1 de abril de 2016
ISAGEN: ¿Una joya mal vendida?
Por: Natalia Granados Segura
Bajo el marco de una de las propuestas de venta más polémicas en Colombia, la venta de ISAGEN representó para el Ministerio de Hacienda una pelea “ganada” con casi todos los sectores desde el político hasta el financiero. Este proceso inició en 2007 cuando la comisión de gasto público recomendó la venta del 25 % de ISAGEN por 750 millones de pesos para disminuir la deuda pública. Tomando como casos exitosos ISA y Ecopetrol, empresas públicas que fueron privatizadas parcialmente, el gobierno poco a poco convencía al país sobre su decisión. Sin embargo, para diciembre del año pasado, cuando se decidió la fecha definitiva de la subasta para el 13 de enero de 2016, los argumentos en contra se hicieron escuchar y todo un revuelo nacional se generó una vez fue vendida al único postor, Brookfield Asset Management por $6.4 billones de pesos.
El manejo que una entidad privada puede ejercer sobre los recursos públicos resulta ser, la mayoría de las veces, más eficiente con un incremento en la producción y la productividad. Sumado a esto, los recursos pactados por la venta serán invertidos en uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos en la historia de Colombia (Proyectos 4G). Un punto que aunque suena beneficioso para el país en momentos de crisis como el actual, el miedo inminente hacía la corrupción, los carruseles de contratación y el uso ineficiente de los recursos sale a flote con la venta de ISAGEN.
Una joya bien vendida, una comunicación desastrosa
Aunado a lo anterior, esta empresa de energía fundada en 1995 se posicionaba para 2015 como una con mayor rentabilidad, reconocida como la “joya del país”. Tras su venta, aumentan las presiones al gasto público, dado que se dejarán de recibir dividendos y ganancias utilizadas anteriormente para controlar el déficit público. El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas expresó: “Quisiera anotar que el monto promedio anual de los dividendos pagados por ISAGEN a la Nación en los últimos 5 años ha sido $145 mil millones de pesos lo que representa menos del 0,07% de los ingresos de las nación lo cual no representaría un recorte significativo del Presupuesto Nacional” ¿fuente?. Un porcentaje aparentemente bajo puede que no genere las presiones esperadas, sin embargo serán relevantes los ajustes que deberá hacer el gobierno por este ingreso que dejará de percibir.
Una de las falencias principales del gobierno a lo largo del proceso de venta fue la poca claridad en la información transmitida a los colombianos. La intención de vender el 57,61 % de participación de la empresa de energía más importante de Colombia, siempre fue “informada” como una jugada del gobierno para adquirir recursos, tener el capital suficiente para financiar los proyectos 4G y claramente controlar el déficit público. Esta manera de mostrar tan sólo los objetivos no dio cabida para conocer los pros y los contras de la transacción; generando todo tipo de reacciones confusas.
El argumento en contra más utilizado, no por esto confuso, fue el hecho de haber vendido la participación a un valor muy bajo. El precio base establecido para la venta de ISAGEN equivale a 45 veces el dividendo promedio anual de los últimos 5 años, el retorno económico que esos dividendos le han entregado a la Nación equivale a un 2,24 % anual sobre el precio mínimo del decreto 2468 de diciembre de 2015, el cual es mucho más bajo que el retorno económico que el país proyecta recibir del programa de carreteras 4G (18,3 % anual según el DNP).
Sumado a esto, las valoraciones hechas a la compañía en el pasado (por su posible venta) siempre habían dado por debajo del precio al cual fue vendida a los canadienses, $4.130 pesos por acción. Esta cifra equivale a 14,4 veces el EBITDA de 2015 y 17,7 veces el mismo indicador presupuestado para 2016. El hecho de haber sido vendida tomando como base la rentabilidad de su producción como la proyección a futuro, garantizó que el precio fuese justo y coherente con el posicionamiento de la compañía. Uno de los hechos que aumentó el valor de venta fue el tomar en cuenta el Proyecto de Hidro Sogamoso, el cual espera dar como resultado la cuarta hidroeléctrica con mayor capacidad instalada en el país, incrementará en un 60 % la producción de energía y pondrá al servicio de los colombianos cerca del 8,3 % de la energía consumida en un año. Este proyecto el cual se encuentra en un 70 % culminado, aumentó el valor de venta (mayores flujos futuros) y traerá un aumento necesario en la capacidad de producción de energía, en momentos donde el Fenómeno del Niño afecta al sector.
Condiciones de venta que garantizan el futuro
La valoración como la misma venta no debía haberse hecho en dólares (como varios opinaban) ya que la empresa recibe ingresos en pesos, se trata de una empresa domiciliada en Colombia la cual realiza el 100 % de sus operaciones en el país, cuenta con contratos a mediano y largo plazo de venta de energía en precios negociados y fijados en pesos colombianos. Por lo cual, la preocupación de un diferencial de cambio que generará pérdidas no es fundamentada.
Respecto a los requisitos que fueron impuestos a los oferentes durante la subasta, el primero de ellos hacía relación al nivel de know-how. Los potenciales compradores debían tener una amplia experiencia en el sector energético que beneficiaría a los demás accionistas, permitiendo la ampliación y buena administración de la compañía. Aunque pueda parecer un parteaguas para fundamentar la venta, sí era un requisito que pudiera llegar a garantizar el crecimiento de la empresa que en últimas beneficiará a sus clientes: los colombianos.
Otra de las ideas poco fundamentadas, era la posibilidad de tener un aumento en los precios de la energía al cambiar de mando y ser controlada por extranjeros. Sin embargo, el control regulatorio del mercado eléctrico está en poder del Estado por lo cual la oferta y los precios de energía son regulados por la Comisión de Regulación de Energía independientemente de la naturaleza jurídica de la empresa.
Las privatizaciones pueden tener dos perspectivas opuestas: lo que para unos es una enajenación de control público, para otros es inversión de capital extranjero que puede generar mayores rentabilidades para el país. El caso de ISAGEN no fue la excepción, su polémica venta fue producto de una mala información desde el gobierno, si los puntos a favor como en contra y los planes posterior a su venta hubiesen sido explicados la historia sería diferente. La nación decidió incurrir en la venta de una de sus últimas empresas públicas nacionales por apostarle todo a los proyectos de infraestructura que el país tiene planeado para los próximos años; una jugada ambiciosa que tendrá impactos negativos, pero cuyo trasfondo puede que sea más beneficioso.
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