20 de noviembre de 2017
Las economías e industrias colaborativas: ¿la apuesta del futuro?
Por: Juliana Parra
Más allá de la discusión sobre la irrupción de las economías e industrias colaborativas y su incompatibilidad con nuestros marcos normativos, vale la pena examinar lo que ya está sucediendo con todas estas industrias basadas en la creatividad y la innovación, denominadas economía naranja, y reflexionar sobre el papel que podrían jugar en el futuro de la economía global y nacional, en términos de una nueva alternativa.
La economía según los millenials
Como una maldición a los detractores de los millenials, todo lo que esta generación supuestamente representa, se está apoderando de la economía, desde su servicio predilecto de transporte que los lleva de sus concierto de música andina electrónica de nicho en La Candelaria a su apartaestudio en Chapinero, hasta las plataformas desde las que compran directamente a panaderos artesanales locales sus pizzas veganas, bio, ecofriendly, con sello fair trade y con control de huella ambiental. Así, las industrias colaborativas y creativas ganan protagonismo a gran velocidad frente a la vista incómoda y celosa de la economía más ortodoxa, convencida hasta la terquedad de que el verdadero desarrollo se encuentra, exclusivamente, en los sectores tradicionales, ya formalizados.
Las plataformas como Sofar, Google Arts & Culture y otros proyectos con enfoques colaborativos y acunados en industrias culturales y creativas, se están convirtiendo en hitos de la subversión del sistema económico tradicional, y a la vez en un respiro a los emprendedores y artistas, tradicionalmente marginados o resignados al anonimato y la escasez.
Pero esto no sucede únicamente por resultar disruptivamente innovadores, es también porque los bienes que se están mercadeando son altamente valiosos y pesan en la economía global.
Una mirada global a las cifras
De hecho la industria cultural y creativa es hoy más grande que la industria automovilística, de acuerdo a Jean-Michel Jarre, presidente de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC), entidad que realizó un estudio, publicado en 2015, donde se identificó que los ingresos globales de las industrias creativas y culturales[1] alcanzaban los $2.250 billones de dólares, es decir el 3% del producto interno Bruto (PIB) global. Por su parte, la International Federation of the Phonographic Industry (IFPI) revela en su estudio anual que solamente las industria musical generó la suma de $15 billones de dólares en 2015 (2016).
A nivel global se registra que el 76% de los consumidores de música y videos musicales utilizan un Smartphone, y que los bienes y servicios culturales y creativos aportan $200 billones de las ventas globales digitales en el mundo (Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores [CISAC], 2016)[2]. Estas cifras podrían estarnos indicando algo sobre las tendencias de consumo que van a dominar en el futuro y advirtiéndonos que tal vez sea momento de pasar de batallar con el cambio y mejor empezar a buscar maneras innovadoras de aprovecharlo a tiempo.
¿Una opción para Colombia?
Estas últimas cifras resultan muy interesantes para Colombia, pues podríamos encontramos frente a una industria de más de $15 billones basada en un sector donde siempre hemos sido ricos e innovadores, la música. De hecho, la reacción del mercado local lo demuestra, pues, según el Boletín de la Cuenta Satélite de Cultura, elaborado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), correspondiente al año pasado, la música como industria cultural en 2015 ya presentaba un crecimiento del 54,5% con relación al año anterior, crecimiento concentrado, principalmente, en música en vivo y fonograbada (Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE], 2017).
Desafortunadamente estas industrias continúan siendo ignoradas a los ojos de la mayoría de economistas, y también de los ciudadanos, que tenemos dificultades en reconocer que existe un valor real detrás de los productos culturales y creativos. Sin embargo, lo que determinaría que estas cifras lleguen a convertirse en verdaderos focos de desarrollo sería que, desde el gobierno y los tomadores de decisiones, se empezara a abordar seriamente, como a cualquier otro sector de la economía, y se dotaran de un marco normativo, pero no uno para restringir el surgimiento de iniciativas que entren a competir con las tradicionales, sino uno desde el que se pueda innovar e incentivar a nuevos creadores.
[1] La Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC) agrega dentro de estos términos los siguientes 11 sectores: publicidad, arquitectura, libros, juegos, películas, música, periódicos/revistas, artes escénicas, radio, televisión y artes visuales.
Recomendados El Libre Pensador
Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores (CISAC) – Informe anual 2016
Departamento Administrativo Nacional de Estadística [DANE] – Cuenta satélite de cultura
International Federation of the Phonographic Industry (IFPI) – Global Music Report. Music Consumption Exploding Worldwide. State of the Industry Overview 2016.