19 de octubre de 2018
La clave es la gente II
Por: Alejandro Mojica Godoy
En La clave es la gente se abordan las razones por las que el desarrollo nacional debe ser entendido como un agregado del desarrollo humano, así, resulta vital la potencialización de las capacidades y habilidades de cada una de las personas que componen la sociedad. Dicha postura se justifica en las corrientes internacionales que abordan el desarrollo desde el enfoque de las capacidades, donde ya no solo hay que pensar en el aumento del PIB, sino también en las condiciones de vida de cada uno de los habitantes. Teóricos como Amartya Sean, Martha Nussbaum, etc., organizaciones como Asociación de Desarrollo Humano y Capacidad e índices como el Índice de Desarrollo Humano; enriquecen el debate sobre el Desarrollo.
Además, vale destacar la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible que ponen sobre la mesa ampliar la lectura del desarrollo desde tres aristas: económica (crecimiento), social (lucha contra la pobreza y desigualdad) y ambiental (degradación ambiental). El enfoque de las capacidades aborda tales ejes al plantear las capacidades y habilidades de las personas como factor vital para el dinamismo económico y la movilidad social.
A pesar de la extensión del enfoque de las capacidades en terrenos académicos, no se ha logrado desarrollar y consolidar liderazgos que determinen las políticas públicas que se comprometan con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es decir, los tomadores de decisiones no atienden a las necesidades estructurales del desarrollo, sino que responden urgencias programáticas y temporales. El enfoque brinda la perspectiva de la vida cotidiana de las personas a las que las políticas públicas quieren intervenir.
El margen del Estado: inversión para la movilidad social
Sen establece a tres actores claves para el desarrollo: Estado, sociedad civil y sector empresarial. Resulta claro entender que sin la interacción de los tres es imposible cumplir cualquier ODS. El Estado como encargado de las políticas públicas tiene un papel central en el desarrollo desde los tres ejes planteados por la Agenda 2030.
En enfoque de las capacidades nos dicta que el Estado debe ser el encargado de brindar ciertas bases o mínimos para que las personas puedan encontrar, cultivar y explotar sus habilidades. La desigualdad produce una subutilización de habilidades y capacidades de los individuos. En este punto, se entra a un debate profundo que no ha logrado encontrar consensos, y es el de qué tanto debe brindar el Estado a los individuos.
Cada sociedad debe definir el margen y amplitud de las bases y mínimos que el Estado debe dar porque, al fin y al cabo, es una decisión política. Decisión que debe tener como principal criterio el de garantizar la dignidad humana. Hay tener en cuenta que no se debe generar relaciones de dependencia entre el sector público y los individuos. Cualquier relación de dependencia, además de infantilizar, no genera los incentivos pertinentes para la explotación de las habilidades y capacidades. Dejando la abstracción, la sociedad debe definir si el Estado debe brindar educación, salud, vivienda digna, etc.; como garantía de dignidad humana para servir de base a los individuos, teniendo cuidado de no caer en la cultura del subsidio mal enfocado que genera dependencia.
Este margen de mínimos debe estimular la movilidad social a través de las capacidades, es decir que las personas sean capaces de ascender socialmente haciendo uso de sus habilidades. El enfoque de las capacidades nos invita a dejar de pensar en las bases que da el Estado como un gasto, sino como una inversión que estimula un capital humano que dinamizará la economía con nuevas ideas y mayor innovación.
Desarrollo sostenible: la clave sigue siendo la gente
Los tres ejes están entrelazados debido a que el medio ambiente impone restricciones al crecimiento económico y así, al desarrollo social. El paradigma anterior fundamentado en el crecimiento exponía que la clave era aumentar el consumo de las personas. Es decir, fomentar el espejismo de que a mayor consumo mayor bienestar, sin que esto implique mejores condiciones de vida o mayor movilidad social. No obstante, si se quiere abordar el desarrollo sostenible es menester entender las grandes implicaciones medioambientales que tiene el paradigma anterior.
Stiglitz demuestra que desde inicios de este siglo ha aumentado la productividad a nivel muy superior que la demanda. Hay muchos más productos que compradores, es inevitable pensar la paradoja de la abundancia y la malnutrición, pobreza y abandono de nuestro sistema económico. Las soluciones a las grandes implicaciones medioambientales no implican reducir los niveles de consumo, sino cambiar la forma en la que se consume y se produce.
El Estado, el sector empresarial y la sociedad civil deben entrar al debate de como adecuar los sistemas productivos que traen crecimiento a los requerimientos del desarrollo sostenible, es decir, de reorganizar las capacidades productivas para superar las formas de producción, uso de energía y consumo anteriores. Los tres actores del desarrollo son fundamentales para tal proceso, de su coordinación depende el éxito del objetivo.
Los nuevos sistemas productivos deben seguir el enfoque de las capacidades, pensar en cómo las capacidades y habilidades de las personas deben generar economías más limpias orientadas a la tecnología y al conocimiento.
En conclusión, el enfoque de las capacidades brinda un nuevo paradigma para abordar el desarrollo, por lo que, para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, resulta vital tomarlo en cuenta. Es menester pensar en el papel del Estado en el desarrollo como garante de mínimos que impulsen y estimulen la movilidad social a través de las capacidades de las personas, además, de pensar en nuevos sistemas productivos basados en las capacidades de las personas que se adopten a los requerimientos medioambientales.
Queda un reto: fomentar liderazgos que crean en las capacidades para un desarrollo social y sostenible.
Recomendados Libre Pensador:
CEPAL & Naciones Unidas. (2018). Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible Una oportunidad para América Latina y el Caribe. Santiago de Chile: Naciones Unidas.
Nussbaum, M. (2015). Crear capacidades: propuesta para el desarrollo humano. España, Barcelona: Paidós Estado y Sociedad
Sen, A. (2000). Desarrollo y libertad. Bogotá: Editorial Planeta.
Stiglitz, J. (2016). La gran brecha: qué hacer con las sociedades desiguales. Madrid: Taurus.