29 de marzo de 2016
¿#Abril2ALaCalle?
Por: Laura Valentina González Triana
El próximo 2 de abril está prevista la marcha convocada por el senador Álvaro Uribe, quien después de compartir un tweet en el que decía “Qué problema con el terrorismo ha creado Santos, que nada distinto oye, será que tenemos que pensar en irnos a la calle!“, las redes sociales empezaron a marcar tendencia mostrando apoyo y finalmente, el expresidente llama al pueblo mediante un video para marchar en defensa de la democracia.
Sin querer queriendo Uribe saca al pueblo a marchar
No se sabrá si la intención primera del expresidente era realmente hacer una marcha, pero una vez las redes sociales se activaron para patrocinar la idea, Uribe lanza un video convocando oficialmente a salir a la calle. Era impensable que el expresidente invocara al pueblo a salir a las calles a protestar cuando en su mandato aplicó una política represiva contra la libre manifestación de los ciudadanos.
Es posible pensar que dicha convocatoria es una estrategia para desviar la atención de los problemas judiciales que enfrentan varios de sus familiares y amigos, también se podría considerar que es una táctica más para desestabilizar el proceso de paz a través de su discurso de odio por la guerrilla, vieja fórmula narrativa durante todo su mandato y que sigue anclada en su manifiesto político. Una hipótesis más osada sobre las intenciones de Uribe, recae en el manejo perverso de las redes sociales para emitir mensajes en contra el actual gobierno, mensajes que se observan con un tinte de descaro, porque cuando Uribe ejerció su mandato, la inconformidad se demostró a través de 653 protestas por año, siendo la cifra más alta en los últimos cincuenta años según el CINEP (Centro de Investigación y Educación Popular).
Ahora bien, es posible que la razón del expresidente Uribe sea medir su capacidad de convocatoria, la cual ha dado muestras de ser cada vez más escasa, tal como se evidenció en la protesta realizada cuando se efectuó la captura de su hermano Santiago Uribe.
Todas las hipótesis están sobre la mesa; sin embargo atinar a descartar alguna o aceptarlas de lleno, es una discusión que quedará en el olvido, cuando la marcha sea una realidad y los opositores, adeptos, prensa y el ciudadano común, inicien un nuevo análisis sobre los resultados de la misma.
No se pueden mezclar peras con manzanas
El origen de la convocatoria a la marcha es una frase del expresidente, de las tantas que suele enviar a través de las redes sociales para mostrar su inconformidad con el proceso de paz, pero ante la respuesta en la red, la frase fue tomando dimensiones distintas gracias a la ampliación de los motivos que la provocaron. Los Uribistas empezaron a incluir y a difundir como justificación de la protesta la mala gestión del gobierno actual en temas tan sensibles como la economía, la corrupción, la inseguridad y el desempleo; dejando en el ambiente un halo de confusión que terminó polarizando los ciudadanos en dos bandos, por una parte, quienes toman la bandera en contra de la metodología del proceso de paz y toda las decisiones del presidente Santos en materia económica y social, y por otra, los que creen en la reconciliación y la resignificación de un nuevo país pese a la conciencia colectiva de la mala gestión en algunos asuntos del gobierno actual.
Queda un sin sabor de que mezclando verdades, mentiras y necesidades nacionales termine la gente marchando para frenar las investigaciones penales en contra de Uribe y de su familia, o peor aún, legitimando un convocante sin autoridad moral para hablar de transparencia, derechos humanos, persecución política y paz. El país no puede obviar que el discurso de Uribe está matizado por la guerra y que sus colaboradores políticos más cercanos están involucrados en procesos de parapolítica, pero lo que más espanta la cordura y la razón del pueblo, son los crímenes de lesa humanidad que se cometieron durante el periodo en que gobernó.
Maquiavelo expresó “De vez en cuando las palabras deben servir para ocultar los hechos”. Queda por descubrir el trasfondo de las intenciones de Uribe y la respuesta social a esta iniciativa. Lo cierto es que salir a marchar y protestar pacíficamente, es un derecho constitucional en Colombia, es parte de nuestra democracia manifestarse abiertamente sobre asuntos de interés ciudadano, pero cuando el pueblo no tiene claro sus deseos, marcha detrás de quien si los tiene.