká y Karim Benzema y, sobre todo, se destaca por ser un luchador imbatible, pues ha tenido que afrontar los avatares que le ha presentado la vida como el mejor de los gladiadores, entre ellos, un cáncer testicular y la pericia de conservar a su lado a la mujer que desde niño ha amado. Él es el mejor jugador de la “Naranja Mecánica”: Arjen Robben.
Una vida llena de altibajos
Robben nació en Bedum, en la provincia de Groningen, el 23 de enero de 1984. Este holandés mide 1.80m., y pesa 80 kilogramos. Tiene una gambeta prodigiosa, característica que lo ha distinguido, desde los 12 años, cuando inició en las ligas menores. Fue promovido, después de 6 temporadas, al PSV Eindhoven, en donde jugó 33 partidos, en los cuales anotó 12 goles. Luego de este éxito, fue fichado por la selección de Holanda.
Fue en ese preciso momento, cuando su carrera profesional parecía alcanzar la gloria, que le detectaron un cáncer testicular a los 19 años. Robben se llenó de angustia, como él mismo lo confesó, años atrás, a la cadena deportiva ESPN: “Tenía mucho miedo de vivir, sin que el fútbol fuera lo más importante. Fue el algo difícil”. Su equipo el Chelsea, en ese momento, esperó pacientemente a que el tratamiento para combatir el cáncer surtiera efecto. Entonces, su carrera se partió en dos: entre la lucha para derrotar la enfermedad y la tenacidad que debía demostrar a su equipo, a sus compañeros, porque, pese a lo que le sucedía, todavía tenía la suficiente “garra” para seguir jugando al fútbol. En esta etapa de confusión, Robben se volvió irascible, temperamental, pues no quería ser vencido por la sombra del cáncer.
En plena crisis, uno de sus mejores amigos le envió la autobiografía de Lance Armstrong, el famoso ciclista que había vencido el cáncer para ganar múltiples títulos en el Tour de Francia. Este libro se convirtió en un faro de esperanza, pues las consecuencias del tratamiento ya se veían reflejadas en su apariencia: el deportista alto y rubio, ya no tenía cabello. Robben estaba sumido en una depresión total: “Para mí el daño más profundo fue el psicológico”.
La resiliencia del deportista
Pero la persistencia, el espíritu tenaz y la fe en su recuperación lograron que el feroz gladiador saliera avante del más furioso contendor que le había puesto la vida. Por ello, se ganó el apodo de “Contradictor del Destino”, sobrenombre que le concedieron los especialistas deportivos.
Ya recuperado y con el cuerpo y el espíritu blindado continuó su carrera deportiva. Pero, a los mejores, la vida siempre los sigue poniendo a prueba. Luciendo la camiseta del Bayern Munich, en la final de la Champions League, falló un penalti en tiempo suplementario ante el Chelsea. Como era de esperarse, el público enfurecido, su hinchada, lo despidió a punta de silbatinas. Pese a ello, Robben no se dejó apabullar y, un año más tarde, (porque en juego largo siempre hay desquite) fue él quien después de un mano a mano inolvidable frente a Roman Weidenfeller, le otorgó al Bayern el quinto título de su historia.
Este jugador ha participado en dos mundiales: Sudáfrica 2010 y Brasil 2014. En el primero, su equipo, la famosa “Naranja Mecánica, llegó a la final contra España. Holanda perdió y Robben sintió el peso de la derrota en sus hombros por la famosa atajada del arquero español Casillas, que le arrebató el triunfo a él y a su equipo. Fue en el 2014, (en el pasado Mundial de Brasil) que la vida le volvió a otorgar el desquite, pues su equipo le propinó 5 goles al ex campeón mundial. El mejor gol, sin duda, fue el de Robben, el último, ya que alcanzó una velocidad de 37 kilómetros por hora, para lograrlo. De este modo, Robben ha entendido que la vida es una montaña rusa, que se disfruta, en la medida en que ha sido capaz de afrontar las adversidades; de ellas ha salido fortalecido y ganador en la revancha. Después, de Brasil 2014, este holandés continúa al lado de su familia, sus tres hijos y su esposa Bernadien Eillert, el amor de la secundaria y con la que se casó después de 7 años de noviazgo.