Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales

11 de diciembre de 2014

Bullying: Temor online

Por: Adriana Rodríguez S.

Las alarmas se han prendido en las escuelas, hogares y universidades por el ciberbullying, el ciberacoso y el grooming, del que han sido objetos tanto menores, como adultos. Las consecuencias de estos abusos constantes, han conducido a los jóvenes a la depresión, a las drogas, al alcoholismo y hasta el suicidio. Pero lo que más llama la atención de los psicólogos, es que los victimarios de estas modalidades de tortura psicológica —en línea— son menores de edad, que sabotean sin ningún remordimiento a sus pares. Para entender qué es lo que sucede, El Librepensador entrevistó a Marina Rodríguez, sofróloga social, con énfasis en inteligencia emocional, quien aclara el porqué algunos adolescentes caen en este tipo de prácticas.

Diferentes modalidades de acoso  

Frente a esta problemática, la página “Pantallas amigas”, junto a un grupo de expertos y estudiosos del tema en todo el mundo, han tratado de explicar el fenómeno y de advertir y sugerir cómo manejarlo. En primera instancia, se aclara cómo distinguir estos tipos de hostigamiento. El ciberbullying es una táctica de persecución realizada entre menores, la cual pude llevar al matoneo y/o al cibermontaje. El ciberacoso se realiza entre adultos o el victimario es un mayor de edad quien asedia a un menor. El grooming es un tipo de seducción que emplean los pedófilos o pederastas, quienes buscan ganarse la empatía y el cariño de los jovencitos. Todas estas persecuciones se realizan por medio de internet, telefonía móvil o videoconsolas online.

El ciberbullying, es la modalidad de acoso más común, preferida por aquellos jóvenes que pretenden ridiculizar de manera pública a otros e invitan a los demás internautas a unirse a la tenaz mofa. Según un estudio de la Universidad de California “el ciberbullying ocurre mayormente entre amigos, ex amigos, compañeros de clase, ex novios y pocas veces entre desconocidos”. Lo que hace que esta práctica se convierta en un demoledor emocional para la víctima y haga más fuertes a los victimarios, porque se sienten acompañados en su burla.

Youth_and_Electronic_aggression

Dónde ocurren las agresiones electrónicas – Fuente

Según las estadísticas publicadas por diferentes países, en Columbia Británica, Canadá,   58% de los jóvenes ha sido víctima de bullying tradicional y el 23% de ciberbullying, el mismo del que sufrió Amanda Todd, la niña de 15 años a quien su acosador orilló al suicidio. En Chile el 88% de los estudiantes de séptimo grado, que tienen una edad promedio entre 12 y 14 años han padecido de ciberbullying, a través de su celular. Por otro lado, el 81% de los menores españoles confiesan que el temor más recurrente que sienten, es él de ser blanco de este acoso. Lo más grave, como lo asegura Insights West-65 Marketing es que la mayoría de los jóvenes no denuncia, lo que conduce a pensar que las cifras pueden variar drásticamente.

¿Por qué lo hacen?  

Para Marina Rodríguez parte de la explicación se encuentra en las funciones del cerebro: Las últimas investigaciones de la neurociencia hablan de la plasticidad cerebral. Esto significa que todo el tiempo aprendemos, el cerebro se forma todo el tiempo, aprende todo el tiempo, se construye todo el tiempo y genera conexiones o sinapsis. En la adolescencia, aún se está formando el cerebro. Este tiene neurotransmisores como la serotonina, que es la encargada de crear una sensación de bienestar, de felicidad, en muchos casos, de eustrés, que es un estrés positivo. Los niños aprenden a tener límites precisamente en su infancia con la formación de valores, cuando reciben explicaciones de por qué no se “debe” o se “debe” hacer algo. Si el niño nunca ha conocido los límites, el cerebro piensa que la actividad que realiza es correcta y como genera placer, la sigue haciendo.

Esto es lo que ocurre con los victimarios del ciberbullying. Existe una metáfora que es la de la lámpara de Aladino, que, como en el cuento, frota la lámpara sale el genio y se le concede un deseo. Con el cerebro pasa lo mismo: “pide y se te concede”. Si se obtiene placer, se sigue haciendo. Como en la adolescencia, el cerebro aún está en formación y el joven necesita que le adviertan lo que está bien y lo que no, para frenar o retener ese deseo de hacer daño a otro, que tiene el único fin de sentir una satisfacción personal. Infortunadamente, en esta época, la doctrina de premio y castigo ha desaparecido. Hoy día a los jóvenes tiene todo lo que piden desde su infancia. Se ha perdido la autoridad y, por ende, se ha generado una sociedad agresiva, que no teme hacerle daño al otro. No existe el constructo de lo público que, como decía el profesor Antanas debe ser sagrado.