13 de mayo de 2015
Finlandia: la revolución estudiantil hecha nación
Por: Juan camilo Niño / @jcamilonino
Finlandia, uno de los cinco países nórdicos, de los menos poblados, el más septentrional de la Unión Europea es también poseedor de una población significativamente menor que la capital colombiana. Un país en el que ser maestro no es para todo el mundo, ya que existe una gran restricción para acceder a este cargo que da un gran estatus social y un prestigio mayor, incluso, que ser miembro del gobierno del país. Allí la necesidad es la causa principal de su desarrollo, de su éxito y de su nivel académico. Hoy, este país es considerado como potencia mundial en educación.
Maestros, mis respetos
Hay múltiples factores que hacen de Finlandia una potencia en educación, pero uno de los principales y más importantes es la eficacia y eficiencia de los profesores. Quien es maestro en Finlandia es digno de honrar. La visión que tiene la sociedad de los maestros, es una visión de “me le quito el sombrero”, ya que no toda persona puede llegar a ser un educador, porque después de la reforma al sistema educativo a finales del siglo XX se redujo a más del 80% el número de universidades pedagógicas y se elevaron los estándares para ser aceptado como un maestro.
Los aspirantes deben pasar por una prueba psicológica y psicopedagógica hasta obtener un nivel de 9 a 9,5 sobre 10. Por tanto, los aceptados solo alcanzan a ser solo el 10%; es decir, de cada 10 personas que se presentan, solo una puede acceder al cargo. Ni las retribuciones económicas, ni un régimen especial para los profesores se dan en Finlandia. Ese cliché de llegar a un cargo para recibir un mayor beneficio económico no existe, debido a que los profesores pueden ganar igual que un médico, un abogado o, incluso un senador. No obstante, el prestigio social y la dificultad de llegar a ese cargo que tiene un profesor por el simple hecho de serlo, es mucho mayor que el de los anteriormente mencionados.
Necesidad: madre del desarrollo
Finlandia no solo es una potencia educativa, sino también registra uno de los mayores índices de innovación y felicidad. Pero la pregunta es, ¿cómo lo logran? Son muchos los factores que hacen que los finlandeses tengan tamaño crédito, por ejemplo, los niños comienzan su proceso escolar a los 7 años, ya que científicamente está comprobado que esa es la edad ideal para que un pequeño inicie su aprendizaje, y terminan a los 18 años.
Cuando un país entiende que la educación es la principal fuente de desarrollo para una nación, las cosas buenas emergen por sí solas. Empero no es una educación a la que estamos acostumbrados en la mayoría de los países latinoamericanos: la educación del tablero y textos interminables, de noches de desvelo tratando de memorizar una teoría. No, esa no. La educación que en realidad sirve, es aquella en la cual se aplica lo aprendido en nuestra vida real. El sistema educativo Finlandés entiende que sus usuarios no son robots, ni máquinas programadas para repetir y repetir… Son humanos, con cerebros esperando a ser llenados de información buena y necesaria, por lo que los colegios se preocupan no solo de las buenas notas de los estudiantes, sino de sus estados emocionales y de sus niveles de felicidad. No solo basta no dejar tareas, ni evaluar “a la antigua”, sino también importa qué se sienten los estudiantes cuando les dicen la palabra “escuela”. Un niño Finlandés nunca repite un año escolar, ya que eso podría afectar su desarrollo psicológico y afectaría su autoestima, por lo que se toman alternativas mucho mejores, como el de tener un sistema de educación asistida. Pero… ¿qué es esa vaina? Los estudiantes no tienen una maestra, ni dos, sino TRES. La profesora regular es quien explica el tema en general, a quién la acompaña una tutora dentro del salón de clase, que es quien aclara las dudas a quienes no logran entender. Y si los chicos tampoco comprenden, se pasa a una tercera etapa que se basa en una clase personalizada y con distintos métodos de enseñanza. Pero… ¿cuánto puede llegar a costar algo así? La respuesta es NADA. En Finlandia el 90% de las escuelas son públicas; allí, en verdad, la educación es gratis.
No solo la escuela es el medio de educación para los jóvenes, la sociedad y la familia también lo son. Empezando por la educación que ellos reciben en casa, la cual es considerada la base de su vida ética y moral, ya que está asentada en la aceptación de todas las personas como igual; no hay discriminación.
Entonces, se podría hacer un “copie y pegue” del sistema educativo Finlandés. Seguramente, no todo funcionaría en el contexto colombiano, pero se debería tomar como punto de partida, la elección y formación de los docentes y el modo en cómo se aprende, ya que suele ser más efectiva una persona que sabe investigar, que otra que cree recordar.
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